Su presencia

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La primera vez que vi esos ojos menta sentí como caía por el precipicio, el vacío se apodero de mi estómago e incluso se me seco la boca, solo se le podía describir de una forma: Se veía una delicia. Poco a poco me enrede en sus cabellos negros y sedosos, en sus labios de ginebra y era imposible mantener alejadas mis manos de sus piernas y su cintura, en poco tiempo, se había convertido en una adicción para mí.

Ella era mi alegría y después, fue mi tristeza, como si hubiera desaparecido, jamás hubiese existido, ella ya no estaba para mí. Ella había agarrado mi mano para sacarme de la penumbra del alcohol y llevarme con ella al éxtasis, pero en su ausencia, ni si quiera un buen polvo me devolvía a aquel éxtasis que solo ella me había logrado enseñar.

Después de caer y revolcarte en tu miseria, llega un punto en el que debes continuar, dejar a un lado las penas y dejar de seguir el guion del patético para volver a  la vida. Continúe con su recuerdo visible pero consiente de que jamás me volvería a pertenecer, lo último que esperaba era volverla a ver.

Y de pronto allí estaba, ese maldito día que el sol brillaba como si fuera una película donde todos tienen un final feliz, donde menos esperaba encontrármela; caminaba despreocupadamente a algunos metros de mi al otro lado del pastal, ¿Cómo era posible? Verla allí hacia que me atrofiara.

Lucia uno de sus característicos shorts con una camisa holgada y unos Toms. Su cabello oscuro caía como una fuente abundante y sus ojos inquietos admiraban todo el lugar, pero no se posaban en mí. Me embelese contemplando sus piernas bronceadas, lo único que deseaba hacer con ellas era enredarlas en mi cintura y acariciar sus suaves muslos. Pero al descender por su brazo y notar aquel tatuaje del sistema solar, sentí una puñalada en el corazón, una herida que había cicatrizado volvía a sangrar.

Disgustado aparte mi vista, solo me ocasionaría problemas. Mia deslizo su mano por mi pierna por debajo de la mesa y volví a la realidad, ella no era mi novia ni nada por el estilo; hoy en día era poco común encontrar una mujer que primero abriera su mente antes que las piernas.

Sentí que agarró mi entrepierna abusivamente y la fulmine con la mirada. A ella no pareció importarle.

— ¿Te pusiste feliz por mí? —me preguntó en susurros al oído.

¡Y a esta que le pasaba! Si, Mia era una mamacita para chuparse los dedos —o en su defecto chuparla a ella—, parecía salida de una revista porno, sus pechos siempre estaban a punto de salirse de su camisa y por lo general llevaba faldas cortas lo que le facilitaba el trabajo. 

Esto era la universidad, no Hollywood. Claramente la mayoría de nosotros nos conocíamos y en especial los más antiguos. Pero eso no implicaba que yo fuera un famoso dentro del campus, yo solo era Cole James. No había una fila de chicas detrás mío porque esto era la vida real y yo no era una celebridad, solo cooperaba y ligaba desde hacía algún tiempo.

Ahora que lo pensaba, personas como Mia si creaban fama en el campus, pero no por ser una celebridad ni precisamente llevar el mejor desempeño académico sino por el simple hecho de fijarse en su aspecto, decía “cógeme” en la frente. Ella era la más perra de todas, la primera vez que estuvo en mi cama ya había estado la noche anterior en la cama del estudiante que seguía a mi habitación. Si, así eran las cosas, ya ni entendía porque aún quedaba con ella, estaba llegando al punto de fastidiarme.

Bufé hastiado y me levante del lugar. Pete y Raymond se quedaron sentados aun en la mesa debajo de las carpas terminando sus trabajos, pero ya sabrían como deshacerse de Mia, siempre lo hacían.

Camine en dirección a mi fraternidad pasando por enfrente de aquella chica de mis recuerdos, se encontraba recibiendo el sol plenamente recostada en el prado. Sus shorts se marcaban en sus muslos y el solo hecho que no se fijara en mi presencia me molesto aún más. Ella parecía estar en la estratosfera y yo en el lodo, después de todo, en esto me había convertido.

Remember (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora