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La muerte miró al frente con los ojos encharcados-qué te pasa-le dije, no respondió, así que miré hacia donde apuntaban sus pupilas, un barco acababa de llegar-no me había dado cuenta que estábamos al lado del mar-dije-no es el mar, está es una de las tanta orillas del río que conduce a los muertos hasta la zona de reencarnación, donde seguirán peregrinando hasta la Finisterra-dijo el Barón con la voz herida-qué te pasa-dije-ven-me dijo, y se levantó, también lo hice, pasó a mi lado y le seguí-mira, es El Holandés errante lleno de tesoros, cada vez que se produce un número considerable de muertes aparece y nos da regalos, además de entregarnos nuevas almas-dijo el Barón-algo debe estar ocurriendo en la tierra, una gran guerra, o una catástrofe ambiental-dije-todos los días sucede una catástrofe ambiental, es una catástrofe a cuotas pequeñas, es decir, lo que tú ya sabes, la contaminación de la tierra-dijo el Barón-te importan demasiado las personas-dije-me empezaron a importar hace mucho, por eso estamos haciendo esto, pero en este caso se trata de una humana en especial, mírala-dijo. Una mujer de la india-mucho más alta que él-bajó corriendo, abriéndose paso entre las miles de almas que construían para sus pupilas un paisaje personal-qué miran-pregunté-aquí hay cosas que son igual que en la tierra, aquellas almas ven lo que quieren ver, para unas la belleza es urbana, para otras la naturaleza, para otras muchas mujeres, u hombres. -dijo el Barón-supongo que muchas almas no se quieren ir-dije-no es así, cuando ingresen al Bar verán todo tal y como es, el universo lo dispuso así para que disminuya el miedo en sus corazones, la mayoría vienen jodidos por no saber lo que se van a encontrar, o porque piensan que se van a encontrar con demonios-dijo el Barón-de nuevo intentaste hablar con Dios y no te contestó-dije-por qué lo mencionas-dijo-te enamoraste de ella-dije-la amé, estaba enferma de cáncer, la vi tan frágil que quise salvarla, fue como volver a ver a esa niña Prostituta, pero Dios no me escuchó, por el contrario le envió más dolores, hizo que su hijo muriera en la guerra, creo que fue esto lo que la mató-dijo el Barón-pero hablaste con ella-dije-sí, el día que debía llevármela me le presenté-quién eres-me dijo, es que no soy el correspondiente a su País, su muerte me agarró turisteando-soy el Barón-le dije creyendo que ella sabía de mí, pero me equivoqué, así que se lo tuve que explicar, se puso feliz, se reuniría con su hijo. Para hacer más amena su larga agonía conversamos un poco, le conté tres cuentos, y luego expiró, eso fue hace un par de horas-dijo el Barón. Vimos a la mujer al lado de un cerezo en flor, abrazaba y besaba a un muchacho de unos veinte años, luego miró al Barón, tomó de la mano a su hijo y se condujo a donde nos encontrábamos.

               





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Los pensadores estamos destinados a ser aplaudidos, o a ser tomados por locos, o a morir baleados, o todas las anteriores.  

La teoría del amigo imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora