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-Está bien, lo hiciste bien- Acariciaba mi cabeza de forma lenta cambiando el tramo de sus movimientos, como si estuviera trazando un mapa sobre mi casco.

A decir verdad me sentía mucho más libre, la presión y el odio que tenía dentro de mi ahora parecían haber desaparecido casi por completo.

Levanté mi cabeza y me acomodé para sentarme al lado de Dante, él puso su palma izquierda sobre una de mis mejillas, me miró de forma piadosa y tierna, como si la imagen que tuviera frente suyo no fuera la de una loca que lo acababa de golpear e insultar, si no la de una dulce niña que buscaba ayuda, y la verdad es que entre ambas imágenes no habían mucha diferencia en cuanto a lo que yo sentía.

-Discúlpame, en verdad aunque no deba decirlo, me alivió el haberte golpeado-.

-Gracias, supongo-. Se comenzó a reír de forma irónica a la vez que yo me sonrojaba e intentaba ocultar mi cara con mis manos.

Nos quedamos un buen rato sentados mirando por la ventana, el gomero seguía agitando sus ramas debido al viento, no quería moverme nunca del lado de Dante, me hacía sentir tan protegida que sus brazos eran la única zona de confort que querría tener en toda la vida.

-¿Quieres que nos recostemos en la cama?- Me hice a un lado y miré a los ojos a mi compañero, quería besarlo, el impulso de querer probar el sabor de sus labios se apoderaba de mi al ver de mejor manera su rostro, mis manos clamaban el recorrer su piel con las yemas de mis dedos a la vez que juntaba sus labios y los míos.

-S-si, claro- el impulso no había desaparecido, pero a decir verdad la vergüenza por ese momento me ganó, él pareció notar mi nerviosismo y apenas nos recostamos se posicionó sobre mi, y mientras me miraba desde arriba sentía que su mirada no expresaba emoción alguna, como si esperase que yo a través de mis ojos le transmitiera lo que sentía para que él pudiera sentir lo mismo.

-¿puedo besarte?.

Mi pecho comenzó un vaivén a la vez que mi respiración había comenzado de a poco a acelerarse, acerté a tan solo asentir con la cabeza, Dante comenzó a bajar lentamente y ya cuando escuchamos al otro respirar lo suficientemente cerca nuestro, cerramos nuestros ojos al mismo tiempo y nos besamos.

Podría describir el beso entre una mezcla de lujuria y una ternura increíble. A pesar de querer más de él, lo quería de una forma tierna y delicada, tanto así que en vez de tener sexo hubiéramos hecho el amor.

se movía lentamente y me atrevería a asegurar que el aire que pasaba entre nuestras bocas olía a dulzura. Dante comenzó a mover su mano hacia mi cuello y contrario al pensamiento de que me ahorcaría, de una forma placentera y delicada me acarició con sus dedos casi imperceptibles debido a su suavidad.

Quería expresar mi amor, ¿pero qué amor? ¿realmente lo amaba? no lo creo, tal vez solo tenía la necesidad de decirle a alguien que lo amaba para sentir que me protegería, que me cuidaría como yo deseaba y necesitaba que lo hicieran, decirle te amo solo hubiera demostrado mi necesidad de compañía.

Cuando nos separamos -a pesar de tener deseos insaciables de querer seguir explorando su cuerpo-, dejé que me besara la frente y que se moviera de encima, para así quedar lado a lado mirando los adornos de la muralla de enfrente, allí donde había un mueble con una fotografía de Raúl y yo en una de nuestras primeras citas. No estaba segura de que Dante la haya visto, o si le tomó alguna importancia, mientras tanto yo, no podía parar de observarla y de un instante a otro me transporté a ese día.

A ese día de clima otoñal, donde las nubes no se interponían en nuestro camino y en donde la brisa que corría no levantaba las suficientes hojas del suelo como para impedir que no pasáramos entre ellas, iba de la mano con Raúl mientras caminábamos por la calle, y a pesar de no sobresalir de entre los demás recuerdo que me sentía como la persona que más destacaba, y eso era gracias a él.

Él me hacía sentir bien al principio de todo, me hacía sentir singular y que era la persona más especial de todas, se la pasaba diciendo lo mucho que le gustaba y que esperaba que nunca cambiara mi forma de ser y que nunca lo dejara.

¿nunca dejarte?.

Amar sin saber amar está bien, supongo, nadie nace sabiendo amar, pero amar y depender está mal, y lo digo por que lo sé.

Amar no es simple, el amor -para mí- conlleva el mismo dolor que cualquier otro sentimiento, amar y que no duela es como dormir sin descansar, es como comer sin apetito, es como morir y no morir en realidad. 

-¿Puedes decirme lo que piensas?-.

De un momento a otro salí del trance en el que me encontraba y volví a la realidad, Dante estaba esperando mi respuesta, y yo sin más opción que la sinceridad le contesté.

-¿Crees saber amar, Dante?-.

ADONISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora