dos.

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Felix no pudo estar tranquilo el resto de aquel extraño día y los siguientes.

No se había vuelto a encontrar con Bang Chan, y no es culpa del anterior mencionado, si no su misma culpa. Ya que desde aquel día en la biblioteca, evitaba a toda costa topárselo en la universidad, cosa que logró con éxito al encerrase todos los días en el salón de ciencias, salón que todos odian y que en su sano juicio nadie visitaría en sus horas libres, a excepción de él.

En este momento, nuevamente se encontraba en aquel salón comiendo unas galletas de chocolate, era la hora de receso y como era de esperarse, nadie deambulaba por aquel lugar.

Comía animadamente sus galletas y su malteada de fresa, mientras coloreaba alguna imagen en su libro de dibujos para matar el aburrimiento.

La puerta abriéndose lo hizo dar un saltito en su lugar, y con los nervios a flor de piel, levanto la mirada, encontrándose con la persona que menos quería ver.

── Hola, tardé mucho en encontrarte. ──habló Bang Chan, caminando hacia él y tomando una de las sillas de estudio, corriéndola para colocarla frente a su silla y sentarse en ella──. Quiero hablar contigo.

Felix bajó su mirada y cerró sus ojitos, tenía miedo. Miedo a que tal vez esta fuera una trampa de alguno de los amigos de Bang Chan para golpearlo o burlarse de él.

Bang Chan se dio cuenta que su chico bonito había comenzado a temblar y se abrazaba a sí mismo; preocupado de haberlo asustado, habló de inmediato.

── Ey, lindo, por favor no tengas miedo de mí, yo no te haría daño jamás, te lo prometo. ──aseguró, levantando una mano al aire y otra llevándola a su corazón como signo de promesa.

Felix miró aquella escena confundido, aún sin confiar del todo, miró con sus ojitos color miel al azabache, en señal de que podía continuar hablando. Bang Chan sonrió por eso.

── Bien... no sé por dónde empezar. ──frotó sus manos nerviosamente, soltando una risita──. Bueno, lo del otro día, lo que te dije en la biblioteca, es verdad. Eres muy hermoso y perfecto. ──Felix le dio una mirada irónica, frunciendo su ceñito tiernamente──. Lo sé, sonará algo loco por que no nos conocemos, pero... me interesas mucho, de verdad eres muy lindo y y-yo me preguntaba si q-quisieras salir conmigo ho-hoy. ──tartamudeó un poco, no sabía cómo el chico iba a reaccionar y tampoco quería que se asustara y saliera huyendo de él.

Felix bajó su mirada, completamente sonrojado ante lo dicho por el azabache.

── ¿E-es una b-broma? ──preguntó inseguro, listo para escuchar como respuesta un "sí", más sin embargo, Bang Chan negó de inmediato.

── Claro que no, de verdad quiero salir contigo, me gustas mucho. ──aseguró.

Felix para tratar de disipar sus nervios, tomo una de sus galletas y se la llevo directo a su boquita, para luego tomar un gran sorbo de su malteada, manchando en el proceso la comisura de sus labios y parte de sus mejillas, las cuales limpió rápidamente haciendo a Bang Chan mirarlo enternecido.

── Y-yo... n-no sé. ──habló inseguro, Bang Chan asintió un poco desilusionado pero igual sonriéndole.

── Si quieres no tiene que ser hoy, lindo, puedes pensarlo, yo estaré esperándote. ──le dio una sonrisa amable, e hizo el amague de levantarse de su asiento, pero la manita de Felix en su muñeca lo detuvo.

── N-no, espera... ──le habló nervioso, sin quitar su manita de la muñeca contraria──. Y-yo... acepto.

Bang Chan sonrió muy emocionado, queriendo abrazar y llenar de besos al chico que había capturado su atención desde hace meses pero que fue muy cobarde para no confesárselo antes.

── ¡Bien! Iremos a donde tú quieras, lindo. Por cierto, ¿Puedo almorzar contigo? Allá afuera es muy aburrido y quisiera que nos vayamos conociendo. ──contó animado, Felix asintió tímidamente, Bang Chan sonrió──. Perfecto, vuelvo enseguida, iré a comprar algo de comer, ¿Gustas algo?

Felix lo miró, por primera vez en todo este rato -y desde que se conocían-, le regalo una sonrisa que hizo que el corazón de Bang Chan revoloteara de felicidad.

── No, gracias, así estoy bien. ──le respondió amable, Bang Chan asintió y sin más se fue del lugar, donde ya estando fuera, se permitió llevar su mano a su corazón y sonreír en grande, dirigiéndose a la cafetería momentos después.

Luego de unos minutos volvió, y como lo dijo, almorzó con el castañito, quien poco a poco fue dejando su timidez de lado. Se conocieron solo un poco, sus nombres -aunque ambos ya lo sabían-, y lo básico, su edad, sus gustos, comida favorita, entre otras cosas.

Y eso solo fue el comienzo de una bonita historia de amor.

꒰୨ 🌷 ୧꒱

¡gracias por leer!

beautiful › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora