El rey

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 Después de la ceremonia de coronación, las cosas en el castillo habían avanzado de manera drástica para James. De ser un joven príncipe activo que pasaba sus tardes muy pendientes de disfrutar y entrenar con la guardia de la ciudad. Ahora pasaba todas sus días ordenando, firmando y arreglando reuniones de las cuales en un mínimo, quería asistir quizás solo a una. Sus amigos y su hermana habían sido de mucha ayuda en todo el proceso, orientándolo en las decisiones importantes a su alrededor. Pero al final, el peso completo del reino caía sobre sus hombros, lo cual al joven sentía que estaba siendo un peso que hasta lo hacía encorvarse.

Esa mañana era algo ajetreada. Ya había tenido reuniones con los capitanes de guardias. Las luchas y las guerras fuera del reino estaban aumentando poder. Cada vez, más de su gente se estaba volviendo más afectada. Por lo que había propuesto a todos encontrar una solución tan pronto como les fuese posible. Sus padres habían muerto por el mismo altercado. Aunque no lo notaran todos, él y su hermana aun llevaban el peso de la enorme perdida que los antiguos reyes habían dejado en ellos.

Solo se encontraba. Acababa de terminar de firmar unos documentos que le habían pedido. Recostado en la silla de su despacho se tomaba esos pequeños momentos para disfrutar de solo un momento en el que su imaginación volara. Y su mente solo lo había llevado a un solo lugar: aquella hermosa pelirroja que había conocido el día de su coronación y que aún no podía sacar de su mente: Lily Evans.

Quizas ella no había querido darle su nombre en un principio. Pero James no era de los que se quedaban y olvidaban el asunto. Por suerte había sido la propia Isabell quien había invitado a la pelirroja al baile de coronación. Como parte de las muchas candidatas que los miembros del consejo habían decidido que tuviera como futura reina. James sabía que él ya estaba convencido, no querría a nadie más que no fuera esa flamante pelirroja. El pequeño problema es que...aun quedaba convencerla.

Un pequeño toque en la puerta bajó a James de su nube. Se arregló las gafas que le había caído algo chuecas en su nariz antes de aclarar su garganta ―. Adelante.

Unos segundos después, Isabell Potter abría la puerta del despacho y la cerraba tras ella. Llevaba una sonrisa que su hermano mayor no había visto en mucho tiempo. Al menos no desde la muerte de sus padres. Una sonrisa que resultó ser contagiosa, pues él sonrió de inmediato.

―Vas a amarme ―anunció la joven en cuanto estuvo cerca del escritorio de su hermano. Ella lo rodeó y como hacía antes cuando su padre estaba allí, dio un salto y se sentó en la mesa. Un pequeño sobre bailaba en sus manos mientras veía a su hermano con una sonrisa traviesa. James soltó un bufido y se quedó esperando que tenía que contarle su hermana ―. Te escuché balbucear sobre esta chica Evans por tanto tiempo...se supone que tenía que al menos invitar a cinco de tus candidatas para que vinieran aquí y te conocieran mejor ―ella lo detuvo antes de que James pudiera protestar ―. Logré detener a todos pero la carta a los Evans fue la primera que envié ―, ella le dio el sobre a su hermano ―. Sus padres han aceptado, tienes una semana con ella antes de que tenga que traer a más personas.

James tomó la carta y la miró por unos segundos, esa era la carta de aceptación de los padres de la familia de la joven hacia la invitación que la Isabell le había dado.

―¡Tienes razón Isabell, ya te amo un montón! ―exclamó James que dejó la carta en la mesa para poder abrazar a su hermana, con el esfuerzo la hizo resbalar de su asiento en la mesa y por suerte aterrizó en el regazo de James.

―¡Comportate! ―exclamó Isabell apartando un mechón de cabello negro y muy rebelde que había caído en su frente con el repentino movimiento que James había provocado ―. Espero que sepas bien a lo que te estás metiendo, ella se ve como una buena persona. Además que si me preguntas mi consejo como tu actual reina ―, ella hizo un ademán con su mano mientras hablaba ―. Una unión como esta es provechosa, sus padres son no magos y ella es una bruja. Una unión así beneficia a muchos ―, tragó grueso antes de concluir ―. Lo sé porque papá querría eso.

El reinado de un GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora