Capítulo 2.

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-¡Hey! ¡Llamando a Harry a tierra!

La insistente voz de Allison y su brazo zarandeando mi hombro me sacaron de mis pensamientos. Nuestras largas charlas después de la escuela se habían convertido en una rutina, escuchar las canciones de su artista favorito, Ed Sheeran, se habían convertido en una rutina, comer cada tarde las galletas que hacía para los dos, se había convertido en una rutina, escuchar su risa con cada bobería que yo decía, se había convertido en una rutina.

Pensar en ella cada noche antes de irme a dormir, se había convertido en una rutina.

Desear saber cómo ella, se había convertido en una rutina.

Querer recordar como era ella, se había convertido en una rutina.

Querer saber cual era el color de sus ojos, querer ver su sonrisa, su cabello, el color de su piel, tomar su mano y verla junto a la mía, se había convertido en una rutina.

Maldecir una y otra vez estar ciego, se había convertido en una rutina.

- ¡Harry!

Susurró de nuevo con un tono de molestia, y negué con la cabeza intentando borrar los pensamientos de mi cabeza.

- Lo siento, pequeña.
- ¿En qué piensas tanto?

¿Debía decírselo o debía guardármelo?
¿Cómo decirle que deseaba verla? ¿Cómo decirle que en estos momentos que lo único que quería hacer era tomar su mano y ver cómo se miraba junto a la mía? ¿Cómo decirle que su voz era lo único que me mantenía con fuerza, luchando día a día, esperando poder verla en algún momento? ¿Cómo decirle que prefería morir a estar ciego?

- ¿De qué color son tus ojos, pequeña?-dije en un susurro bajando mi cabeza.
- Son verdes, ¿por qué la pregunta?
- ¿Y tu cabello? -pregunté curioso de saber más.
- Es negro, corazón.
- Quisiera poder verte... -susurré sintiendo como se formaba un nudo en mi garganta.

Allison soltó mi mano, iba a quejarme cuando noté sus brazos alrededor de mi cuello, abrazándome, escondí mi cabeza en su cuello sollozando y ella jugaba con mi cabello, intentando calmarme.
No sé cuantos minutos duramos así, pero fueron los suficientes para darme cuenta que, había encontrado una persona que no le importaba que yo estuviera ciego, estaba a mi lado, me hacía reír, me hacía sonreír, cosa que no hacía desde hace mucho, me hacía olvidarme de todo lo malo, excepto de una cosa: no poder verla.

- Harry, juntos saldremos adelante con esto ¿si?-susurró y sentí como la yema de sus dedos acariciaban mi mejilla suavemente, asentí sonriendo levemente.

El sonido insistente de una bocina rompió con el cómodo silencio que se había creado entre los dos.

- Creo que tu mamá ya llegó.
- Pero, no quiero irme.- susurré frunciendo el ceño y haciendo un pequeño puchero, escuche su risita la cual me hizo sonreír.
- Anda campeón, mañana te veré en la escuela.- gruñí por lo bajo y ella volvió a reírse, tomo mi mano y me llevo fuera de su casa dejándome en el carro con mi mamá. Y así me fui a mi casa, alejándome de ella, pero no podía sacarla de mi mente.

Me desperté con desgana al escuchar el despertador, para mi sorpresa, no me había despertando en la madrugada, no había tenido pesadillas sobre mi accidente, creo que, de una forma un otra ya debería estar acostumbrado a el hecho de estar ciego, ha transcurrido un año desde el accidente y creo que hasta ahora es que pienso que es una parte de mi que no puedo negar, por más que odie tener que aceptarlo, debía hacerlo, y debía aceptar el hecho de tener esperanza que algo iba a cambiar.

En cierto modo, las cosas han cambiado un poco, y mi madre que se me nota, me veo más alegre, y se puede decir que hasta un poco más confiado de mi mismo, pero sólo un poco.
Y todo se lo debía a Allison, no sé como lo hacía, ni como ella había notado mi presencia, ni como ella se había fijado en mi, en un chico ciego, ¿cómo era que esto me estaba pasando a mi? ¿Será que después de tanto tiempo esperando amor y que algo bueno llegara, simplemente llego, así de la nada?

No podía dejar de pensar camino a la escuela, y quizás esa era un defecto pienso: pensar. Siempre pensaba de más, hasta de lo que no debía pensar, y más cuando no me gusta algo, por ejemplo, detesto la escuela, eso me hace pensar en lo mucho que desearía estar en mi cama durmiendo ahora.
Pero debo admitir, que lo único bueno de ir a la escuela, era tenerla a ella a mi lado, y en las clases que no estábamos juntos, era realmente un infierno.

Al llegar al colegio, mi madre me dejo en el banco donde, últimamente, siempre esperaba a Allison, era raro que aún no hubiera llegado, siempre llegaba más temprano que yo.
Me rendí cuando sonó el timbre para dar el inicio a clases, Allison no había llegado, ¿le habría pasado algo? Me indigné y camine cabizbajo hasta el salón de Matemáticas, lo bueno de estar ciego, era que no tenía que ver todas aquellas operaciones del demonio.

- ¿Qué pasa, Harry? ¿Allison te abandonó hoy? -escuché como una voz burlona decía detrás de mi.
- Claro que lo abandonó, ¿quién querría estar con un ciego?

Todos a mi alrededor se rieron, esto ya era normal en mi día, sólo suspiré y los ignoré, era algo que a estas alturas de mi vida, se me daba muy bien.
La clase de matemática paso lenta, y la de literaturas ni hablar y la hora del receso parecía interminable, y mi mente lo único que hacía era pensar en Allison, ¿por qué no habrá venido? ¿Se habrá quedado dormida? ¿O enfermó? Cuan vacíos se sentían mis días sin ella...
Luego del receso, fui a mi clase de latín, la cual era más divertida cuando Allison estaba acá, y muchísimo más entretenida ya que era su clase favorita y me explicaba todo, incluso mejor que la profesora.

Al terminar las clases, mi mamá paso a buscarme y le pedí que me dejara en casa de Allison, se extrañó al ver que ella no había ido a clases hoy, pero no dijo nada más y me dejo en su casa, al llegar toque el timbre una y otra vez hasta que escuché como la puerta se abría.

- Harry... -escuché que decía en un susurro apenas audible, su voz sonaba rota, ¿qué habría pasado?
- Pequeña, te extrañe mucho hoy... ¿Todo esta bien? -le dije en un tono bajo y dulce.
- No, Harry, nada esta bien...
- ¿Qué pasa, pequeña?
- ¿Recuerdas que la semana pasada mis papás se fueron de viaje?

Asentí levemente frunciendo el ceño.

- ¿Y qué pasó con ellos?
-Hoy venían de regreso, y el avión en el que venían... Se estrelló contra los Alpes suizos... Harry, están muertos. -susurró y escuché como rompía en llanto y se abrazaba de mi, llorando inconsolablemente.

La abracé, la abracé tan fuerte como pude estrechándola contra mis brazos, no había palabra que pudieras decirle a alguien cuando pierde a alguien que ama, y menos si son sus padres, pero con tener apoyo, bastaba.
Sabía lo que se sentía, sabía que tan mal podía estarse sintiendo ahora mismo, y por eso, ahora más que nunca me quedaría a su lado.

Desde mi accidente, había querido volverme inmune a sentimientos, quería ser frío, odioso, que me importara un comino los demás, pero ¿a quién engañaba? Me importaban más los sentimientos de las demás personas que los míos, y más si se trataba de ella.
Jamás pensé que un dolor ajeno sería más fuerte que uno propio, y si, el sufrimiento que cargaba encima era horrible, pero verla sufrir a ella era devastador, su dolor, era mi dolor.

Blinded love. -h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora