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"They send me away to find them a fortune
A chest filled with diamonds and gold"

-Hinoe, miembro de ANBU Raíz, tengo una misión para tí. Es importante que no falles, eres el ANBU en el que más confío.

Un hombre anciano cubierto de vendas y que sostenía un bastón de madera se erguía frente a una chica arrodillada de no más de doce años, con larga cabellera roja y una máscara de zorro.

-Hai, Danzō-sama.

-Te ordeno que busques y encuentres las ruinas de Uzushiogakure no Satō y me traigas todo lo que haya ahí. Es importante que Hiruzen no se entere para nada, ¿Está claro?

-Hai.

-Partirás mañana a primera hora, no importa si hay un "incidente" o no.

-Hai.

"The house was awake, the shadows and monsters, the hallways, they echoed and groaned"

La chica desapareció en un estallido de velocidad, reapareciendo en el pasillo que conducía a esa sala. Caminó aún con la máscara cubriendo su cara, y el rostro impasiblemente invisible ante los gritos y lamentos de los prisioneros de Danzō, que esperaban a la tortura o acababan de salir de ella. Las enormes sombras que se deformaban en las paredes parecían cernirse sobre ella, como bestias acechando a su presa.

Salió de la entrada oculta de la sede de Raíz, escabulléndose tan ágil como un zorro por los tejados hasta llegar a su pequeño departamento en un edificio de la zona roja. Se quitó el uniforme y la máscara, llenos de sangre ajena y se dió un baño.

Salió de la ducha con una toalla envuelta en el cabello y otra en el cuerpo, se vistió y solo entonces miró al calendario. Era 9 de Octubre por la noche, al día siguiente empezaría el ritual satánico de cada año. Durmió intranquila, como todas las noches.

"I sat alone, in bed till the morning
I'm crying, "They're coming for me""

La ojizafiro despertó al oír un estruendo en la calle, una hora antes del amanecer. Decidió prepararse para huir a su misión y dejar un cebo en "casa" para que no la siguieran tan fácilmente. Lo preparó todo con la cautela que caracterizaba a un ANBU de élite, tratando instintivamente de no hacer ruido para que no la descubrieran.

Al terminar, se sentó en la cama, esperando a los primeros rayos del sol, su señal para irse. Unas lágrimas silenciosas descendieron por sus mejillas, sin que ella se diera cuenta, recordando años anteriores, cuando Danzō aún no la reclutaba.

Los aldeanos y algunos ninjas la perseguían con palos, kunais, antorchas, trinches o lo que tuvieran a su alcance para intentar matarla. Afortunadamente, su contraparte se había asegurado de curarla cada vez que eso pasaba.

"And I tried to hold these secrets inside me
My mind's like a deadly disease."

Nunca quiso decirle nada al viejo Hokage sobre esto, al principio para no preocuparlo. Pero cuando llegó a un extremo demasiado grande, decidió contarlo todo.

¿Le creyó? ¡Claro que no! ¿Qué daño podría hacerle un indefenso aldeano con un puesto respetable en el consejo a la poderosa Jinchūriki del Kyūbi?

Le dijo que tan sólo habría sido una mala pesadilla. La pelirroja sabía que no lo era. Insistió en ello, incluso le mostró las cicatrices permanentes que habían quedado grabadas en su piel. Pero Hiruzen solo daría una calada a su pipa y la despediría "amablemente" diciendo que estaba ocupado, sin mirarla ni una vez. Entonces, ella pondría cara de boba inocente y diría con voz chillona "¡Está bien dattebane!", tal como había aprendido, y haría en los años siguientes para que nadie se enterara de nada.

𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 𝙐.𝘼. 𝙙𝙚 𝙐𝙯𝙪𝙢𝙖𝙠𝙞: 𝙀𝙡 𝘾𝙡𝙖𝙣 𝙀𝙭𝙩𝙞𝙣𝙩𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora