En cuanto su hija lo viera, correría a darle un abrazo. Platicarían sobre todo lo que hicieron durante la ausencia del otro, sólo con tal de presumirle aquello de lo que se había perdido, aunque no ganasen nada con fastidiarse de esa manera, terminarían envueltos en carcajadas y lágrimas de júbilo.
Desde aquel "Papá, cálmate, yo voy a venir a visitarte en cuanto pueda" Había idealizado su reencuentro las suficientes veces para ser incapaz de darle crédito a sus ojos en ese momento:
Su "Niña" tendida en la cama de un hospital, con rasguños y hematomas cubriendo su rostro, un ojo parchado y los labios magullados.
—Dios mío, Lina, te juro que voy a matar a ese cabrón.
—No, la policí...—Se detuvo a jadear como quien a terminado de correr un maratón.
—A mí no me interesa lo que la policía vaya a hacerle, me interesa que pague como merece.
Ella reunió fuerzas para agitar la cabeza en modo de negación, un movimiento tan débil que pasó desapercibido.
—Es que yo sabía, ya sabía que no era buena idea que te largaras con ese imbécil, hijita, tú lo tenías todo ¿En qué te fallé?
La chica consiguió arrastrar sus palabras con lentitud, a un volumen apenas audible
—Por favor, no me estés diciendo esas cosas ahorita.
—Es que no entiendo por qué lo hiciste.
—Porque era mi novio...
—Hmmm, porque era tu novio, ajá ¿Y de dónde sacaste que eso era un buen motivo?
—No sé.
Se llenó de tranquilidad al escuchar a la enfermera tocando la puerta. Cuando esta preguntó si le hacía falta algo, ella se aseguró de que fuera evidente el agotamiento en su voz al decir que sentía un dolor de cabeza horrible y necesitaba que se le dejara a solas, al menos un rato. Lo consiguió.
Cerró los ojos, sumergida en las memorias que esa conversación había desatado ¿Por qué habría confiado ciegamente en que un "Porque soy tu novio" era motivo suficiente para callar y obedecer?
Ninguna novedad, antes, ya había actuado bajo muchos "Porque soy tu maestro" "Porque soy tu amigo" Se le había programado para temer y ceder desde el primer "Porque soy tu padre".
