La mañana siguiente había llegado con un cielo parcialmente nublado. Había un helado viento que circulaba alrededor y envolvía todas las paredes del castillo. Más sin embargo, los habitantes del castillo estaban despiertos y comenzando sus labores diarias.
Remus Lupin no era la excepción a esto. Había despertado demasiado temprano para su propio gusto. La verdad era que su propia curiosidad y sospecha no lo habían dejado dormir casi nada y ahora estaba decidido a comprobarlo. Se vistió y alistó rápidamente para salir. Tomó un libro de uno de sus estantes antes de salir de la habitación, solo tenía que darle vuelta al pasillo para llegar al lugar de su destino. Inclinándose contra la pared, él oji-miel abrió su libro fingiendo leer, pero la verdad es que estaba muy atento a su alrededor. Así esperó, oculto por una antigua armadura que decoraba el lugar.
Él se estaba por dar por vencido, cuando al fin, el leve y casi imperceptible crujido de una puerta hizo que él levantara su mirada. Sonrió triunfante cuando vio salir a su amigo casi de puntillas. Por supuesto que no había forma que alguien lo atrapara en ese momento. Excepto que Remus era demasiado astuto para eso.
―Buen día ―dijo Remus cuando al fin Sirius pasaba delante de él, prácticamente sin darse cuenta de su presencia hasta que al fin él había hablado.
Sirius Black dio un brinco, llevándose rápidamente una mano al pecho ―¿Pero qué mierda estás haciendo allí? ―siseo al cabo de unos segundos, aunque su corazón seguía martillando con fuerza en su pecho.
―Tenía curiosidad de saber, porqué es que nos invitaron a residir en este palacio desde hace dos semanas, pero tú...―dijo Remus inclinándose hacia él y apuntándolo con el libro con el que había fingido leer hace rato ―. ¡SOLO HAZ PASADO UNA NOCHE EN TÚ HABITACIÓN!.
―Shhh...baja la voz Remus ―pidió Sirius mirando a los lados y sintiéndose aliviado de que en verdad ambos seguían solos ―. No todo es tan malo como te lo estás imaginando.
―¿No? ―inquirió Remus que a pesar de que esta vez bajo su tono de voz, en una forma en la que él y Sirius estaban susurrando ahora, aún se le notaba molesto. Por ello, le dio un ligero golpe a su amigo en la cabeza con el libro que había estado llevando ―. Ella es una princesa y a pesar de tu buen estado en este lugar, se supone que debías protegerla. No... ―, Remus le dio otro golpe, por el cual Sirius se quejó por lo bajo ―. Sabes bien que fue lo que hiciste. Eres el maldito mujeriego del lugar. ¿James lo sabe?
Sirius que aun se sobaba con una mano el lugar en el que Remus le había golpeado dos veces. Así soltó un suspiro antes de contestar ―. Eso no es cierto Remus, quizás yo haya tenido algo que ver con otras señoritas mucho antes ―, Remus soltó un bufido que no se había podido contener ―. Pero te puedo jurar por mi vida que el tiempo en el que he estado con Isabell, no ví a ningun otra persona. Además ―Sirius hizo una pausa dramática, como si de esa forma estuviera dominando toda la pelea ―. Digamos que yo tenía permiso de la antigua reina.
―¿James lo sabe? ―inquirió Remus una vez más, que parecía ya un poco más conforme con toda la situación.
―No...―respondió Sirius esperando otro golpe por parte de Remus, por lo que se apresuró a decir ―, Pero le juré a Isabell que no pasará de hoy sin decírselo. Y pienso cumplirle.
Remus lo miró por unos minutos mientras se pensaba las cosas, en pleno silencio ―. Bien, pues yo haré que cumplas por igual ―dijo sonriendo y así, liberando la presión que Sirius había estado teniendo antes ―. Anda, vamos a desayunar.
―Será mi ultimo desayuno en esta vida ―murmuró Sirius, pues a pesar de todo. Estaba cien por ciento seguro, que su mejor amigo no estaría tan feliz con las noticias que tenía que darle.
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El reinado de un Gryffindor
RomanceAU. Con la muerte repentina de sus padres, James Potter tiene que tomar su lugar como heredero a la corona. Sus responsabilidades son claras, olvidar la vida como soldado, debe de ser soldado y rey. Pero si de responsabilidades se trata, él no es el...