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Al otro día desperté gracias a la alarma que tengo programada en mi celular, vi la hora y eran exactamente las seis y media.

Sacudí los hombros de Raúl logrando que despertara, me miró con los ojos entrecerrados a la vez que ponía la palma de su mano derecha sobre su frente, debió despertar con jacqueca debido a lo mucho que bebió ayer.

-Mhm, que sucede? quiero seguir durmiendo -Miró a su alrededor, al parecer recordando lo que había hecho ayer -Veo que limpiaste, gracias.

Me besó la frente y sin decirme ni una otra palabra se giró en el sillón con la intención de seguir durmiendo, me quedé allí con un nudo en mi garganta viendo como se acomodaba para conciliar nuevamente el sueño, sentía tanta impotencia y dolor al mismo tiempo que solo acerté a levantarme e ir al baño para ducharme, no tenía ánimos para discutir, quería tan solo sentir un poco de amor como el que Raúl en tiempos pasados solía darme.

Diez minutos después de una ducha me vestí en nuestra habitación, mientras que desde el comedor se podían escuchar los ronquidos de Raúl, bajé las escaleras y del refrigerador saqué mi almuerzo, revisé el reloj que está colgado en una de las murallas de la cocina y vi que marcaba las siete y quince, subí por última vez para buscar mi cartera y en lo que voy bajando por las escaleras escuché la bocina de un auto, sonreí tontamente al saber que era Dante ya que siempre que puede viene a buscarme para llevarme al trabajo (debido a que ambos pertenecemos a la misma empresa, es más, gracias a Dante conocí a Raúl).

Me despedí de Raúl con un beso en su mejilla soltando un -Espero te vaya bien en tu entrevista de hoy, cuentame cómo te va, te amo-.

Abrí la entrada principal con una sonrisa y mientras Dante me saludaba desde el puesto del piloto puse el pestillo a la puerta, lo saludé de vuelta mientras subía al auto y cerré la puerta del vehículo.

El camino fue silencioso e incluso podría decir que un poco incómodo,
yo no soy buena entablando conversaciones con nadie y admito que me gustó el silencio del viaje, Dante me miraba por el espejo del retrovisor mientras yo miraba por la ventana y a la hora de corresponderle la mirada, él desviaba su vista hacia adelante.
nuestro trabajo está a veinte minutos de mi casa pero por razones de tráfico llegamos tarde.

Apenas llegamos me despedí dándole las gracias y apurándome en bajar, mientras él se dirigía al nivel menos uno en donde está ubicado el estacionamiento de la empresa.

Entré en mi cubículo y Dante luego de un rato llegó a nuestro piso y se dirigió a su oficina, demás está decir que tiene un rango en la empresa superior al mío. Cuando se supo que Dante sentía una atracción por mi, surgieron muchos rumores por parte principalmente de nuestras compañeras, de que quizás a mi me beneficiaba estar con él, que iba a elevar mi grado en la compañía y que ganaría mucho más dinero, al final desmentí todo ya que Dante no le tomaba importancia y para él solo eran "Estupideces que la gente dice por envidia".

Eh de admitir que Dante es todo un Adonis, cada mujer que lo conoce es otra más a la lista de pequeñas admiradoras las cuales tiene; Es alto, mide algo así como uno ochenta y cinco, su pelo es color miel y sus notables ojos son color pardo, sus contorneados labios resaltan por su color rosado y su piel trigueña enloquece a quien se le cruce, su personalidad es cautivadora y atrapante, su mirada  es algo seductora y a la vez sobria mientras que su actitud de caballero afirma más lo que han dicho algunos sobre él "una persona tan cautivadora conlleva millones de misterios".

-¿Qué piensas?- Me interrumpió Ximena, una de mis compañeras de trabajo -Estás mirando a Dante embobada, deberías disimular siquiera ¿no? jaja- Dijo mientras se daba vuelta hacia su computador para seguir trabajando.

ADONISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora