Capitulo 15

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Más tarde en la noche después de la cena y cuando todos estaban en sus habitaciones ocupandose de sus asuntos, Gulf bajo las escaleras para ir a la cocina por un poco de agua, encontrándose a su pequeño Alexander acurrucado en el sofá cerca del árbol de Navidad, con el gatito ronroneando en su regazo.

-¿Cielo que hacer aquí?, Ya deberías estar listo para dormirte- pregunto sentándose junto a él.

-Hazard no dejaba de llorar y Lamai está muy cansada, no quiero perturbar su sueño, por eso sali con el a esperar que se calme.

-Eres muy buen dueño cariño, pero debes dormir, puedes acurrucarlo junto a ti y verás como se calma- le acaricio los cabellos Gulf a su niño

-Lo se, pero...

No termino su frase Alex y Gulf espero paciente a qué ordenará sus pensamientos, mientras veía como acariciaba tiernamente a Hazard, después de algunos minutos, por fin se decidió a hablar:

-Hazard es como yo... Bueno es como era yo.

-¿A qué te refieres cielo?

-Esta solo y triste Gulf, solo quiere que alguien lo abrace y le asegure que es amado... Yo también lo necesite, pero no hubo nadie que lo hiciera conmigo- culminó con un sollozo el pequeño.

-Yo siempre te ame cariño, yo...

-Lo se Gulf- lo interrumpió Alexander dándole una pequeña sonrisa aunque su mirada estaba triste -Yo sé que siempre me has amado, que tú y Mew siempre lo hicieron, ahora lo entiendo y lo se, soy muy feliz junto a ustedes, quiero que Hazard también lo sepa y por eso decidí venir aquí.

-¡Mi lindo pingüinito!- sonrió Gulf besando su mejilla -Eso que hiciste es muy dulce de tu parte.

-Gracias... Aunque tengo otra razón.

-¿Y esa cual es?- pregunto curioso el pelinegro.

-Hazard se orino en la cama de Lamai y preferí traerlo aquí, antes de que ella se diera cuenta y se enojara con nosotros.

-¿Y crees que yo no me molestaré por eso?

-A lo mejor si, pero yo te he dicho la verdad, eso debe contar un poco para que no me regañes.

-Compraremos todo lo necesario para que lo cuides después de que lo llevemos el veterinario- suspiro Gulf no podía hacer nada ya que el gatito era muy pequeño y no tenían una caja de arena -Ahora debes regresar a la cama, yo también tengo que hacerlo, no podemos pasar toda la noche sentados aquí.

-Quedemonos solo un ratito mas- pidió con un puchero el niño -Solo hasta que Hazard se duerma... Después puedes acompañarme a mi habitación.

-Esta bien, nos quedaremos un ratito más.

Al día siguiente Sunan fue el primero en despertar, en la enorme casa todo estaba en silencio, no había ningún niño corriendo o gritando, nadie estaba saliendo y entrando de la casa, no se escuchaba el ruido de los camiones en movimiento a lo lejos transportando los cerdos, no habían nueras hablando sin cesar con su esposa, ni hijos sugiriendo nuevas formas de hacer crecer el negocio o como ser más ecologicos.

Nada de eso se podía escuchar esa mañana, por fin podía sentir un momento de paz y tranquilidad, por eso le gustaba despertar temprano, amaba a su numerosa familia, incluyendo a sus nueras y su único yerno que tomaba cualquier oportunidad en la que pudiera desaparecer con su hijo, pero un descanso de vez en cuando no le hacia mal a nadie, era bueno pasar tiempo a solas disfrutando de una buena taza de café mientras contemplaba el amanecer.

Por ello salió de la cama y dejo a Sari durmiendo un rato más, se puso sus pantuflas y una bata encima de su pijama y salió de la habitación, como lo sospechaba todas las puertas estaban cerradas, todos estaban disfrutando de su descanso, bajo lentamente las escaleras observando los retratos de cada miembro de su familia, suspirando mientras sus recuerdos llegaban a su mente como todos los días.

Ahora Somos Una FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora