VI CAPÍTULO

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Amaneció un nuevo día y Charlotte se levantó resplandeciente, llena de energía. Se azicaló y se recojió su ensortijado pelo en un coqueto moño, un mechón de su dorado y rizado pelo resbaló sobre su frente. Fue a la habitación del pequeño Jon y lo despertó con un beso y a cambio recibió una preciosa sonrisa, le ayudó a vestirse y juntos bajaron a desayunar. Salieron a la calle y lo acompaño hasta la entrada del colegio, y se despidió de él. Después se encaminó hacia su trabajo acelerando un poco el paso. Una manzana antes de llegar a la tienda observó unas margaritas blancas, agarró un par de ellas y se las colocó discretamente en el pelo, una olor que provenía de la pastelería de la Señora Clarisse le recordó a las deliciosas magdalenas que su madre le preparaba cuando era niña, Charlotte se relamió y no pudo resistirse a la tentación y entró a comprar una. La Señora Clarisse era una viejecita dulce y amable, qué atendió a Charlotte con una sonrisa. Tras salir de nuevo a la calle Charlotte le dió un buen mordisco a la magdalena. Casi se atragantó cuando escuchó la sirena del coche de policía, que iba a toda velocidad en la misma dirección que ella. Charlotte aceleró para poder ver que pasaba y al girar la esquina, vió un grupo arremolinado de policias y gente, aceleró aún más el paso. Estaban demasiado cerca de la tienda de Madame Corvely, y el corazón se le aceleró ¿Qué habría sucedido? Se preguntó a sí misma, se hizo hueco entre la gente, miró al suelo y vió el cuerpo sin vida de Madame Corvely, una voz conocida le dijo; lo siento Charlotte, ella alzó sus ojos y se encontró con la mirada del Sr. S. Charlotte con cara de sorpresa le preguntó al Sr. S ¿qué le ha sucedido a Madame Corvely y que hace usted aquí? El Sr. S la miró fijamente y le dijo que Madame Corvely había sido asesinada, y qué la policía había requerido sus servicios, soy investigador.

CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora