VIII CAPÍTULO

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Entró alguien corriendo muy rápido en la sala.
-Que ha pasado!!! Que le ha ocurrido a mi querida madre!!! Dijo el hijo de Madame Corvely. Él tenia un aspecto un tanto descuidado no era muy viejo apenas de unos 26 años. Era cobrizo casi pelirrojo, muy delgado y alto.
-Hola, supongo que usted caballero sera el hijo de la difunta. Dijo el Sr S con mucha frialdad.
-¿Cómo? ¿Ha muerto? No puede ser, mi querida mamá. Dijo roto en lagrimas
-Lo sentimos. Dijo el Sr S refiriendose también a Charlotte.
-Perdone,  me veo obligado a hacerle unas preguntas,  aunque primero me gustaría saber su nombre. Dijo el Sr S
-Pierre Corvely,  a su disposición. Dijo balbuceando, pues no podía parar de llorar
-¿Qué ha hecho usted esta mañana? Dijo el Sr S.
- Salí temprano de casa para dar un paseo por el río Sena para despejarme.
Mientras el Sr S hacía su trabajo interrogando a Pierre, Charlotte fue a la tienda a seguir trabajando.
Mientras, la interrogación prosiguió.
-¿Alguien lo vió? Dijo el Sr S.
-No.
-Bien, ah, lleva una hoja pegada a la camiseta. Dijo el Sr S quitandosela, se guardo la hoja en el bolsillo discretamente y se despidió

Mientras, Charlotte y las demas modistas en la tienda estaban desconcertadas,  la ausencia de las ordenes y exigencias de Madame Corvely era muy grande. Así que Charlotte se puso al mando.  Bien Señoritas hay mucho trabajo por hacer aunque nuestra querida jefa no esté, hasta nuevo aviso debemos continuar con nuestro trabajo ¡manos a la obra! Y se dispusieron a trabajar mientras Charlotte atendía a los clientes. El Sr S antes de irse se hacercó a Charlotte discretamente y le preguntó que si después de su jornada de trabajo le gustaría ir a tomar café a una cafetería muy coqueta que había cerca de allí, a lo que ella respondió con un, sí y una bella sonrísa.

CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora