Capitulo 7

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Gulf acomodaba unos papeles detrás de su escritorio mientras Alexander jugaba en la mesita frente al sofá con sus legos, estaba demasiado concentrado construyendo un edificio como para darse cuenta que su papi había estado entretenido con su celular mandándose mensajes subidos de tono con Mew.

La puerta se abrió de repente sobresaltandolos a los dos, el pelinegro rogó porque sus mejillas no estuvieran muy ruborizadas y lo delataran de lo que había estado haciendo, solo esperaba que su adorado esposo también estuviera en problemas en esos momentos, no era justo que solo el sufriera las consecuencias de estar caliente; sabía que debía controlarse un poco más, sobre todo después de aquel día que perdieron la cita con el médico pero no podía evitar desear a su sexy marido.

-¡Me has asustado!, ¿Que haces aquí tan temprano?- le dijo al hombre que había ingresado mientras cerraba la gaveta en donde estaba guardando las carpetas.

Observó la sonrisa pícara de Earth mientras terminaba de entrar a la oficina y cerraba la puerta detrás de él, sabía que no iba a dejar pasar el sonrojo que tenía en sus mejillas e intentaría como siempre que aceptará comer con él después de que salieran de la reunión de los sábados, pero en lugar de pronunciar palabra se quedó congelado al ver a su pingüinito en el sofá, el cual le devolvió la mirada con el ceño fruncido y con dos legos en sus manos que no llegaron a su destino.

-Gulf no sé si te has dado cuenta, pero hay un niño en tu oficina.

Ante esas palabras Alexander se levantó de su lugar directo hacia donde estaba el pelinegro,quien sostuvo su mano apenas estuvo junto a él, recordaba las palabras que su adorado esposo le había dicho que había intercambiado con su niño, sus dos hombres eran unos celosos de primera.

Hace mucho tiempo Mew había superado sus celos contra Earth, pero pensaba que lo más que había ayudado a ello fue que el hombre estuvo una temporada ocupandose de otra de las sucursales de la empresa, y se había dando cuenta que solo era un inofensivo coqueto que sabía muy bien que estaba casado y que no estaba dejando a su esposo por ningún motivo, ahora le tocaba observar los momentos de posesividad de su pingüinito, que lo hacian sentir que su dulce niño lo quería.

En los últimos meses había aprendido que su pequeño lo consideraba completamente suyo, solo podía compartirlo con Lamai y Mew, todavía no sabían si era algo por lo que debían preocuparse o simplemente dejarlo estar, culpaba completamente a su esposo de los ataques de posesividad que tenía con ellos, definitivamente en ese aspecto era muy parecido a su papá que no dejaba que nadie se acercara a lo que quería.

-El es mi hijo Alexander - lo presento Gulf.

-¿Tu hijo?, ¿Por cuanto tiempo me fui de la empresa?

El pelinegro sonrió y apego a su pingüinito contra su cuerpo, sonrió al sentir sus bracitos aferrarse a su cintura.

-¿Es él?- pregunto nuevamente Earth llamando su atención, el era conciente de lo que había pasado años atrás, ya que fue uno de los que se encargo de mantener a flote su puesto de trabajo para que no lo perdiera.

-Si es él- le dijo con orgullo mientras lo apretaba más contra si.

-Me alegra que esté nuevamente con ustedes.

-A nosotros también - le sonrió a su pingüinito quien le devolvió la sonrisa sin dudarlo.

El carraspeo incómodo de Earth le recordó que no era el momento, ni el lugar para ver a su Alexander como el niño más lindo que existía en el mundo para él.

-Bueno, a lo que vine tenemos asuntos que resolver, mi padre acaba de llegar y quiero que revisemos ciertos puntos antes de la junta de hoy.

-De acuerdo.

Ahora Somos Una FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora