¬| End

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Kageyama se encontraba a un lado de la camilla de su amado; el mayor descansaba plácidamente en la cama, su respiración era tan débil que era difícil de percibir, de no ser por el monitor cardíaco el azabache apostaría que ya estaba  muerto. Después de un tiempo el sueño comenzó a controlar los párpados del menor, y probablemente, ubiera dormido de no ser por el ruido que comenzó a producir el monitor. No recuerda que pasó; recuerda vagamente enfermeras y doctor entrando al cuarto, recuerda una enfermera sacándolo de la habitación, recuerda los gritos desesperados de la madre de Hinata, recuerda la cara de terror que tenía Natsu,  recuerda a un doctor decir que no había sobrevivido.
Se encontraba en el velorio de su amado, no recuerda como llego ahí, en general no recordaba nada después de aquella noticia y en realidad ya nada le importaba; estaba solo, y aunque tiene amigos nadie podría llenar el vacío que solo el sol supo llenar, el sol se fue y con el se llevó su calidez y ganas de seguir. Al volver a casa un golpe de realidad lo golpeó, de ahora en adelante sería así; no más saludos llenos de alegría, no más sonrisas reconfortantes, no más Shoyo. Aquel cálido apartamento comenzaría a sentirse como un invierno eterno, un santuario de recuerdos repletos de melancolía.
Al día siguiente sus ojos se abrieron, lo primero que hizo fue tocar el lado derecho de la cama pero este estaba frío, comenzó a soltar sollozos lastimeros, no podía dejarlo ir y sobre todo no quería hacerlo.

...

Durante un mes el azabache vivió en modo automático; comía lo necesario, su higiene se volvió dudosa y su cara, antes acompañada de una sonrisa, mantenía oscuras ojeras causadas por  las noches en vela en las cuales solo lo acompañaba el dolor, sus lágrimas y los recuerdos de lo que alguna vez fue.
Aquel día con esfuerzo se paró de la cama, se vistió, tomó sus pertenencias y salió de casa. Camino unas cuadras hasta llegar, aquel lugar lo hacía sentir tan pequeño pero debía de hacerlo, a paso lento ingreso al cementerio mientras caminaba lentamente en busca de su amado; al llegar se sentó en las faldas de la tumba y no pudo evitar sollozar, era la primera vez que lo visitaba desde lo sucedido. -Lamento la espera, pero no estaba listo para dejarte ir, te extraño todos los días, pero no puedo hechar a perder lo que con esfuerzo construimos, siento que durante esta vida me arrebataron la posibilidad de amarte, pero no te preocupes porque yo te buscare en la siguiente y nadie me va a impedir amarte como quiero amarte.- Se quedó ahí durante horas, en algún punto oscureció por lo que se encamino a su casa,  listo para seguir avanzando.

"Ama intensamente, lo último que quieres es perder a esa persona y lamentarte por todo el amor que no le pudiste entregar."

Fin.

Cartas a Hinata Shoyo. (Shobio / Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora