Bullying

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Escribir sobre este tema es algo que me duele bastante porque yo lo he vivido y sé que  miles de niños (y no tan niños) sufren acoso de cualquier tipo día tras día y no puedo frenarlo. ¿Cuál es la necesidad de insultar a alguien o de intentar hacerle sentir inferior? Te voy a contar mi historia, cómo me sentí y cómo he podido superarlo.

Por suerte, el colegio fue una de las mejores etapas de mis estudios y tengo recuerdos bastante agradables, cosa que cambió por completo al llegar al instituto (pues incluso personas que habían sido súper importantes para mí en el colegio eran las mismas que se reían de mí). Al principio fui una ingenua que no se daba cuenta de nada. Fue en tercero de la ESO cuando me di cuenta de que hasta esas personas que decían ser "amigas" y esos compañeros que me sonreían por los pasillos se reían de mí a mis espaldas. ¡Menudos cobardes! A mi me daba muchísima rabia que no tuvieran la decencia para levantarse y decirme todas esas cosas a la cara (cosa que más adelante si pasaría). Pero yo tampoco estaba tan mal en el instituto, quiero decir, prefería estar ahí que en mi casa, porque sentía que se me escuchaba más y me sentía menos ignorada por "amigos" . Aguanté sus risas hasta tercero. El primer día de ese mismo curso, yo estaba sentada sola y, para mi mala suerte, el profesor castigó a un chico que no paraba de hablar a mi lado. Él se empezó a quejar diciendo cosas como "al lado de esa no me voy a sentar", y toda la clase se empezó a reír. Era tonta, pero no tanto. Me di cuenta de que se reían de mí. Actué como si no pasara nada durante esa clase. Recuerdo perfectamente a las personas que se estaban riendo. Son de esas imágenes que no se olvidan. A la clase siguiente, al ya tener 16 años me dejaron salir en el patio para "comprar el almuerzo". No volví a entrar. Pero no sólo no entré a las clases siguientes, tampoco fui al día siguiente ni a la semana siguiente... Estuve dos meses sin ir al instituto. Y, ¿ dónde me escondía?¿No se daban cuenta? Yo me quedaba en el parque que había cerca de mi instituto. Al llegar al isntitutro en el autobús escolar (vivía demasiado lejos) iba al parque y me escondía allí durante todo el día. Allí, escuchaba música y lloraba, básicamente. Y así durante dos meses. Con el paso del tiempo, el instituto acabó llamando a mi casa y me pillaron. Yo di explicaciones de lo que me pasaba. Les conté lo que sufría día tras día y todo siguió igual. Hablé con el director de mi instituto porque me quería ir  y, la verdad, no sé cómo lo hizo pero consiguió convencerme para que no me fuera. En realidad llevaba tres años en ese instituto y tenía confianza con muchos profesores que podrían ayudarme a terminar el curso. El director hizo bien en hacer que cambiara de idea. A cambio,  él me dejó las listas de todas las clases del instituto para que yo eligiera en cúal quería estar y elegir una clase en la que nadie pudiera reírse de mí. Escogí una clase de línea valenciana (rara elección puesto que yo siempre había dado todas las asignaturas en castellano y, a partir de ese momento, las daría en valenciano) porque no conocía a nadie. Al principio fui la chica "nueva" y "rara". Era la chica que se sentaba sola siempre y trataba de no acercarse a nadie. No participaba en los ejercicios de clase ni hablaba con nadie. Era como un muro que me puse para protegerme de los demás. Me puse una barrera para que dejaran de hacerme daño. En esa clase ya no se metían conmigo y, con el paso del tiempo, yo empecé a sonreír. Sonreía al resto mientras ocultaba mis cicatrices de las muñecas con pulseras.
Un día, una chica bastante tímida se sentó a mi lado y, empezamos a hablar. Ella no lo sabe pero, fue mi salvación. En una etapa de mi vida en la que me sentía completamente sola y sólo quería desaparecer, tener a una amiga de verdad era lo que más necesitaba. Ella empezó a hablar más conmigo hasta el punto de irme con ella en los patios. Empezaba a gustarme el instituto. Antes de ella me daba igual quedarme en mi casa que en el instituto, ya que en los dos lugares sufría por igual. Pero ahora, era diferente. Tenía amigas. Y eso cambió mi forma de ver las cosas. Me sentía escuchada y empecé a restarle importancia a los comentarios de la gente. Y todo gracias a mi director y profesores que me ayudaron. De verdad, si sufres algo similar, no te quedes callada. Yo me arrepiento de haberlo hecho tanto tiempo y además, yo nunca quise revelar el nombre y apellidos de las personas que me insultaban por miedo y ahora lo haría sin dudarlo. Debes hablar y contarlo. Primero, a tu familia. Después, a los profesores, psicólogos del instituto y director. Si no actúas seguirán haciéndote daño. Y no quiero eso para tí. Yo también tuve miedo. Mucho miedo. Pero yo no tenía a nadie. Tú me tienes a mí. Aunque pienses que lo que digo es absurdo. Vamos a acabar con esto, porque ya te toca sonreír un poco y tratar de ser feliz, ¿no crees?

Como te iba contando, desde ese año, mi vida en el instituto cambió, aunque todavía quedaban los "graciosillos" que se seguían riendo al verme por el pasillo pero, mi forma de verlos cambió. Ya no me sentía esa chica débil que sólo quería esconderse y llorar.
Pienso que el bullying se supera cuando tú te lo metes en la cabeza, es decir, deja de ser bullying en el momento en el que tú dices "BASTA", "hasta aquí he llegado".  Yo me dí cuenta de que lo estaba sufriendo y hablé, tarde pero lo hice. Y traté de empezar de cero y ver las cosas desde otra perspectiva. Y tú también tienes que hacerlo. Hay gente que siempre va a tratar de hacerte daño, ya sea con palabras o con actos pero jamás puedes permitir que nadie te hunda. Y tratarán de hacerlo. Pero les vas a demostrar que no van a poder. Porque tú eres más fuerte que todas esas personas. Eres más fuerte que esas personas que te insultan para sentirse superiores. Tú vales muchísimo más de lo que te hacen creer. Recuérdalo siempre. Así que, habla por favor. Si lo sufres o sabes de alguien que lo sufra, no lo ocultes. Por si no lo sabías, una persona que se ríe de los insultos que recibe una persona, es un cómplice del acosador y, por lo tanto, es igual de culpable la persona que insulta a alguien constantemente que las personas que se ríen por ello y no actúan.

Desviándonos un poco, yo quería enseñarte una cosa. Yo no sé mucho de música pero, ¿sabes una canción que a mí me ayudó muchísimo a subirme el ánimo? Se llama "como un guerrero". Escúchala. Merece la pena que te apliques lo que dice la canción. A mi me ayudó.

Ahora, te voy a describir una metáfora relacionada con el bullying para que, si nunca lo has sufrido, puedas entender lo que realmente se siente y lo complicado que es contarlo. O, por lo menos, es lo que yo he sentido.
Vas a imaginar esta situación: estás sola en un tren. No tienes ni idea de cuál es la parada en la que tienes que bajar. Estás desorientada y asustada; y quieres pedir ayuda y, por suerte, hay muchísimas personas a las que puedes preguntar. Tienes intención de acercarte pero ves que hay gente que te mira mal, otros se giran y hacen como si no te hubieran visto, otros incluso responden con largas para que te vayas, otros fingen escucharte y tú, con la mejor intención simplemente te alejas, porque te das cuenta de que nadie te hace caso, aún habiendo hablado. Y es cuando te das cuenta de que, incluso rodeado de gente, puedes sentirte solo. Ahora piensa en esa persona que sufre bullying y quiere hablar. Quiere dejar de sufrir y salir de esa horrible espiral que nunca termina. Piensa en esa persona que se va hundiendo cada vez más y nadie le ayuda. También se siente sola. Y trata de hablar pero siente que nadie la escucha. Se va hundiendo poco a poco sin esperanzas de poder bajar de ese tren. Piensa que no conseguirá salir. Y ese es el peor sentimiento del mundo.

Esto es algo muy duro. Y muy serio. ¿Sabes la cantidad de personas que se han quitado la vida por culpa del acoso que recibían? Muchísimas. Imagina cómo debe sentirse una persona para pensar que no merece seguir en este mundo y que no encaja. Imagina cómo debe sentirse una persona que cree que el mundo será mucho mejor sin ella. Yo lo he sentido. Pero me dí cuenta que debía seguir luchando por mí y que las personas que me hacían daño eran las que debían cambiar.

Así que, debemos tener un poco de empatía hacia los demás y pensar en que esa persona lo puede estar pasando mal. Hay comentarios que pueden afectar más de lo que uno cree y nunca se saben las consecuencias que pueden llegar a tener tus actos en otra persona. Y de verdad, si estás viviendo esto, o lo estás viendo, habla. No puedes callarte porque, quizás y algún día, consigamos acabar con este término tan horrible que, sin duda alguna, ha marcado mi vida.

Sin fuerzas para rendirme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora