3. Al amanecer

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El alba llego por la mañana y Cole no cerro sus ojos en toda la noche por deleitarse una última vez con aquel rostro puro que tanto añoraba; sabía que en la mañana tendría que regresar a la vida real y ella desaparecería de nuevo de su mundo, de su realidad.

Para cuando Candice retomo la conciencia, él ya estaba sumido en un sueño profundo tras pasar toda la noche en vela recordando cosas que ella ni sabía habían ocurrido alguna vez. Se retorció bajo las sabanas postergando el inevitable momento de salir de la cama, deseaba ser una bella durmiente y dormir para siempre.

El tufo que se concentraba bajo el edredón la obligó a asomar la cabeza y acostumbrar sus ojos a la luz del sol, pero el mal olor a borrachera no era lo peor sino la cama donde se encontraba, ¡No era la suya! ¿Cómo mierda había terminado allí? Detallo las cortinas oscuras del lugar, una estéreo, unos trofeos y unos marcos de fotos volteados hacia la repisa para no ver las imágenes;  esa no era su habitación. Para rematar, a su lado descansaba pasivamente un hombre con el que no recordaba haber intercambiado palabra alguna en ningún momento de la noche, no era su compañera habitual de cuarto. ¿Acaso habían tenido relaciones? Sintió quedarse sin respiración, no estaba preparada para eso, ni si quiera recordaba cómo había sido su primera vez.

Lentamente se escurrió saliendo de la cama. Debía salir de allí, eso era obvio, pero se le ocurrían tantas opciones ¿La había dopado para traerla allí? ¿Había hecho algo con ella? ¿Y si le había tomado fotos para usarlas en su contra? Las opciones eran interminables a la hora de adivinar cuál podría ser la acertada, ella era una joven inocente y él no lucia precisamente como un ángel de la guarda. Antes de salir por completo de la cama ajena, agarró una almohada y se abalanzo sobre aquel desconocido, no sabía lo que había ocurrido pero si sabía que no había llegado a esa cama por su cuenta, él había hecho algo.

— ¡¿Qué carajos hiciste de mi anoche?! —espetó ella apretando fuertemente la almohada contra su rostro. El chico, tomado por sorpresa, intentaba quitarse de encima la almohada y la joven que hacía poco yacía tan risueña a su lado. Claramente había cambiado, ahora era una bestia.

Agarró fuertemente su menuda cintura y sin esfuerzo alguno la lanzo al otro lado de la cama. Respiró agitadamente intentando recuperar la normalidad en su respiración, su pecho subía y descendía a un ritmo constante y de pronto la sangre se le subió al cerebro, le iba a hacer pagar.

— ¿Qué está mal contigo? —le reclamó revelando un poco su fastidio por la joven.

— ¿Por qué estoy aquí? —exigió ella una respuesta.

Nervioso se rascó la nuca, no podía decir la verdad de su estadía en aquella habitación, pero esa mirada inquisitoria no lo dejaba pensar con claridad.

— ¿Acaso me tocaste anoche?

— ¡¿Qué?! ¡No! —respondió en su defensa sin dudarlo, a pesar de que así lo hubiera deseado ella no era la que solía ser, no sería capaz de tocarle un pelo.

— ¿Entonces qué hago aquí? —comenzaba a exasperarlo, lo bombardeaba pregunta tras pregunta ¿acaso nunca cerraba la boca?

— ¿Puedes simplemente callarte un momento? —soltó como si fuera un pensamiento en voz alta, y así lo fue—. Si no querías terminar en la cama de un desconocido, debiste haberlo pensado antes de embriagarte casi hasta terminar en coma —hizo una pausa, al fin había dejado de preguntar—. No te he hecho nada, pensaría dos veces antes de morbosearte.

¿Lo pensaría dos veces? ¿Cómo debía tomar eso? Sabía que no era la más hermosa pero no estaba tan mal como para que ni si quiera pensaran en hacer cosas con ella, ¿era eso algo bueno, o malo? Coloco los pies sobre el suelo y se paró en un intento de huir de allí, pero al erguirse el cuarto le dio vueltas y aterrizo en el suelo.

Remember (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora