capítulo doce

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Él prevaleció ahí, sentado y silencioso a mi costado derecho. Sus negruzcos ojos brillaban con intensidad, lo suficiente para dificultar mi respiración. Tras un largo tiempo mirándonos, cual no se midió en minutos ni segundos, se comunican por sí solas las pupilas, mayormente dilatas. Extrañamente no tenía pensado huir, como en el pasado frecuentaba hacerlo al tener un enamoramiento inocente de cualquier chico. Recuerdo que Jennie se las batalló tratando de encontrarme, así como para sacarme del escondite. Tenía serios problemas con la timidez, por supuesto trabajé con ello y hasta el día de hoy cuento con amigos que le dan un sabor dulce a la vida. Los pensamientos tan acaramelados que cruzan en mi mente son pronto interrumpidos, ante el movimiento lento que él hace, poco a poco su espalda se despega del respaldo, posa su mano izquierda en el asiento y sutilmente se fue inclinado hacia mí, su rostro se alineó y despacio se acercó al mío. Muchas suposiciones me crearon un manojo de nervios, pensaba en distintas cosas, más no imaginé exactamente el último acto que realizó. De manera imprevista, la suave textura de sus labios finalmente se puso en contacto con los míos, un beso cuidadoso y que sorpresivamente mi boca anheló estaba sucediendo, carcomiéndome el alma y cuerpo. Como respuesta de dicha cerré mis parpados, disfrutando de este sentimiento compartido que mi corazón aseguraba ser compatible con el suyo.

A continuación, un pitido constante se cuela por mis tímpanos, me mantengo sin ver nada aún, más ese molesto ruido convierte este maravilloso momento en un tormento de nunca acabar. Y con la intención de eliminarlo, desperté de golpe, borrando el espacio donde antes me encontré como la persona que me acompañaba. Una luz fría puesta sobre el techo blanco de la habitación es lo que visualicé después, y ese sonido provenía del monitor cardiaco que conectaba con mi dedo índice. Pretendo levantarme, buscar una forma de mirar más allá de esa iluminación irritante, pero mi cuerpo está demasiado débil para ello y solo logré movilizar los pies. Solté un bufido, es desesperante estar de nuevo aquí, y sobre todo caer en la realidad que me impide estar junto al protagonista de mi sueño. Me tomé un descanso para analizar con mayor conciencia a que venía mi internación, recuerdo haber ingerido mis medicinas en tiempo y forma, tampoco hice muchos esfuerzos estos días, a excepción de aquel día, cuando nos conocimos.

Seguido la puerta se abrió, esta repentina visita captó mi atención con lo cual posee la vista en el cuerpo que ingresó. Se trataba de mi padre, su facción tensa en un instante se relajó, sonriendo de oreja a oreja mientras reflejó tranquilidad mediante su par de ojos cansados. Apresurado caminó hasta la cama y tomó asiento en el pequeño banco, su mano gentilmente acarició parte de mi cabello y frente, podía notar la angustia en su respiración cortante, aún sin recordar cómo llegué al hospital, pretendí que me desmayé en un determinado momento y es por ello que no lo recuerdo.

— ¿Cómo te sientes ahora Sunni? —entonó con preocupación, trató de ocultarlo sonriendo, pero no había manera de engañarme, conocía a la perfección cuando se sentía inquieto. Más no era momento de tomar una posición contradictoria, igualmente le demostré una sonrisa de labios cerrados y asentí. Mis palabras sobraban tratándose del estado emocional en el que se encontraba mi padre— El médico te diagnóstico estable, solamente estamos esperando los resultados de tus análisis para poder irnos a casa. Lo importante es que estás bien. ¿Te duele algo?

— No, me siento muy bien papá. Puedes estar tranquilo —tratando de no hacer esfuerzos, busqué sentarme en la cama, se me complicó un tanto, pero papá de inmediato acomodó las almohadas simulando un respaldo y permitirme descansar la espalda en éstas.

— Necesitas comer, tu rostro está pálido Sunni. ¿Se te antoja algo en específico de la cafetería? —aún cuando no presentaba signos de hambre o siquiera gusto por la comida, me negaba en rechazar a papá, si no comía volvería a preocuparse. Además, salir le ayudará bastante, aseguraba que estar aquí dentro era asfixiante, mirar lo que ocurre fuera de estas cuatro paredes despejará su mente y cuando regrese mostrará un aspecto más radiante. Aceptaba la idea que mientras observe el semblante desanimado de su hija enferma le pincha el corazón, ocultando su dolor en el forzado estirón de labios.

perfect + JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora