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POWERFUL COUPLE

—El chakra se siente más pesado en esta zona —mencionó Madara—. Después de que termine deberíamos ir a investigar.

Hashirama asintió, sentía sin problemas la inmensa presencia. Se dedicó a mirar con bastante atención como Madara reparaba con aguja e hilo su capa. La utilizaba como abrigo, el viento otoñal golpeaba mucho más fuerte en las tierras donde se encontraban, se había rasgado en una batalla que habían tenido hace unos días; Al parecer ladrones o ninjas renegados frecuentaban pueblos pequeños.

Le pareció maravilloso que Madara reparara su capa, por un momento había pensado en comprar otra. Que tontería y desperdicio, le había dicho Madara antes de ofrecerse a arreglarla. A Madara le gustaba demasiado (era su nuevo pasatiempo favorito) comprar cosas en los locales de las aldeas que visitaban, bueno, solo lo que consideraba necesario. Y, justamente, hace unos meses había rasgado su haori al estirarlo de más así que había comprado aguja e hilo, lo que resultó perfecto para este momento.

Quiso preguntar dónde había aprendido a reparar prendas pero prefirió mantener silencio al razonar posiblemente dónde, cómo y las circunstancias en las que lo había hecho. Madara le había hablado sobre lo que vivió dentro de los Uchiha, le había hablado de su abuelo. Después de la muerte de Tajima, Izuna y él quedaron bajo el cuidado de su abuelo materno y uno de los miembros del consejo Uchiha. Si ese viejo estúpido estuviera vivo lo mataría él mismo por como hizo sentir y como trató a Madara por el simple hecho de ser un doncel. Estaba seguro que si Izuna hubiera sido solos unos años mayor de lo que era en ese momento, por órdenes del viejo, sería el sucesor de Tajima.

E Izuna en vida odio demasiado a los Senju, él jamás habría aceptado la alianza. Y a Madara se le habría prohibido pelear, como sucedió mientras vivía con ese viejo pedante.

El estúpido viejo no quería aceptar que Madara era el más fuerte.

—¿Me la cambias? —La voz de Madara le hizo volver al presente—. Creo que la tuya es más bonita que… —Detuvo su habla al recibir un suave empujón en su cabeza por parte de Hashirama.

—Cálmate, mora, ya te he regalado mi Haori. No puedes robar toda mi ropa. —Madara arrugó la nariz y lo miró como un niño pequeño cuando no consigue lo que quiere.

—No me llames de esa forma. —Madara no se conformó con la respuesta que le dio Hashirama, en la primera oportunidad donde se distrajera cambiaría las capas. Eran prácticamente iguales, sólo que la de Hashirama era más grande (por lo tanto lo abrigaría más) y tenía bordes grises cuando la suya tenía bordes azulados. Un azul bastante oscuro.

—Lo mismo decías cuando te llamaba Maddy… Ahora eres una mora ladrona. —Sabía que decirle mora a Madara le molestaba—por eso lo seguía haciendo—, puesto que el apodo surgió desde que se había comido nueve mini pasteles de mora. Madara no sabía cuándo amaba las moras hasta el momento en que su lengua, sus dedos y comisura de su boca estuvieron manchados en un lindo color ciruela. Dejando de lado la afición de Madara con las moras, estaría muy atento a todos sus movimientos, no permitiría que le robara su capa. Podía dársela, pero le gustaba la carta de frustración de Madara cuando no conseguía lo que quería.

En estos últimos dos años habían recorrido de todo—Zonas desérticas, montañas empinadas y rocosas, incluso habían visto por primera vez un pueblo repleto de nieve. En Konoha muy pocas veces nevaba—Con todo lo que habían vivido hasta ahora, aún habían lugares que deseaban visitar, y lo harían, su viaje no estaba ni cerca de terminar. Hasta ahora, habían capturado cuatro bestias, sin contar al Kyūbi. A Hashirama siempre le causaba gracia cuando le tocaba explicar a Tobirama a través de cartas donde guardaban los pergaminos donde estaban las bestias selladas. Era extraño decir que están selladas en un pergamino y ese pergamino está sellado en un pequeño pergamino de bolsillo.

𝖸𝗈𝗎𝗋𝗌 | 𝖧𝖺𝗌𝗁𝗂𝖬𝖺𝖽𝖺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora