Capítulo Cinco {final} - Eterno (2/2)

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Tuvo que pasar un buen rato antes de que Kyungsoo dejase de llorar. Jongin siguió abrazado al menor, calmándolo, mientras se mordía el labio inferior para reprimir sus propias lágrimas, aunque ya estuviera sintiendo más emociones de las que podía soportar. Kyungsoo le preguntó lo que había sucedido, y entonces Jongin comenzó su larga explicación de lo que le había ocurrido durante la semana que habían pasado el uno lejos del otro.

Había muerto.

Jongin dijo que en el momento en que la maldición se rompió, sintió que se estaba muriendo de dentro hacia afuera; que lo que deseó que ocurriera durante los 700 años que había vivido solo, finalmente se estaba haciendo realidad.

— ¿Ves? —Jongin le mostró los brazos, con las palmas hacia abajo—. Las cadenas ya no están.

Girando la mano izquierda, mostró en su muñeca la frase escrita en rojo, con las letras en italiano que marcaban su destino.

— Aquí dice: «cuando encuentres el amor, morirás» —susurró Jongin, y Kyungsoo lo miró confundido.

— Pero tú no te has muerto —murmuró Kyungsoo, notando que las lágrimas volvían a invadir sus ojos—, estás aquí.

Sí que me he muerto, Kyungsoo —dijo el mayor seriamente, y Kyungsoo se estremeció mientras se alejaba de él.

— ¿Qué quieres decirme con eso, Jongin? —el menor se mordió el labio inferior para evitar un sollozo.

El más alto esbozó una sonrisa y tiró de él para abrazarlo.

— Veo en tu expresión que estás pensando lo que no es. Déjame seguir con la historia, por favor. Una parte de mí se murió, sí, pero a fin de cuentas, tú conseguiste salvarme. Si estoy aquí, es gracias a ti.

Jongin estiró su brazo derecho y le mostró su otra muñeca. Exactamente como la frase escrita en italiano de la muñeca izquierda, ésta también estaba marcada con el color de la sangre. Pero el significado de las palabras era otro.

— En la muñeca izquierda dice que cuando encontrase el amor, moriría... Pero en la muñeca derecha dice que sólo cuando el amor me encontrase a mí, viviría. Tú me encontraste, Kyungsoo. Tú me salvaste la vida.

Toda maldición siempre tiene dos caras, como una espada de doble filo. Siempre hay forma de romper una maldición, aunque a simple vista parezca irreversible. Aunque la bruja que había condenado a Jongin a una vida eterna, vacía y sin sentido quisiera que lo siguiera siendo por toda la eternidad y que cuando fuese feliz, muriera... Bueno, aunque ella hubiera querido eso, no podría evitar que hubiese la posibilidad de que Jongin se salvase, en caso de ser correspondido.

Algo que la bruja jamás imaginó que sucedería. ¿Quién amaría a un asesino? ¿A un ser eterno y maligno, que devoraba la vida de los demás a través de sus venas?

La bruja jamás imaginó que alguien como Kyungsoo aparecería en la vida del condenado. Que Kyungsoo amaría a Jongin, o a Kai, más que a nada en el mundo. Cuando el humano casi murió, tratando de salvar al mayor, demostró su amor de una forma mucho más significativa que si hubiese dicho «te amo».

Cuando Kyungsoo estuvo a punto de morir tratando de salvar la vida de Jongin, el corazón de éste volvió a latir contra sus costillas.

Kyungsoo alzó la cabeza ligeramente para mirar al más alto. Las lágrimas caían de sus ojos, pero no evitó sonreír cuando Jongin sostuvo su rostro entre sus manos y lo besó suavemente. Un único roce de labios que sirvió para que el menor se calmara.

Sodomia (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora