1.Rodeada de Idiotas.

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-Idiota, mira por donde vas.- Le espeté a uno de los tantos chicos idiotas de este maldito instituto, mientras me agachaba para recoger mis libros. Bueno no exageremos, pero hoy no es mi día.

-¿Que? - Preguntó el idiota viéndose desconcertado.

Recogiendo el último libro me levanto y sin dirigirle una sola mirada me voy por la puerta principal susurrando un no tan bajo "idiota".

Bueno, recapitulemos, ¿donde estaba...? Ah si; Verán, Esto definitivamente les tiene que sonar a cliché pero soy nueva en este... pueblucho, por lo tanto, en el instituto y la verdad es que no me apetece ir haciendo amiguitos, tampoco seré la marginal ni nada, eso está demasiado visto. La cosa es, que mi madre, murió hace poco tiempo, y al funeral, asistió un hombre muy... raro, diciendo ser mi padre (porque bueno, a mi amada madre no se le ocurrió comentarme que tenía uno) y poniendo excusas como que mi madre le intentó separar de mi desde que nací y bla bla bla, ya sabéis. Después de un test de paternidad (si, se hizo un maldito test de paternidad para demostrar que era mi padre!) y de intentar señalar que nuestros ojos se parecen (una tontería, vamos) empaquetamos mis cosas y nos dirigimos a su casita, bueno, casota, porque tenia dos pisos, y el hombre vive solo, vamos hombre, que despilfarrador. Me dejó un poco a mi aire unas horas, y más tarde, tras acoplarme en una bonita habitación que tenia un balcón (siempre me hizo ilusión tener un balcón, osea el mío propio) con vistas a la carretera (nada raro) viene y me dice que me ha matriculado en el instituto del pueblo, (bueno, el le dice ciudad, pero a mi me parece pequeña) y que empiezo mañana.

Yo creo que él lo tenía todo planeado desde hace tiempo, se le ve como un hombre muy calculador y previsivo, y no es que no me caiga bien ni nada (que también) sino que... bueno, no le conozco.

Ahora mismo estoy saliendo del parking del instituto, tras un día de clases, más bien raro, en el que la mayoría me miraban (si, lo sé, muy cliché) pero sin disimulo ni nada. Y yo solo tuve ganas de encogerme en el asiento y hacerme pequeñita. Aún no ha terminado el primer trimestre, sino que es mas bien a finales, por lo tanto tampoco se esperan mucho de mí, y lo prefiero. Hoy lo único que hice, en su mayoría, fue pintarrajear alguna hoja del cuaderno y ojear el móvil de vez en cuando, eso es todo, si obviamos que lo que hice fue leer, osea...yo leo siempre, si no, es que me pasa algo raro. Asique entre pintar tonterías y leer no presté mucha atención a nada.

Detrás del instituto, como en una esquina, hay unas escaleras que sinceramente, no quiero saber donde van. Y están medio tapadas por un árbol un poco caído/inclinado, no sé, pero me gustó, y fue allí donde me senté a la hora del almuerzo. No sin antes toparme con otro idiota;

-Oye, guapa...eres nueva, verdad? - Dijo el idiota como intentando ligar, intentando, porque su cara parecía...no sé, cómica.

-Aja.- Le dije con una ceja levantada como diciendo "que quieres?". Tras varios minutos de silencio absoluto y de mirarme fijamente (ven, yo dije que era raro.) abrió la boca como queriendo decir algo, pero la cerró un momento para abrirla al siguiente con una sonrisa arrogante en su cara de idiota.-Sal conmigo.- Fue lo único que me dijo, y por respeto no me reí, sino que le dije; -Venga, hasta luego...- Y me piré rápido de su lado con un suspiro.

Después de ese momento raro, aunque a la vez gracioso, y de estar escuchando canciones como media hora. Lo de las clases...bueno, nada interesante, muy aburridas y más de lo mismo. Asique aquí estamos, tras terminar la última hora, y dirigiéndome a casa, colocándome los auriculares. El camino no es muy largo, asique no pasa nada por ir andando, así me meto un poco en mi mundo.

Veo a la gente pasar por mi lado mientras no hago caso a nada, y en breves estoy delante de mi nueva casa, todavía se me hace raro llamarla casa, bueno hogar, lo que sea, es raro, hace menos de dos días estaba con mi madre en nuestro bonito pisito, aunque era más bien, mi pisito, mi madre nunca estaba en casa, si eso venía alguna vez para ver si estaba limpio, digamos que mi relación con ella era... prácticamente nula.

Subo los escalones de entrada pero de repente me paro, y siento una sensación muy rara en la parte derecha de la cadera, bajo la vista pero no parece haber nada raro y entonces miro hacia adelante como por instinto y solo puedo ver a un chico alto y con unos pantalones de pijama a rayas azul oscuro y una camiseta negra de manga larga y remangada por un brazo, con el pelo alborotado y frotándose la tripa en la misma posición que yo, frente a su puerta, mirándome fijamente.

La situación es más bien incómoda, así que me giro como para entrar dentro de casa, pero entonces oigo como un resoplido cerca mío, solo que sin oírlo realmente ya que no tengo nada detrás. Serán imaginaciones mías, pienso mientras me adentro en la casa, y al cerrar la puerta es como si una conexión inexistente se cortara.

-Pfff que rara estoy hoy por dios.- Digo medio resoplando. -¿Arthur?- Pregunto levantando la voz, para ver si mi "padre" está en casa. Pero al no oír ninguna respuesta me dirijo hacia mi habitación, dejo el abrigo y la mochila en el suelo y voy a echar agua en la bañera, y espumitas raras. Y mientras, me quedo mirándome en el espejo, mis ojos marrones con toques como gotas de verde, me encantan y junto con mi pelo marrón claro, me veo de lo más normal. Pero no me quito la sensación rara que tengo. -Será por los cambios- Me digo a mi misma mientras dejo de llenar la enorme bañera y me voy quitando la ropa. Dirijo mi mirada a la parte derecha de la cadera pero no veo nada raro, sólo un par de lunares juntitos, como siempre.

Después de haberme relajado y de que la sensación rara desapareciera, envuelta en una toalla me tiro en la cama y ojeo el móvil un rato, pero solo hay un par de mensajes de Joshua, un amigo de mi antiguo instituto, pero decido ignorarle por el momento y me pongo música en el altavoz y la voy tarareando. Aspiro una enorme bocanada de aire para luego soltarla y entonces me giro, quedando así de cara al balcón y viendo como el sol va decayendo por detrás de las casas y colorea el cielo de un color caramelo, que ahora me apetece tomar helado de caramelo, pero la pereza es demasiada, así que simplemente cierro los ojos y me dejo llevar por el sueño, no sin antes volver a sentir esa sensación rara en la cadera.

Sway.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora