Capítulo 8 Noche Roja parte 2

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— ¿Por qué lloras?

— Porque soy débil ¿cómo van a querer un hijo así?

— También soy débil ¿cómo vas a querer a una mamá débil?

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Metztli de sus alas lanzó plumas y arrancó una para usarla de arma contra Muluc. Su ataque no dio de lleno como deseaba, solo cortó una parte de la máscara. Ante esto la mujer enmascarada se echó hacia atrás pero la maya le siguió y solo pudo detenerla por sus muñequeras.

— ¡Me honra con su presencia reina!— Dijo Muluc con burla.

— ¡Muluc!— rugió la morena al tiempo que seguía su oleada de ataques.

— ¿Te estas conteniendo o sigues siendo débil?— Met en un arrebato de ira descuidó su defensa— ¡Te tengo!— le dio un golpe en la cara, alejándola.

— Aunque uses mascara cualquiera sabe quien eres.

— Ellos no— se quitó la máscara mostrando su rostro albino semi ovalado, con ojos grandes pero levemente rasgados, nariz chata y su boca pequeña con labios algo gruesos— . Bueno da igual, ya lo arruinaste.

Muluc tomó su espada de viento e inició el ataque. Met se encontraba en un problema porque le era difícil esquivar los ataques, nadie puede esquivar el viento. Al verla a su contrincante con bastantes heridas la albina acumuló el viento para hacer el filo de su espada, necesitaba dejarla al borde de la muerte. Sin embargo la menor estaba preparada para detener el golpe.

— Tu padre te manda saludos— comentó Muluc haciéndola enojar.

— ¡Cállate!

— ¿Ya lo perdonaste?

— ¡Qué te calles! — grito pateándola

La mujer blanca hizo un pequeño tornado, justo donde se encontraba Met la idea era inmovilizarla pero ésta sacó sus alas de quetzal agitándolas para crear una corriente en contra y así salir. Logró romper la pequeña prisión y estando en el cielo comenzó a lanzar plumas al tiempo que buscaba un lugar lleno de agua.

Encontró el lago Ñeh, pensó utilizar su agua hasta que vio cómo está se elevaba y atravesaba el cielo. Dedujo que Killa e Inti estaban en la misma situación, suspiró molesta y volvió a bajar para seguir luchando cuerpo a cuerpo.

Ninguna cedía ni estaba cansada; si una daba un golpe la otra daba tres, ni daban un paso atrás, no jadeaban y se mantenían firmes de pie, aunque el aspecto de sus cuerpos decía lo contrario. Enfrascadas en su pelea, olvidaron que cuando  luchaban afectaban el entorno, sorprendentemente no sintieron las vibraciones del suelo y mucho menos escucharon la gritos de los presos.

— Yo solo vine por esos hombres, déjame en paz Met.

— ¿Por qué?

— Eso no te incumbe.

—  ¡Carajo Metztli!— ambas voltearon a ver al dueño la voz.

Fue Muluc quien actuó primero, se convirtió en viento llegando rápido con los dos adolescentes, sacándolos del peligro.

— Parecen princesas en apuros.

— Nos lo dice la Blanca Nieves.

— ¡Ey, niña reina! ¿ya viste a tu alrededor? De lo menos que debes de preocuparte es de mí. Me los llevó.

La reina de los mayas lanzó una vez más sus plumas sin fijarse si podía o no matar a los rehenes. Fastidiada de tanto pelear, Muluc se acercó de la misma forma como lo había hecho con los chicos.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2021 ⏰

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La historia del mundo olvidado que nunca existióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora