Amor de Neko

Extras Peludas.

Indra abrió los ojos con suma pesadez, encontrándose como primer imagen al despertar con el mimbre de la pequeña canasta, la cual había utilizado para reposar toda la mañana.

Se incorporó con actitud apática, haciendo enseguida algunos estirando su lomo, echando para adelante sus patas delanteras, a continuación estiró sus extremidades traseras. Necesitaba activar lo músculos que se habían entumecido con la siesta.

Con la elegancia característica de los gatos negro, empezó a caminar por la habitación de Naruto, buscando a base de maullidos a los dos seres más importantes para él: Ashura, su pareja, y Shirou, su ahijado.

-Indra, ¿Dormiste bien?-llamó Naruto alegremente, adoraba a su michi aunque fuera algo quisquilloso y posesivo con él y sus allegados. Como olvidar esas anécdotas en donde atacó a Sasuke por celos o cuando también le siseó por acercarse al gato blanco.

Sin embargo ahora eso había quedado atrás, ese comportamiento había menguado un poco. Por lo tanto ya podría brindar mimos a ambos felinos sin preocuparse de un ataque.

El Uzumaki se agachó únicamente para acariciarlo levemente el lomo y la coronilla, observando de inmediato como el lenguaje corporal de Indra evidenciaba que disfrutaba del contacto, pues deslizaba ligeramente su cuerpo para recibir aquellas agradables sensaciones, ronroneando en el proceso. Naruto sonrió, no existía mejor recompensa que verlo complacido.

En la opinión de Indra, pese a que el blondo podría ser un atolondrado y distraído en ocasiones, contaba con un gran corazón, por eso lo amaba tanto. Jamás se arrepentiría de haberle abierto su corazón a ese humano, no sólo le regalo un techo y comida, sino también cariño para él y su "cría".

-Si estas buscando a Ashura y Shirou, los dos están en el salón-informó el rubio, deteniendo sus mimos, centrando sus ojos azules en los del felino, el cual le prestaba toda su atención.

A pesar de que el animal padecía heterocromía, otorgándole ese aire místico e intimidante, al Uzumaki ya no le causaba alguna incomodidad, sino más bien fascinación y cariño. Ese contraste entre el azul-violáceo y ambar resultaba encantador.

Sumado a que el aspirante a Hokage estaba tan acostumbrado a las interacciones entre sus distintas mascotas que cuando veía al gato negro en modo rastreador, esto era volteando a distintas direcciones, era signo obvio de que buscaba a sus compañeros de juegos.

Indra traía la cola elevada, reflejando un comportamiento receptivo con su ambiente, prosiguiendo con su tarea, acudiendo a la pieza donde un gato albo y un perro castaño pequeño descansaban bajo un rayo cálido del sol.

El felino oscuro aceleró el paso, produciendo suaves ruidos con sus patitas peludas. Alertando a las otras dos criaturas que estaban descanzando, no eran ciegos ni tampoco estaban dormidos para no percatarse de la presencia del recién llegado.

Ashura ladeó la cabeza en dirección al ruido repentino, al comprobar la identidad del visitante inoportuno, volvió a su posición de reposo; por su parte Shirou, que había crecido un poco más en estos meses, levantó la vista con curiosidad, siguiendo con su mirada canina cada movimiento de su "padrino Gatuno", al unísono que movía la cola, tal vez Indra venía con intención de jugar un rato.

Una vez que el micifuz de ojos dispares estaba cerca de ellos, se echó al lado del felino níveo, frotándose contra el cuerpo del otro. Contemplar ese nivel de compañerismo, le provocó a Naruto una buena dosis de ternura, había estado observando el comportamiento de Indra, tenía ese gusto culposo, satisfecho con lo visto se retiró a realizar sus quehaceres pendientes.

Con la presencia humana ausente, y acomodado junto a su ser amado, el miau sombrío avanzó con el propósito, que había rondado en su cabeza desde que despertó, iniciando una serie de lamidas efusivas sobre el pelaje de Ashura.