Valió la pena

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Eiden observaba en completo silencio el camino de regreso, apoyando su cabeza en la ventana en el interior del lujoso auto deportivo.

Iker miraba de soslayo al chiquillo, se asombraba de su temple en situaciones de estrés, de su independencia.
Sería un deleite verlo crecer y transformarse en un apuesto hombre adulto, y estaba a un día de ser libre de aquel tarto hecho por su padre, Iker quería estar junto a Eiden en toda esa etapa y en las que vinieran.

—No has cenado Eiden, ahora que lleguemos ordenaré que te preparen algo de cenar y que pasen tus pertenencias a mi recámara. Iker notaba la mirada y el semblante sombrío del chico y tenía toda la intención de animarlo.

Eiden seguía ensimismado en sus pensamientos, anhelando no tener que fingir amar a alguien que ya amaba. Soñaba con permanecer a lado de la única persona que, a pesar de temerle al principio, junto a él se sentía seguro y protegido.

—Como guste respondió cabizbajo el muchacho, sin siquiera mirarlo.

—¿Qué te sucede?, Iker quería saber exactamente que sentía el muchacho.

—Nada, solo estoy cansado, suspiró el chico con desilusión.

Ver al chico así, desanimado y triste desconcertó a Iker.
—Sabes Eiden, me sorprendiste gratamente, yo no hubiera manejado una situación así con esa temple con el que encaraste a Mónica, y tú mi pequeño no temiste enfrentarla.

Eiden miró fijamente a Iker, parpadeando varias veces hasta poder articular bien las palabras. —Yo... Yo solo me cansé de que te... de que le aseche con insistencia.

Iker sintió una punzada de triunfo, pero quería estar seguro. —Eiden ¿estás celoso?

El muchacho de inmediato al escuchar aquella pregunta, se sonrojó de manera violenta.

—No... No lo sé señor.

Iker volteo a verlo, con una mirada tierna solo para el chico.

—Eiden, llámame por mi nombre, me gusta cuando lo haces.

—¿Es para sonar más creíble?,
el muchacho cabizbajo miraba hacia el exterior de la ventana, mientras el auto se adentraba al garaje, tratando de ocultar las lágrimas que en cualquier momento empezarían a caer.

Iker estacionó el auto dentro del amplio lugar, y volteó a ver al chico, —No, es porque quiero que me llames así de ahora en adelante, —y... Sonriendo de manera traviesa añadió, —aunque también puedes llamarme bebé, amor o amo, Iker aprovechó que el muchacho no captaba el mensaje, y besó su cuello, quien lo miraba con esos entrañables ojos que ahora derramaban lágrimas.

—¿Amor, bebé, amo?... Eiden sonrió confuso.
Iker lo tomó de las manos, —Mírame, quiero que te quedes a mi lado Eiden. Quiero ver cómo te transformas en un adulto maravilloso, quiero enseñarte cosas de adulto y alejarte de sentimientos tristes, además de que solo tú puedes ayudarme a sanar mis heridas.
Iker deseaba con todo su ser que Eiden le creyera, que lo aceptara en su vida, ya que por primera vez Iker necesitaba pertenecer a ese chico tan dulce.
—Quiero enseñarte un mundo maravilloso y desconocido, deseo que mejores y te superes, quiero ser tu primer y único amor... El único.
Diciendo esto Iker tomó al chico por la nuca hasta atraerlo a sus labios.
Al principio fue un suave y casto beso, después fue más demandante, más invasivo, arrancando suaves gemidos a Eiden quien intentaba torpemente seguir el ritmo de Iker.
El mayor se alejó para controlarse o terminaría tomándolo ahí mismo, en ese estrecho espacio.

—Dime Eiden, Iker sonaba ansioso, —¿aceptas estar junto a mí?

Eiden lo miró, y sonriente jubiloso lo abrazó por el cuello, pero de inmediato se detuvo y cambió su expresión a una sombría, —¿qué puesto me ofreces ahora?.

Contrato Inesperado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora