La invitación

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Pasó los dedos por los largos mechones rubios mientras con la otra mano amasaba la invitación que acababa de recibir. Actuaba desorientada, respirando con dificultad, las letras doradas de la invitación molestaban sus ojos y confundían sus sentidos. Moegi se casaría ... ¡Casarse! Apenas podía creerlo, toda la familia y amigos habían sido invitados a pasar esas largas vacaciones en una granja, propiedad de la familia Yamanaka en Inglaterra, donde se llevaría a cabo la boda.

'Solo puede ser una broma ...' pensó Ino, recostándose en su silla. Una broma de muy mal gusto. Pero lamentablemente no fue así, la fecha y el lugar estaban escritos en letras doradas, minuciosamente detalladas. Para empeorar las cosas, fue una de las madrinas de su hermana, lo que significa que no podrá escapar al compromiso. Ese fue el golpe final, porque demostró que el primogénito de la familia no es más que una solterona, una mujer varada.

'Como si no lo supieran ya ...' pensó con ironía.

Tenía veinticuatro años, una exitosa vida profesional como profesora de literatura en una de las universidades más famosas de Japón. Su tesis doctoral fue aprobada y fue respetada en la comunidad académica. Sin embargo, su vida social y amorosa fue un desastre. Tímida hasta el extremo y un poco incómoda, no atrajo la atención de ningún hombre. Sumado a su baja autoestima, comenzó a esconderse detrás de su largo cabello, dejando solo la mitad de su rostro al descubierto, lo que le valió apodos y bromas burlonas de sus alumnos. Al final del día, regresó a su apartamento solitario. Volvió a mirar la invitación y no pudo evitar sentirse como una idiota. Nunca tuvo novio y ni siquiera dio un beso en la boca de alguén. Su hermana, cinco años menor, logró cumplir el sueño que Ino no puede, que es encontrar a alguien que la quiera, casarse, tener hijos y formar una familia. Con cada día que pasaba, Ino sentía su sueño cada vez más distante, y la invitación de su hermana ayudó a alimentar su sentimiento de fracaso.

Se movió en su silla nerviosamente, no quería encontrarse con sus amigos y familiares y saber que a sus espaldas estaban comentando el hecho de que era una solterona torpe, y se vería obligada a sonreír como si no pasara nada malo y sus comentarios no la lastimasem. No quería que la humillaran más, y mucho menos fingir que estaba bien.

"No quiero ir a esta boda..." suspira, mirando el periódico despreocupada mientras desdobla la invitación que arruinó durante sus pensamientos deprimidos. Haría cualquier cosa por no enfrentarse a la familia. En ese momento, deseaba poder demostrarles que había cambiado en esos seis años, que se había convertido en otra mujer, una mujer segura, exitosa y mejor que había superado su timidez y encontrado un novio, un hombre; por así decirlo y no que hubiera seguido siendo la misma chica tímida y virgen. En ese momento una luz invadió su cerebro, la solución a sus problemas se encontró en un pequeño recuadro de las páginas amarillas. '¿Quieres satisfacer tus deseos más profundos y pervertidos? Entonces encontró al hombre adecuado, un profesional del amor, $ 350 la hora, Jiraiya.' se reclinó contra la silla mientras la idea aparecía en su mente. "Es perfecto, contrato a un 'profesional' para que finja que es mi novio, nadie se enterará." Sonrió emocionada.

Se puso eléctrica y se dirigió hacia el teléfono inalámbrico al otro lado de la habitación. Durante este corto viaje, varias preguntas surgieron en su cabecita. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Mentir a todo el mundo era la mejor solución? Su conciencia y sentido común se preguntaron. Se mordió el labio con aprensión, solo había dos caminos para su miserable vida; la primera sería ir por el camino en que estaba: sola, mostrando a todos que definitivamente había fallado en su promesa. La que había hecho el día que se fue de casa, esa fatídica tarde de verano pronunciada por la rabia, la decepción y la desilusión. Les dijo a todos los que estaban allí cuando la volvieran a ver que ella sería otra persona, otra Ino, ya no la idiota que la había engañado, o mintiendo pretendiendo que había logrado todo lo que se proponía, quitándole así su reputación de torpe y varada. Pensaba mucho, aun sabiendo que no estaba bien, el inmenso deseo por al menos una vez en su vida de no ser el motivo de la decepción de la familia, de su padre, y no ser el tema que todos hablarían con tono de lástima, hablaran más alto, después de todo ya habían pagado una vez por salir con ella por qué no volver a hacerlo, pensó con amargura.

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