Midnight lament

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Un sonido inquietante la despertó del vacío, ¿qué pudo haber sido eso?.

Escuchó una voz familiar llamarla desde detrás de una piedra ritual
- ¿que hacés aquí sola? - era Rasho, su buen amigo de la infancia. Tenía un semblante confuso, quizás un poco preocupado - A los sabios no les gusta que nademos por aquí, menos estando solos, Nami.

Ella devolvió su mirada al abismo de oscuridad infinita que yacía frente a ella.

«¿Que tenía de malo?»

Jamás había visto nada emerger de la oscuridad, sin embargó podía sentir la vida que habitaba allí abajo. ¿Que podría ser? Nami solía pasar horas contemplando el enorme abismo, a veces; creía poder escuchar susurros provenientes de las frías profundidades ¿Era eso mismo a lo que se habían enfrentado sus antepasados? ¿O se trataba de otra cosa?.

Rasho tomó su mano, insistiendo - Nami, ¿Que es lo que ves ahí abajo? Lo que sea que es, no me agrada. - Rasho cuidaba de ella como un hermano mayor, él siempre había tenido un firme sentido del deber, y su deber era proteger a Nami en ese momento.

- Rasho hermano, ¿Por qué asumes que puedo ver algo que tú no? - sus ojos, él estaba aterrorizado.

- Sabés lo que dicen los viejos, no debes mirar directamente al abismo por mucho tiempo o él...

«te mirará de vuelta».

- Yo no creo que me esté mirando - bromeó - pero si creo que es impresionante.

- Oh claro, por supuesto que si lo es. Frio, oscuro, repleto de monstruosidades aberrantes y... Si, "impresionante" - él tiró de su brazo para alejarla de la fosa - vámonos antes de que los oscuros nos escuchen e intenten devorarnos.

Nami se dejó arrastrar por Rasho lejos de aquel sitio, su mente perdida en las ideas y preguntas de lo que habría allí abajo. Pero el sermón de Rasho no la dejaba concentrarse.

- Además, esta noche es el ritual, hermana. Deberías estarte preparando para rendir respeto a la Hermana Luna. Madre me dijo que pensabas prestar tu juramento para convertirte en guardián, no me sorprende de ti, tienes una especie de adicción por meterte en asuntos que no son de tu incumbencia y traer problemas.

¿era eso un reproche?.

- No le veo nada de malo, tio siempre ha dicho que tengo potencial, no tardaré mucho en superarte - Nami le sonrió burlonamente, Rasho solo giró los ojos fingiendo que no le importaba (Obviamente le hacía mucha gracia).

Nami se soltó de su agarre y nadó a su alrededor con rapidez, riendo por encima de él e invitándolo a jugar.

Rasho no era más que una década mayor que Nami, él había presentado su juramento a la Hermana Luna varios inviernos atrás. Ella lo admiraba, deseaba ser capaz de superarlo algún día... Pero mientras tanto, el sería la persona ideal a la cual molestar cuando estuviera aburrida.

Nadaron por los arrecifes del pueblo perlado con agilidad, conocían cada uno de los pasajes y recovecos de la ciudad marina, Rasho jugaba a perseguir a Nami. Una de las primeras cosas que le había enseñado era a hacer uso de su tamaño como una ventaja, Nami era más pequeña que otros Marai; aún era muy joven, pero lo compensaba con su destreza y agilidad, por lo que atraparla era en verdad una tarea difícil.

Ambos llegaron hasta el centro de la ciudad durante la persecución. Nami se detuvo frente a la estatua del primer Invocador de Mareas, el primero en salvar a su pueblo. Los ojos de la estatua estaban tallados en onice, un recuerdo de como se vieron sus ojos en vida.

Rasho posó su mano sobre su hombro - ¿nos trajiste aquí a propósito, anguila? - él observó atónito como Nami sacaba una piedra brillante de su bolsa y la colocaba en la fuente de la estatua.

- Sé que está noche prestaré mi juramento, quiero hacerlo, pero tampoco me olvidó de ellos, Rasho. La razón por la que estoy allí tan seguido, es porque quiero entender en verdad a lo que se enfrentaron - los ojos de Nami brillaron con orgullo - Tomé esa piedra de una pequeña grieta junto al abismo, creí qué ella lo merecería más que yo.

Ahora estaba seguro de que, debido a tal imprudencia, probablemente se encontraba frente a una de las mejores guardianas que su pueblo hubiera podido tener.

- Hermanita, eso fue una locura y te pediré por favor que no lo vuelvas a hacer, pero de todos modos, estoy orgulloso de ti - Rasho acarició su cabeza con ternura mientras Nami lo abrazaba, su sonrisa radiante de felicidad.

«¿Rasho?».

Un golpe seco la despertó de su sueño.

«Supongo que solo fueron unas ratas».

Se sorprendió al notar que tenía húmedas las mejillas, ¿Había llorando mientras dormía?. La cabeza le dolía a horrores y le costaba acostumbrarse al brillo de la luz. Las camas humanas no eran algo a lo que terminaba de acostumbrarse.

La Invocadora de Mareas se acurrucó entre las sábanas de la cama, abrazando su baculo y descansando su mejilla contra el filo de la hoja, era lo único que le recordaba a su hogar.

La angustia la carcomía por dentro, se llevó una mano al corazón para sentir el frío de la perla en sus garras, aún estaba allí.

No estaba soñando está vez, pero tenía que dormir.

Una lágrima solitaria escurriendose por su mejilla.

- Rasho, hermano... si tan solo estuvieras aquí.

Redacciones | League Of Legends | Pyke X NamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora