La mañana se convirtió en tarde cuando Severus la dejó descansar. Estaba limpiando su último lote de poción para el crecimiento muscular cuando la oyó revolverse, con un suave maullido que flotaba por las habitaciones, haciéndole levantar la ceja. Se movió lo suficiente como para asomarse a la habitación. Tenía las manos por encima de la cabeza, colgadas sobre el respaldo, dobladas por los codos y en ángulos extraños. Tenía una pierna colgando sobre el borde y la otra doblada apoyada en el brazo. Parecía tan incómoda que Severus no podía imaginarse poder dormir así.
Ella arqueó un poco la espalda dejando escapar otro suave ruido una suave sonrisa en su rostro. Severus sacudió la cabeza y volvió a su tarea. Supuso que un almuerzo estaría bien y se dirigió a su nevera. No le quedaba mucho, frunció los labios mientras sacaba algo de pan y un poco de pavo. Esa mañana se las había arreglado con los huevos y las tostadas, supuso que un poco más de proteína no le vendría mal y se puso a prepararles los sándwiches.
Hermione estaba en un lugar muy tranquilo. Su mente flotaba como si estuviera en una nube. Era la primera vez desde que tenía conciencia de sí misma que se sentía tan bien. Sus ojos en el sueño miraban un hermoso cielo azul y suaves nubes en movimiento. Podía sentir a alguien cerca de ella, con ella. Su presencia le proporcionaba un consuelo inconmensurable.
Podía sentir una sonrisa en su rostro cuando la persona que la acompañaba le pasaba las manos suavemente por los costados, era un toque suave y tranquilizador, que la hacía sentir aún más a gusto. No quería dejar este lugar, nunca. Era perfecto. Giró la cabeza tratando de encontrar el origen de esas manos. Su cerebro vio, pero no registró, un rostro que se movía sobre el suyo. La imagen de su cuerpo cerca de la suya se perfilaba de forma oscura, su rostro era demasiado borroso para reconocerlo. A su yo del sueño no le importó, como si su corazón ya lo supiera.
Suspiró felizmente cuando esas manos errantes la acercaron, la sensación de su cuerpo presionado contra el suyo derritió todos los miedos, todas las preocupaciones en la nada. Su cuerpo correspondió envolviendo sus anchos hombros. No quería que esta sensación terminara nunca. Los acercó más escondiendo su cara en su cuello. Un suave olor llegó a sus sentidos y justo cuando estaba segura de identificarlo, el sueño se disolvió dejándole sólo una sensación persistente.
Hermione volvió en sí con un gemido y un fuerte suspiro por la nariz. El mundo que la rodeaba empezaba a ser más claro. Sus oídos captaron pequeños sonidos de la cocina y supo dónde había estado su cuidador. Hizo otro ruido suave mientras se estiraba un poco. Los músculos le dolían ligeramente por la extraña posición en la que se había movido desde el sueño. Dejó escapar un suave bostezo y se llevó las manos al regazo flexionando los dedos.
Severus cogió los platos y se giró hacia la sala de estar, tomó nota de su cambio de posición, satisfecho de que sus sospechas de que se había despertado fueran válidas.
"El almuerzo". retumbó, observando como ella daba un pequeño respingo antes de sonreírle tímidamente. Consiguió levantarse pero luchó con la pierna que había caído sobre el borde. Tembló antes de inclinarse usando los brazos para volver a colocarla en el salón. Severus se sentó en su silla apoyando sus platos en los brazos.
"Tengo algo que te ayudará en eso". Sacó el frasco de su bolsillo sacando el tapón, lo puso en la mano ya extendida de ella.
"Gracias". Su voz era ligera, sin rastro del peso que llevaba antes. Lo pasó por debajo de su nariz; no sabía por qué lo había hecho, pero lo hizo. Hizo una pausa antes de inclinar la cabeza hacia atrás y tragarlo en tres grandes tragos. Hizo una mueca sacando la lengua: "Ugh... cereza...".
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𝐸𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 [𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒]
FanfictionCinco años, habían pasado cinco años desde la batalla por Hogwarts. Cinco años para que los alumnos que sufrieron aquel día siguieran adelante con sus vidas. Para amar, para reír, para casarse. Cinco años desde aquel fatídico día que dejó a la bruja...