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Kyunsoo ya no sabía si iba o venía, Kai hacia su voluntad dejándolo a merced de sus deseos. El desgraciado lo estaba devorando de a poco, su naturaleza animal era rebelde, difícil de subyugar, y ese tigre lo hacía parecer fácil. La camiseta le fue arrancada del torso, el camino ardiente que la boca de Kai dibujaba en su vientre fue bajando hasta llegar a milímetros de su hombría.

—Justo como me gusta..— alabo Kai mientras soplaba sobre la superficie ardiente —. Duro y mojadito.. — para dar énfasis a lo último, le dio una larga lamida a las gotas de humedad que escapaban del pene rígido.

—¡Hazlo ya!..— ordeno Kyunsoo a Kai, no tenía paciencia para tanto preámbulo.

—Si quieres algo.. — hablo Kai dándole un fuerte apretón a la base del pene del peligro —Tendrás que rogar.. — por un momento fugaz Kyunsoo odio a Kai, realmente lo hizo.

—¡Por favor!..— una pena que no hubiera hombres con dignidad cuando tenía que decidir entre el amor propio y una buena mamada —.¡Por favor!.

Kai le dedica una conocedora mirada al castaño. El hombre estaba fuera de sí, quién podría pensar que ese chico sexy que arqueaba la espalda bajo su toque era el abogado estirado de mirada calculadora. La transpiración corría en gruesas gotas de sudor por sobre aquella fina piel color crema, el cabello pelinegro esparcido sobre el cuero de la camilla, los labios hinchados por los besos recibidos, era toda una oda al placer.

Kyunsoo por su parte no era capaz de pensar, Kai le abrió las piernas, situándolas lo más lejos posible una de la otra, sus manos se sostenían de las barras de metal por sobre su cabeza. El tigre, sin dar el mayor aviso, se tragó el pene que lloraba por atención mientras un dedo mojado con saliva violaba la entrada que se ofrecía hambrienta.

El grito del pelinegro salió desde lo más profundo de su ser cuando se vino con una fuerza que pensó se llevaría su vida. Kai lo había acorralado, lo había apresado y como resultado final, había sido devorado de la manera más concienzuda posible.

Lamiéndose los labios el tigre saboreo los restos de Kyunsoo.

—Creo que ya cumplí aquí..— fueron las últimas palabras que escucho Kyunsoo cuando Kai se puso de pie antes de marcharse como si nada.

Kyunsoo tardo todavía unos segundos en caer en la cuenta de lo que había sucedido, el maldito bastardo se había ido dejándolo acostado allí, desnudo y con las piernas abiertas. Al parecer el bruto consideraba un acto de buena educación el haberle limpiado el semen con la lengua, de lo demás que se encargara el mismo.

Kyunsoo no se consideraba un mocoso malcriado ni mucho menos, era un abogado exitoso que se había hecho camino por pura terquedad, aún en contra de todas las personas que pensaban que un mocoso mal viviente no pasaría de ser una estadística más. Con las piernas aún temblorosas, tomo el bolso de deporte que contenía la ropa para después de ducharse. Caminando al baño lucho con todas sus fuerzas por no dar de patadas y chillar como una diva ofendida. ¡Maldito, Kim JongIn!

A Oh SeHun no le pasó por alto la sonrisa satisfecha que tenía su beta al entrar en la oficina.

—¿Qué demonios hiciste?..— pregunto temiendo la respuesta.

—Digamos que pedí un adelanto..— fue la enigmática respuesta de Kai.

El escritorio estaba lleno de mapas, la pantalla en la pared mostraba las fotografías de algunos de los guerreros que habían tenido turno de vigilancia durante el ataque de los "Malditos".

—Creo que es hora de arreglar algunas cuentas pendientes..— hablo Oh SeHun mientras con un gesto le indicaba a Kai que se sentara.

—¿Vamos a visitar al querido tío Soo Man?..— pregunto Kai sin molestarse en disimular el disgusto que le ocasionaba el pronunciar ese nombre.

CUANDO EL TIGRE PROBO A SU GATITO __ ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora