Capítulo 19 - Promesa de lealtad

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No le conté a Luna nada sobre mi conversación con Nicky. Sí que le tuve que dar explicaciones sobre la fotografía que mi compañera se encargó de enviarle empleando una técnica bastante parecida a la que anteriormente había utilizado ella, con la diferencia de que Luna sí que se enfadó. Se sintió profundamente herida al ver a Nicky robándome un beso. Dijo que le había faltado al respeto... que le había roto el corazón. Incluso vertió algunas lágrimas...

Y después se echó a reír, claro. De hecho, rio tanto que creo que incluso logró despertar al maldito Botan Takano de su retiro espiritual.

—Estás loca —le espeté, incapaz de reprimirme.

Y ella respondió con más carcajadas.

Afortunadamente para ambos, sobre todo para mí, la foto logró centralizar la conversación durante nuestro viaje de regreso a Oniria, así que no me vi tentado de compartir nada sobre Conrad Szarce. Y era un alivio, la verdad, porque había avanzado muchísimo.

Llegamos a Oniria al atardecer del siguiente día, convencidos de que aquella sería una gran noche. No habíamos trazado ningún plan ni nada por el estilo, pero ambos sabíamos lo que teníamos que hacer. Mientras que Luna se acercaba a Flavio e intentaba ganarse su confianza para que confesara, yo estaría atento a todos sus movimientos, a la espera de la llamada de Szarce. Porque me iba a llamar. Nicky me había prometido que se iba a encargar de ello, y yo sabía que no me iba a fallar.

Así pues, pasamos el resto de la tarde en la casa de los Takano, aprovechando el buen estado de su cocina para comer algo antes de que empezase la acción. Personalmente hubiese preferido volver a casa de Luna, donde no me sentía tanto como un intruso, pero teniendo en cuenta que la habían reducido a escombros y cenizas, aquella opción había quedado descartada. ¿Y qué decir del resto del pueblo? Me cuesta decirlo, pero cuanto más lleno y habitado estaba, más macabro me parecía.





—¿Me oyes? ¿Funciona bien?

—Sí, te oigo... a ver, baja un poco la voz.

—¿Así?

—Ahora habla normal.

—Vale, estoy hablando normal...

—Habla normal, como si tuvieses una conversación con el perturbado de tu exnovio.

—Tienes muy poca gracia, ¿Sabes? No me gusta que le llames perturbado. Se le fue un poco la mano, sí, pero esa palabra es un poco fuerte.

—¿Y cómo le llamarías tú?

La oía bien. Incluso estando en el otro extremo de la calle, con el viento azotando con violencia, el transmisor reproducía la voz de Luna a la perfección, haciéndome llegar no solo sus cambios de tono, sino también sus silencios. Aquellos silencios tan intensos y que en aquel entonces tanto significado tenían. Irónicamente, a pesar de haber llegado a estar muy unidos en los últimos días, lo ocurrido con Flavio había creado un gran abismo entre nosotros. Una distancia que intentábamos sortear, pues por el momento necesitábamos el uno del otro, pero que con cada segundo que pasaba se hacía más y más insalvable.

Luna jamás lo reconocería, pero era evidente que el volver a ver a su antiguo novio había despertado algo en ella. Sentimientos que, aunque había creído olvidados, habían revivido, cambiando la imagen de Flavio a sus ojos. Para ella no era el vampiro agresivo y celoso que había estado a punto de matarme. No. Para ella era su amado Flavio, al que se le había ido la mano, sí, pero únicamente porque estaba enamorado de ella...

El sonido de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora