La noche era fría y totalmente oscura. Ni lunas ni estrellas brillaban en el cielo. Había un tenue olor en el aire, uno que no se podía distinguir específicamente que era. Mezclado con pólvora y humo. Ambos jóvenes hombres caminaban despacio, varita en mano y atentos a cualquier señal de peligro que pudiera aparecer de improviso. Ambos estaban en una misión, debían asegurarse que los muros posteriores que rodeaban el reino siguieran intactos. Un rumor había llegado hasta ellos de un posible ataque y eso los había llevado hasta allí.
―Esto no me gusta, es mejor que nos vayamos ―dijo uno de ellos, llevando su mano libre hacia su rostro para empujar sus lentes por el puente de la nariz y dejarlos en el lugar correcto. Ambos llevaban el uniforme de la guardia real de Gryffindor, más sin embargo, ambos eran muy distintos uno del otro. El aludido llevaba cabello negro, tan desordenado que apuntaba en todas direcciones. Detrás de sus anteojos se ocultaban unos ojos color avellana, que brillaban ante la posibilidad y la emoción de una buena batalla. Su nombre era James Potter. ―. Evidentemente aquí no hay nada y vamos que tu y yo somos buenos ―dijo señalando a su compañero con una sonrisa engreída bailando en sus labios ―. Pero no somos idiotas para esperar a todo un ejercito juntos.
―Estoy de acuerdo ―afirmó Sirius Black, fiel compañero y amigo del joven Potter a su lado. Él se giró sobre sus talones, sus ojos grises revisaron no la muralla que deberían de estar vigilando, sino el camino que habían dejado atrás. Las sombras del castillo, las pequeñas ventanas brillando con luces y las figuras moviéndose ―. Hay demasiado silencio y ese olor...no veo fuego por ningún lado.
James había estado por responder, cuando un lobo brillante danzó ante sus ojos, se detuvo y claramente escuchó la voz de su otro amigo, Remus Lupin. Quien ese momento no estaba presente con ellos ―. La tropa está a salvo, aunque hay muchos heridos. No encuentro a Peter por ninguna parte para pedir ayuda. El muro está intacto de mi lado.
―Ojo Loco va estar furioso cuando se entere que Peter dejó su lugar ―comentó James dando un ultimo vistazo a su alrededor. Con el mensaje de su amigo había decidido que era hora de regresar a casa.
―Entonces apresurate porque no quiero perder cuando le griten ―rió Sirius jalando a su amigo por el saco para que se girara y caminara de regreso a su lado.
Los dos compartieron una mirada cómplice antes de comenzar a caminar. Su postura ya no era tan rígida como antes, aunque aun sostenían su varita a la mano solo por si alguna eventualidad surgiera.
―La noche se torna a tu favor amigo ―comentó James dandole un ligero golpe a Sirius en la espalda ―. Parece que llegarás a tiempo para cortejar a esa doncella. ¿Quien era esta vez?
La sonrisa que Sirius puso en sus labios era diferente esta vez. Era La Sonrisa. Esa que era famosa en todo el reino y que atraía doncellas, princesas y todo tipo de mujeres a sus pies y a su cama con mucha facilidad ―. Abbot. Pero su padre me descubrió la noche anterior intentando entrar a su alcoba, no creo que eso vaya a funcionar tan bien ―, el miró a James burlonamente ―. ¿Sabes que significa? Hay tiempo para que tu y yo vayamos de cacería ―él cruzó un brazo alrededor de los hombros de James ―. Me va mucho mejor cuando digo que voy con el heredero a la corona y...
Una explosión detonó en lo alto del castillo, seguida de un destello verde que casi los cegó por unos instantes largos. En los que Sirius y James se hubieron separado, dejaron los juegos de lado y esperaron que algo más ocurriera a su alrededor.
―Ojala me hubiera equivocado ―murmuró James y en cuanto tuvo una mejor visibilidad, comenzó a correr tan rápido como sus piernas se lo permitían. Sirius pisándole los talones.
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El reinado de un Gryffindor
RomanceAU. Con la muerte repentina de sus padres, James Potter tiene que tomar su lugar como heredero a la corona. Sus responsabilidades son claras, olvidar la vida como soldado, debe de ser soldado y rey. Pero si de responsabilidades se trata, él no es el...