-Prólogo

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Era una noche lluviosa en el bosque espiritual.

La luna hace tiempo se había ocultado entre las nubes, sumergiendo al bosque en la oscuridad.

Una atmósfera siniestra cubría el bosque y las bestias espirituales asechaban en la oscuridad en espera de una presa.

Un cultivador novato que había venido a recolectar yerbas espirituales se quedó petrificado al sentir las miradas llenas de intensión asesina de las bestias.

Este cultivador provenía de una secta pequeña que apenas podía mantenerse a flote, naturalmente, no podían nutrir con hierbas espirituales y las píldoras a todos sus cultivadores como las grandes sectas, así que las reservaron para los cultivadores con más potencial de la secta; los demás debían recolectar sus propias yerbas y, si tenían suerte, podían comprar una que otra píldora de bajo grado.

Evidentemente, el pequeño cultivador no era uno de estos discípulos de gran potencial; su talento podría considerarse casi igual a mediocre, por lo que todos los días a mediodía iba al bosque a recolectar yerbas para nutrirse.

Por lo general solo merodeaba por las orillas del bosque y recogía una que otra yerba un poco útil, pero hoy fue un poco codicioso y se adentró un poco más en el Bosque Espiritual.

El pequeño cultivador que se encontró con muchas yerbas que creyó nunca podría tocar, dejó que su codicia le ganara y se fue adentrando más y más; sin darse cuenta de que el sol se ponía.

Para cuando volvió a sus sentidos, ya era de noche y la lluvia empezó a caer.

El pequeño cultivador miró a los lados, pero no pudo recordar el camino que había tomado.

Comenzó a entrar en pánico.

Luego sintió como era rodeado por una manada de bestias espirituales.

El pequeño cultivador se congeló de horror y se abofeteó internamente; ahora tenía muchas yerbas preciosas en sus manos, ¿pero de qué servían si iba a ser devorado por bestias espirituales?

En su interior prometió que, si lograba salir vivo de esta, iba a ser honesto por el resto de su vida y nunca más caería ante la tentación de ninguna riqueza.

¡Gruñido!

El pequeño cultivador no pudo evitar sostener su corazón al escuchar el gruñido de las bestias.

'Se acabó', pensó con horror y cuando vio como una bestia sacaba los colmillos y apresuraba hacia él, cerró los ojos con pánico y esperó su muerte.

La escena del pequeño cultivador a punto de ser devorado cayó en los ojos de cierto hombre que vagaba por el bosque.

El hombre no sabía qué le había picado, pero de repente quiso realizar un acto noble.

'Solo espero que me mate rápido...', pensó el pequeño cultivador que esperaba su muerte pacientemente.

Inesperadamente, antes de que llegara el dolor esperado, en el bosque resonó el agudo grito de dolor de una bestia espiritual.

El pequeño cultivador abrió los ojos estupefactos y se encontró con la impactante escena de la bestia que se acercaba a devorarlo, siendo rebanada en dos por una poderosa intensión de espada.

Las demás bestias que rodeaban al cultivador se alejaron aterradas.

El pequeño cultivador se quedó petrificado hasta que un orbe de luz se posó frente a sus ojos y una grave voz masculina le habló:

"Síguela, te llevará a la entrada del bosque"

Era una voz verdaderamente buena que haría que las cultivadoras femeninas sintieran que sus oídos habían sido embarazados.

El hermano del protagonista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora