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- Y bien - soltó el humo del cigarro sentándose en el césped junto a Aria - ¿De qué querías hablar?
La Potter no sabía cómo empezar. ¿Se lo tomaría mal? ¿Se lo tomaría bien? ¿La tacharía de loca o enferma? ¿Se lo diría a los demás?
- ¿Sabes qué puedes confiar en mi, no? - le preguntó Peter al ver que no sabía cómo empezar
La chica le asintió, dándole a entender que si, pero no era un tema fácil de tratar. Menos en su época.
- ¿Qué opinas del amor? - acabó preguntando viendo como el chico le sonreía divertido - Sólo... Contesta
Estaba desesperada por unos consejos, no le importaba de quien, bueno si provenían de su hermano no quería consejos.
- Bien - se enderezó al ver que iba enserio - Pienso que es algo muy bonito o muy doloroso, puede que sea recíproco o puede que no
Aria lo miró fatal porque esa no era la respuesta que buscaba.
- Ya - asintió viéndolo con una sonrisa un poco falsa - Pero que opinas de los tipos de amor, de todo tipo
- No se si te pillo - reconoció rascándose la mejilla ruborizado
- ¿A ti te parece bien que dos personas se amen, se besen y se abracen? - el chico asintió con una mueca obvia - ¿Pero te da igual quienes sean esas dos personas?
- ¿Te refieres a que si el chico es negro y la chica blanca? - le preguntó sin entender su punto
Aria rodó los ojos sabiendo que no llegaría a nada.
- Si - mintió descaradamente rezando que el rubio no se diera cuenta
- Me parece bien, obviamente - frunció el ceño con una sonrisa confundida - Pero sigo sin entender a que viene todo esto
- Estoy haciendo un trabajo - volvió a mentir levantándose de la hierba - Sobre la sociedad, para saber los puntos de vista de cada persona
Peter vio confundido como se levantaba a toda prisa y se limpiaba los restos de hojas de su uniforme.
- ¿A dónde vas? - se levantó sin querer que se fuera
- Se me olvidaba que había quedado con Katherin en la biblioteca - comenzó a correr hacia el castillo - ¡Nos vemos!
- Chao... - movió los dedos como despedida sin entender nada
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Se encontraba frente a la puerta de la segunda persona que podría aconsejarla. No estaba segura si era buena idea, era alguien cercano a Lily y, no le gustaría que se le escapara que ella era la admiradora secreta.
- ¿Hola? - la saludó confundida la chica
- Hola, McKinnon - devolvió el saludo algo incómoda
- Puedes llamarme Marlene - le dejó pasar a la habitación
A Aria no se le ocurrió otra forma que abordar el tema que con un...
- Se que estás en una relación secreta con Dorcas - vio como se ponía pálida pero sin perder su compostura, era alguien dura de roer - No me mal entiendas, no me parece mal, para nada solo... - la rubia la veía con algo de enfado y curiosidad cruzada de brazos - Necesito ayuda
- ¿Ayuda?
Aria le contó todo sobre su amor por Lily, las cartas, los celos, el terror que tenía por el que dirán... Marlene simplemente la miraba comprensiva, pues había sentido lo mismo y aún lo sentía.
- Sinceramente - suspiró procesando toda la información - No esperaba que fueras tú la admiradora secreta
Aria agachó la cabeza algo sonrojada, era la tercera persona que sabía de su enamoramiento.
- Incluso pensé en Snape - admitió ofreciéndole un cigarro, que Aria aceptó, fumando el suyo propio - Pero sigo sin entender porque quieres mi ayuda
- Iré al grano - soltó el humo del cigarro como si quisiera quitarse el peso que tenía sobre los hombros - ¿Debería declararme? ¿Decirle que soy yo la de las cartas?
Aria supuso que no al ver cómo Marlene ponía una mueca triste y comprensiva.
- No se si será correspondido - sonrió con tristeza - Nunca vi a Lily tener pareja, solo se que tuvo una cita con tú hermano
Aria se sintió mal al recordar cuan enamorado estaba James de Lily, al igual que ella. Pero también sabía que, si su hermano era correspondido, no se entrometería.
- ¿Entonces...? - insistió tratando de retener sus lágrimas
- Haz lo que creas correcto - le pasó un pañuelo acariciando su espalda - No puedo decirte que hacer, no puedo decirte que te contestará. Eso solo lo sabe la propia Lily
Aria se limpió las lágrimas, se sonó la nariz y sonrió compadeciéndose de si misma.
- Potter tenían que ser... - susurró Marlene por lo bajo, con una pequeña sonrisa, viendo a Aria desaparecer por el pasillo
