C16 • Castigo

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Alyssa caminó lentamente hacia Fernanda, mirándola como si la fuera a devorar y Fer no pudo evitar temblar de la emoción y de los nervios.

Señora BarrónDijo al estar enfrente de ella, su voz firme, su mirada llena de fuegoEsa ropa está de más, quítesela en este instante.

¿Q-qué?

¿Acaso no me escuchó? Quítese la ropaComandó nuevamente en esa autoritaria voz que le hacia las piernas flaquear.

Con su corazón latiendo a mil por hora y sus mejillas ardiendo, Fernanda obedeció a la capitana. Sin romper la conexión de sus miradas, dejó caer su vestido al suelo, quedando solo en sus tacones altos y una lencería negra de seda.

Sonriendo triunfante, Alyssa admiró la belleza de su mujer, como su piel blanca resaltaba con esa obscura tela, esas curvas que la mataban, esos ojos lindos que la miraban con adoración.

Caminando atrás de ella, Alysa corrió su largo pelo castaño a un lado, besando suave su cuello, sintiéndola estremecerse al sentir su lengua sobre su piel. Con una mano rodeo su cintura, y la otra se coló en su sostén, apretando un seno, jugando con su pezón entre sus dedos hasta sentirlo endurecerse. Fernanda soltó un gemido, y Alyssa sabía que la tenía a su merced, volviéndola loca con sus caricias.

Te necesito mi amor.. jadeó Fer volteando su rostro en busca de sus besos, el sensual roce de sus lenguas encendiendo mas sus sentidos.

Vensusurró Alyssa agitada al separarse, y guiándola hacia la cama se sentó en el centro, con Fernanda sobre ella a horcajadas, besándose de nuevo apasionadamente, sus caderas moviéndose contra ella por instinto.

Te amo, te amo tanto mi Capi Dijo Fernanda, su piel erizándose al sentir las manos de Alyssa acariciar su espalda hasta llegar al broche del sostén, liberando esos senos que su capitana tanto adoraba.

Como yo te amo a ti mi vida, aunque a veces seas una loquita intensa.

¡Alyssa!

¡Mi consentida! Como adoro esos pucheros.

Alyssa soltó una risa divertida, y bajando sus manos sobre sus glúteos le dio un par de firmes palmadas que la hicieron saltar sorprendida. Fernanda se mordió el labio tratando de contener un gemido, pero fue imposible. Ese castigo encantándole mas de lo que quería admitir. Ella estaba a los pies de su capitana, derretida de amor y de deseo. 

Sin poder contenerse mas, Fernanda tomó a Alyssa del pelo, dirigiéndola a su pecho, gimiendo al sentirla prenderse de un pezón, succionando suavemente, pasando su lengua sobre él. Con una mano sosteniéndola firme de la cintura, la otra se coló en su panty, acariciando su punto de placer. Fernanda comenzó a mover sus caderas en una danza sensual, perdiéndose en las sensaciones que solo Alyssa sabía despertar, enloqueciendo al sentirla invadir su cuerpo con dos dedos.  Buscando sus besos nuevamente, Fernanda comenzó a moverse al ritmo de los dedos de Alyssa, cada vez mas rápido, hasta que estalló de placer, su mundo pintándose de mil colores.

Uniendo sus frentes, con respiraciones agitadas, las dos sonrieron cómplices. No había momento mas feliz, que cuando ellas se adoraban de esta manera, entregándose por completo, sin reservas, con todo el corazón.

Tan pronto recuperaron el aliento, el resto de la ropa desapareció, Fernanda posicionó entre las piernas de Alyssa, y pasó su lengua lentamente sobre su húmeda intimidad, estremeciéndose por completo al escuchar ese fuerte gemido lleno de pasión que escapó de ella.

Alyssa se mordió el labio, tomando a Fernanda del pelo la pegó mas a su cuerpo, y Fernanda comenzó a mover su lengua mas rápido, embriagándose de la esencia de su capitana, de esos gemidos que la enloquecían, ¡Como le fascinaba esa mujer, su mujer!

¡Así mi amor, así, ahh!Gimió Alyssa extasiada.

Tomando a Fernanda de los hombros, Alyssa la subió, besándola con necesidad, y después giró quedando arriba, acomodándose de manera que sus húmedas intimidades rozaban de manera maravillosa.  Ambas se comenzaron a mover, las sensaciones llevándolas al borde del delirio, sus gemidos y los sonidos de sus cuerpos chocando inundando esa cabina.

Fernanda la tomó de la cadera, guiando los movimientos, y Alyssa apretaba sus senos, las dos envueltas en tanto placer que pronto alcanzaron un intenso orgasmo, cayendo rendidas, saciadas, de lado a lado.

Suaves besos, tiernas caricias, sonrisas cómplices.  El amor les brotaba por los poros a esas hermosas damas que no cansaban de adorarse a cada instante que podían.

Los últimos días del crucero pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Los días eran llenos de diversion y relajación para Fernanda al lado de Lina y Cindy, y para Alyssa era cuando se encontraba más ocupada con su mando del barco.  Pero al llegar la noche el amor y la pasión reinaban adentro de la cabina de la capitana.

Había una cosa que a Fernanda no le pasó desapercibida en esos últimos días al bordo de Su Majestad.  Después de ese desayuno junto con Alyssa y Arturo, donde empezaron de nuevo ya sin esos celos locos, fue la manera que Lina y el güeriche se miraban. 

Los ojos le brillaban a él cada vez que la miraba, y Fernanda podría apostar que a Lina Arturo no le era indiferente.  Pero.. a Lina jamás le han interesado los hombres, todas sus relaciones habían sido solo con chicas ¿sería que el amor que Lina ha esperado toda su vida es un amor distinto al que ella se imaginó?

¡Están locas! ¡No, no, y no! Exclamó Lina cuando Fernanda y Alyssa se lo comentaron al desbordar el avión en Ciudad Mexico.

Esos ojitos no mienten.  El amor no se puede ocultar amiga Dijo Alyssa, tratando de no reírse con la expresión de Lina.

Creo que está asustada, amor Comentó Fernanda en voz baja a su oído.

Escuché eso Fer, y no, no lo estoy.  Ni asustada y mucho menos enamorada.  Ustedes saben que no me gustan los hombres, ya dejen de imaginarse cosas.

Alyssa y Fernanda se miraron y se agarraron del brazo soltando unas carcajadas divertidas que irritaron más a Lina.  Rodó sus ojos, deseando que sus amigas anduvieran de amargadas de nuevo en vez de insistir en algo que ella no quería ni pensar.

Las dos enamoradas seguían riéndose, que no se dieron cuenta cuando Lina se detuvo de golpe al notar a ese hombre en frente de ellas.

Era Martín, el prometido de Fernanda, esperándola con un ramo de rosas en sus brazos, y una enorme sonrisa en su rostro.

𝓟𝓻𝓸𝓶𝓮𝓼𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora