Capitulo ocho

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—Jungkook, levántate, te hice el desayuno —Jimin dijo besando mi frente.

—Mhmm, Jimin,bésame correctamente —hice un puchero y sentí sus labios presionarse contra los míos.

—Vamos, ya levántate —habían pasado dos semanas desde nuestra primera experiencia sexual compartida, supongo que lo llamaría así. 

Lo habíamos hecho unas cuantas veces más, pero quería más. Quería anudarlo pero no sabía si podía y no podía defraudarlo así.

— ¿Tienes trabajo hoy? —pregunté y él hizo un sonido como si estuviera pensando.

—Sí, pero más tarde. Tienes que ir a la biblioteca en una hora para las clases —asentí con la cabeza y oí el roce de un silla lo que indicaba que estaba sentado a mi lado. Extendí mi mano y atrapé la suya entre la mía.

—Espero que tengas un buen día —dijo besando mis nudillos.

—Espero que tengas un buen día también, amor —le dije antes de comer rápidamente mi tostada y agarrar a Sally para salir. Le di un beso antes de irme.

—Adiós.

—Adiós, tenemos algo que discutir cuando vuelvas —dijo.

Cuando llegué a través de la puerta al final del día pude oír la televisión prendida.

— ¿Jimin? —llamé.

— ¡En la sala de estar! —dijo. Hice mi camino y me senté en el sofá. Sentí el sofá contraerse mientras él sentaba en mi regazo. Puse mi mano en su rodilla y la froté a lo largo de su muslo.

— ¿Qué necesitamos hablar? —pregunté.

—Bueno, yo quiero venir a vivir contigo. Prácticamente ya vivimos juntos de todos modos—sentí una sonrisa extenderse por mi rostro—. ¿Eso es una bella sonrisa de sí? —asentí.

Me tiró hacia atrás mientras se arrastraba sobre mí. Mis manos recorrían su trasero.

— ¿Por qué de repente tan obsesionado con mi culo?

—Creo que es fantástico —respondí dándole un ligero apretón. Se rió dejándose caer sobre mi pecho. Podía sentirlo jugar con la cadena alrededor de mi cuello.

—Te conozco, Jungkook. Me gustaste aún cuando te vi.

— ¿Ciego y todo?

—Por supuesto, ciego y todo.

Jimin tienes demasiadas cosas —Taehyung se quejó y reí desde el sofá.

—Me gustaría poder ayudar, muchachos —Jin se burló y sus pesados pasos se oyeron hasta la puerta.

— ¡Puedes ayudar, estás eligiendo no hacerlo que es diferente! —escuché a Jimin reír y me encogí de hombros.

— ¿Qué vas a hacer? ¿Arrastrar por ahí a los pobres ciegos y hacerlo mal? —Sally ladró hacia ellos y agaché para acariciarla. Se fue por el pasillo. Sentí el sofá moverse y la mano de Jimin deslizarse en mi cabello.

—Jimin, ¿qué estás haciendo? —pregunté y él suspiró.

—Estoy tocándote. Tus ojos son tan hermosos Jungkook. Son la sombra más brillante de color café—sonreí y le oí soltar una pequeña risita—. Espero que nuestros hijos tengan tus ojos.

—No creo que quieras que nuestros hijos no puedan ver —sentí sus dedos en mi cara.

— No importa si nuestros hijos nacen ciegos, Jungkook. Eso apena los hace un poco diferentes —dijo y eso lo confirmó para mí.

Te sientes como en casa. - KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora