VII

86 11 4
                                    


Jimin.

Denver es una ciudad impresionante, llena de edificios de gran altura, por el nivel económico de mi familia nunca tuve la oportunidad de ver un rascacielos en Corea.

Pero lo único negativo que veo en esta ciudad es el sofocante calor que apenas te deja respirar, no puedo pasar más de 20 minutos sin beber un vaso de agua. Una de las cosas que tengo en mi lista de quehaceres es sin duda pisar una playa en Colorado.

A jungkook le encantaría venir.

Mis mañanas suelen ser muy ajetreadas pero hoy pedí el día libre por lo que estaba aprovechando el levantarme a las 12.

Anoche se me olvidó cerrar las cortinas de mi habitación y ahora los rayos de sol matutino estaban a punto de darme una jaqueca. Frunzo el ceño aún con los ojos cerrados al notar que la cama se siente más hundida de lo normal.

Quizás ya es hora de cambiar el colchón.

Abro mis ojos y lo que me encuentro solo me da para soltar un suspiro corto, estiro mi cuerpo mientras bostezo.

Reparo en el cuerpo dormido a mi lado sin camiseta y boca abajo, los dedos de mis pies cosquillean y lo primero que hago es patearlo hasta hacerlo caer al suelo.

Un gruñido es más que suficiente para sonreírle con inocencia desde arriba, viendo como gira hasta quedar boca arriba para dedicarme una mirada desafiante.

— Buenos días ricitos de oro —digo sacando los pies de la cama y alborotando mi cabello.

— ¿Por qué me llamas así?

— Nam —le miro— te cuelas en mi cama sin mi permiso por las noches y comes de mi comida cuando yo no estoy, eres la representación gráfica de esa niña en versión hombre.

Sacude la suciedad de su pantalón de pijama y mis ojos no dejan de detallar sus movimientos, la verdad es que namjoon tiene un cuerpo bien dotado que a cualquiera pondría a salivar pero en mi no surte efecto.

¿Nos hemos besado? La respuesta es sí, normalmente lo hacíamos cuando bebíamos lo suficiente como para ser desvergonzados el uno con el otro. Pero fueron besos tontos a los que nunca tomé mucha importancia.

— A veces no entiendo como tu hermano te soporta, ¿de verdad te ama? —se burla carcajeándose.

— Te levantaste gracioso hoy —contesto frunciendo el ceño— me pregunto por qué acepté venir a vivir contigo.

— Vamos, ¿no te gusta que seamos roomies?

— Hasta cierto punto —recojo la ropa que voy a ponerme y comienzo a desvestirme, quedando en ropa interior.

— Espera espera, alto ahí vaquero, se que soy muy guapo y sexy pero esto ya es cruzar la línea de amistad —dice, haciéndose el sorprendido al verme semidesnudo y señalándome.

— Idiota —logra sacarme una sonrisa— voy a ducharme, ¿podrías hacer el desayuno mientras?

Asiente sonriendo y me muestra sus pulgares en señal de ánimo, ¿para qué? no tengo idea.

Me da la sensación de que el comportamiento de namjoon es un poco raro en algunas ocasiones.

Niego con la cabeza y entro al baño.

El agua tibia se esparce por mi cuerpo y mis músculos agradecen la calidez que los relaja. Últimamente los horarios en el hospital han sido un infierno y he tenido que recurrir varios días a dormir un par de horas en el pequeño espacio que tengo para descansar cuando puedo.

Mi cabello oscuro se pega a mi frente y me miro en el pequeño espejo de la ducha, empañado por el vaho que desprende el agua caliente. Dos grandes bolsas decoran mis pequeños ojos, dando una imagen cansada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 11, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐑𝐈𝐀𝐃𝐎 | ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora