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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴜɴᴏ

G-Dragón despertó empapado en sudor frío. El latido de su corazón retumbándole en los oídos. El terror comprimiéndole el pecho. El sonido de la calmada respiración de su amo apenas alivió el miedo que lo consumía.  

La oscuridad los aislaba en la amplia cama de SeungHyun. Ojala pudiese quedarse envuelto en la seguridad de su presencia...

Unos números rojos lo miraban desde el reloj de la mesa de noche. Era poco después de medianoche, había estado durmiendo un par de horas. SeungHyun estaba cansado cuando llegó a casa. Cansado y preocupado. No había hablado sobre lo que pasaba por su mente y un esclavo sabía cuando no preguntar. Había ansiedad en el humor silencioso de su amo.

Choi SeungHyun era una clase diferente de amo. No como el anterior. El amo Ji Sub nunca hubiera llevado a G-Dragón a su cama. Nunca lo hubiese abrigado con brazos reconfortantes hasta simplemente caer dormido. Ji Sub hubiese tomado el placer que deseaba y encerrado a G-Dragón en un cuarto de un apestoso sótano con una manta por cama y un cubo por inodoro.

G-Dragón tocó la sabana que lo cubría. El olor a limpio y el cómodo colchón eran un placer secreto. Y el hombre cuyo pecho delineaba su espalda era su vida.

Después de cuatro meses de terapia y tranquilidad constante por parte de SeungHyun, G-Dragón todavía no podía convencerse a si mismo de que esto no terminaría pronto.

— ¿Cuál es el problema?

Una mano gentil se deslizó por el pecho de G-Dragón.

— Nada — mintió G-Dragón —. Vuelve a dormir.

Hubo un tiempo en que mentirle a su amo no hubiera sido posible. Ahora, tenía que hacerlo o arriesgarse a perder la única cosa buena que recordaba haber tenido en su vida

Un resuello hizo cosquillas en la nuca de G-Dragón.

— Tu primero — murmuraron los labios de SeungHyun contra su hombro.

G-Dragón giró la cabeza hacia SeungHyun. Y comenzó a repartir besos gentiles.

— No quise despertarte.

— Está bien.

Unos brazos lo rodearon y apretaron. Los labios de SeungHyun encontraron los suyos.

La ahora familiar dureza en su miembro zumbó. La polla se le endureció cuando la lengua de SeungHyun se deslizó por el borde de su boca. Una mano errante lo ayudó con largas y lánguidas caricias.

La engrosada polla de SeungHyun se frotó contra G-Dragón. Cortas y gentiles caricias se colaron entre sus nalgas, arando entre el surco de su trasero.

— ¿Pesadilla? — susurró SeungHyun.

G-Dragón asintió. Una que tenia a menudo mientras duraba el juicio de Ji Sub. Cuatro meses atrás envalentonado por el apoyo de SeungHyun y reforzado por la necesidad de obedecer a su nuevo amo, G-Dragón acusó a Ji Sub de asesinato. Ahora, incluso con el apoyo de SeungHyun la idea de enfrentarse con el hombre que abusó de él durante nueve años se volvía más terrorífica cada día.

— ¿Quieres hablar de ello?

SeungHyun quitó su mano de la polla de G-Dragón. Apretó el brazo alrededor de G-Dragón.

— No... No la recuerdo ahora...

G-Dragón se mordió el labio en cuanto soltó la mentira. Para distraer a su amo de preguntar más, G-Dragón se presionó contra la dura carne que acunaba entre las nalgas. SeungHyun lo apretó y arrastró los dedos hacia su vientre. Su mano agarró otra vez la polla de G-Dragón. Largas caricias rematadas por su pulgar haciendo círculos  alrededor, sobre la sensitiva punta hicieron a G-Dragón jadear buscando aire.