—¡¿Dónde está Manku y Sombra?!
— ¡Deténganlos con su magia!
— Lo haríamos si nuestras almas no estuvieran lastimadas.
...
Levántate, se te hace tarde.
—No quiero ir— dijo el joven tapándose el rostro con la cobija.
—Tienes que ir, aún no acaba la escuela—la mujer abrió las cortinas—. Levántate— al ver la negativa de su hijo, le quito la cobija haciendo que luz mañanera le diera de lleno en la cara.
—¡No! Cierra las cortinas.
— El desayuno está listo, tienes 10 minutos para asearte y desayunar— y sin más que decir se fue del cuarto.El muchacho se levantó con pereza de la cama y fue directo al baño para bañarse. Una vez finalizada la accion, tomó la primera ropa que encontró, tome su mochila que estaba sobre el escritorio de la habitación y salió de ella para ir al comedor.
— Gracias. Mamá, es el último día de clases, nadie hace nada— le hablo mientras se sentaba en una de las sillas para comer su desayuno.
—Ya sé que no hacen nada pero el calendario escolar marca que es el último día de clases. Después vienen las vacaciones y aún no son vacaciones así que debes de ir— respondió su madre.
— Solo di que no me quieres aquí.
— Tienes razón, no te quiero aquí, me distraes de mi telenovela—dijo en bromeando su mamá.En ese momento se escuchó que tocaban el timbre dos veces.
— ¡Oh! Ya llegó Carlos por ti. Si vas a quedarte en su casa solo avísame y no quiero que se metan en problemas por jugar a los caza fantasmas— dijo seria y molesta.
Mamá eso pasó hace mucho tiempo.
— ¿Podrías superarlo?—pidió cansado de que su mamá siempre le dijera lo mismo— Éramos unos niños.
— Y siguen siendo niños. Algún día lo entenderás. Por ahora acércate para darte la bendición— le dijo más tranquila—. Listo, qué te vaya bien.
— Adiós mamá—le sonrió y se fue del comedor.Carlos estaba sentado en el suelo, recargando su espalda en la puerta por lo que casi se golpeaba la cabeza cuando esta se abrió.
— Ten cuidado, otro poco y rompes el piso.
— Qué gracioso eres... niño.
— ¿Lo escuchaste?— pregunto sorprendido.
— Claro, la puerta es muy delgada. No puedo creer que aún lo tenga presente, los míos ya lo superaron.Empezaron a caminar rumbo a la escuela. El tiempo que tomaba en llegar a ella era de 15 a 20 minutos, eran las 8 y media de la mañana y la entrada era a las 9 am así que tenían tiempo.
— Oye... ¿Y si mejor no vamos a la escuela?
— ¿Qué? ¡No, ni hablar!— respondió Carlos— Yo tampoco quiero ir, pero tu mamá aunque es amable y gentil... da miedo. Además, es seguro que la prefecta Alejandra le dirá, ya sabes que no le agradamos.
—Yo no le agrado. Es mejor aprovechar el tiempo y la luz temprana para investigar el bosque. Recuerda que aún no encontramos las tumbas que dicen que existen ahí— le sugirió el más joven.
— Humm... no lo sé— contesto rascándose la cabeza, la idea era tentadora. Al final cedió—. Esta bien, tú ganas, pero haremos como en secundaria: dejaremos las mochilas.
— ¿Con quien?
— Con Don José, el que renta las batas. Él te cuida la mochila, obvio hay que pagarle. ¿Cuánto traes? Yo traigo 50 pesos.
— 30 pesos.
— Bien, yo digo que de 30 pesos por cada uno no pasa.Llegaron a la escuela con 10 minutos de sobra por lo que se apuraron a ir con Don José quien no tenía nada que hacer por ser el último día. Tal como dijo Carlos, no pasó de 30 pesos cada uno. Después se fueron de manera (in)discreta hacia la parte de atrás de la escuela para brincarse la puerta de emergencia. Fue sencillo porque había una pila de tierra al lado debido a un arreglo.
Una vez fuera, caminaron en dirección donde estaba la entrada de la escuela y antes de llegar a esta se cruzaron al otro lado ya que justamente ahí se encontraba la calle que debían tomar.
Afortunadamente no se cruzaron con nadie que los conociera, ni a las amigas de sus mamás. El bosque se encontraba casi en la entrada del pueblo, justo detrás de las primeras casas que se construyeron. Como no existía barda que separa las casas de entre ellas y la calle pudieron pasarse sin problemas.
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La historia del mundo olvidado que nunca existió
FantasyLos Dioses que nuestros antepasados adoraban eran una mala interpretación de las Diosas, a quienes les debemos la vida y muerte todos los seres existentes. Pero estás Diosas no son perfectas... porque su error mas grande es creer que el humano nunca...