capítulo dos

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Aparentaba ser imposible, casi inesperado, cuando tan rápido iniciaban las clases y de inmediato nuestros profesores aplicaran exámenes. Aún podía recordar mis tiempos en la escuela primaria, donde pasábamos las primeras semanas llenas de actividades para incluirnos, y probablemente conocer a los nuevos. Los dibujos guardados en mis cajones del sótano lo podían evidenciar. Y así, repentinos recuerdos se acaparan de mi, y entonces la concentración que tenía en el libro para estudiar, fue poco a poco robado por la distracción de mis pensamientos exteriores. Eso me causaba estrés, pues en mi supuesto tiempo de estudio no podían notarse avances hacia ningún lado, continuaba estancada en el mismo tema que no comprendí en mi clase de filosofía. 

Por esta razón expulsé un suspiro de agotamiento, giré el rostro levemente para mi lado derecho justo al ventanal que mostraba la vista del jardín trasero, poco concurrido por los mismos estudiantes y vacío en gran parte del día. Pero, esta ocasión fue distinta, la presencia de un varón allí acaparó mi atención y llenó de curiosidad mi mente, ya que nunca lo había visto con anterioridad. Irreconocible su rostro ante la postura que se encontraba su cabeza, es decir, miraba sus piernas, donde descansaba un cuaderno de páginas blancas, y la hoja que mantenía a la vista ya estaba siendo ocupada por trazos que él mismo había echo. Hasta que elevó de imprevisto la mirada, para observar el árbol que estaba situado justo frente suyo, este se componía por flores diminutas color anaranjado, probablemente él las estuvo dibujando desde hace un buen rato, cuanto más visualicé su cuaderno, logré notar unas cuantas ya terminadas y otras más estando apunto de ser dibujadas. Entonces, quedé estática, aquel rostro que portaba me pareció hermoso, los grandes ojos que permanecían en los pétalos de aquellas flores brillaban sin igual, sus finos labios color cereza eran perfectos y su nariz, me encantaba. Desde que tengo conciencia jamás había visto a un chico tan atractivo, quizá sí, pero no tuve interés alguno por saber más, como lo estoy experimentando justo ahora con este desconocido. 

Entre más introducía mi observación por ese chico, le daba menos importancia en lo que me rodeaba o lo que ocurría en el interior de la biblioteca. Que provocó no percatarme de la presencia de una tercera persona, quien sólo me observó en silencio, por supuesto sin tener conocimiento de que me mantuvo distraída, fue muy cortés, tocó con delicadeza mi hombro y llamó al mismo tiempo mi nombre. De inmediato situé los ojos en él, avergonzada sin razón desvié rápidamente la mirada, pues si bien, había sido pillada mirando a un chico, que probablemente él no tenía idea que me encontré haciendo hace segundos, pero si se percató de lo concentrada que estaba mirando afuera. Más animosa volví a mirarlo, este confundido por mi actitud sonrió risueño y saludó por segunda vez, en esta ocasión con señas, agitando su mano izquierda. 

Sonreí.— Hola Taehyung. —correspondí el saludo con la misma actitud positiva y alegre que él presentaba. Kim Taehyung, un amigo cercano que así mismo conozco de hace años, gracias a Yoongi, de manera que lo considera uno de sus mejores amigos. Yoongi y él se conocieron en la primaria, Taehyung había sido transferido de un instituto extranjero, su madre era un diseñadora de modas, un trabajo que se le presentó los obligó a mudarse de nuevo a la capital de Seúl. Nosotros nos conocimos en una fiesta de cumpleaños que le habían echo a Yoongi por sus ocho años, en un juego de escondidas casualmente nos encontramos en el mismo escondite, y aunque al principio no hubo palabra alguna, me tomé el atrevimiento de romper ese ambiente incomodo. Él tímido no habló mucho en un inicio, sólo asentía y murmuraba unas audibles respuestas, no obstante continué intentando saber más de él, y más tarde, ante varios intentos, contestaba con mayor facilidad, hasta permitir externar su pensar y lo que opinaba sobre variados temas que yo emitía. Después de esa fiesta, nos volvimos unos buenos amigos, claramente a Yoongi no le agradó mucho, le molestaba que me juntara con sus amigos, quería que solamente lo tuviera a él como amigo, del mismo modo le expliqué lo que sentía, y que también me gustaría tener muchos amigos como él. Ante pensarlo por muchos días, e ignorarme por horas, aceptó, con algunas restricciones tontas, pero así logré ser más cercana a Taehyung y convertirme en una de sus buenas amigas.  

perfect + JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora