Capítulo 46

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Maldición... No pudo usar ningún tipo de Postura... No puedo perder... Yo no pierdo!! Soy Muzan Kibutsuji... Rey de los Demonios... Y un grupo de humanos no me vencerán!! El demonio estaba pasando muchas emociones en ese momento, podía ver todo en camara lenta

No perderé... No perderé... No perderé!! Estaba comenzó a empujar sus muñecas contra las nichirin de Tanjiro y Rengoku que lo miraban con una mezcla de sorpresa y miedo

- más rápido Nee-san!! - le grito Shinobu que empujaba más fuerte su nichirin en la pierna del demonio que lentamente estaba tratando de forcejear

Maldita zorra... Muzan la maldecia... No, a las dos mujeres las maldecia. A Tamayo y a Kanae Kocho que habían arruinado siglos de planeación

- se mutilo las manos!! - Rengoku grito con horror mientras que veía como el demonio se cortaba las manos

- se mutilo las manos!! - Rengoku grito con horror mientras que veía como el demonio se cortaba las manos

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Que... Donde estoy?? Había desaparecido ya no estaban los Pilares delante de él. Había terminado y no se había dado cuenta?? Estaba muy equivocado. Solo sintió un brazo atravesar su vientre

- es una lástima... Mientras que estas aquí. Tu cuerpo se regenera. Si... Pero el Veneno en mi sangre te está arrebatado el control del cuerpo de Tomioka Giyu - Tamayo, esa maldita mujer se estaba burlando de él. Quería quitarle aquel perfecto cuerpo que tenía ahora

- tu... Tu estas muerta... Y Yo ganaré - Muzan dijo pero si voz solamente fue un suave susurro oscurecido por el miedo, simplemente escucho una suave risa de parte de la fémina

- si, estoy muerta... Y cuando Tomioka Giyu recupere su cuerpo. Tu también lo estarás... Me pudrire en el infierno, lo sé perfectamente... Pero al menos te llevaré conmigo - porque... Porque ahora se sentía diferente. Porque se volvía a sentir aquel sentimiento que creía haber perdido cuando se volvió un demonio. El miedo

No... Yo... Yo gane... Este es mi cuerpo... Yo soy Giyu... Su mente estaba sumergida en un frenesí de imágenes de todo lo que había vivido. De ser ese débil y enfermizo hombre que podía morir en cualquier momento a rozar a ser un Dios perfecto

 De ser ese débil y enfermizo hombre que podía morir en cualquier momento a rozar a ser un Dios perfecto

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