44. La mente

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Ahora

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Ahora

DINA

Kyle nos deja a solas en el granero. Durante unos cuantos minutos, ninguno de los dos decimos nada. Yo me quedo quieta, de espaldas, cerca de la puerta, y Dallas permanece en su silla, mirándome con esa expresión suya llena de vacío y caos. Le aparto la mirada y cojo aire.

—No es necesario que hagamos esto —empiezo yo con incomodidad—. Puedo irme en cualquier momento y nos ahorramos el mal trago.

—¿Recuerdas lo que te dije la mañana que viniste al hospital, después de lo que pasó? —me pregunta Dallas ignorándome.

—¿Qué de todo? —pregunto con poca paciencia.

—La parte en la que te dije que nunca había querido hacerte daño, y que los últimos siete años de mi vida era lo único que había hecho —dice en voz baja.

—Te dije que te equivocabas —apunto.

—Lo sé. Sé que tú no lo ves así. Pero yo sí.

Cojo aire, me cruzo de brazos y lo miro con poca paciencia.

—Aquella mañana me mentiste —continúa—. Cuando te dije que jamás podría perdonarme por lo que te había hecho y por lo que le había hecho a Dom. Me dijiste que no fue culpa mía pero, desde que has llegado, eres incapaz de mirarme a los ojos durante más de cinco segundos seguidos. Me culpas, Dina. No soy tan imbécil como para no darme cuenta.

No digo nada. No sé qué decir. Tiene razón. Lo culpo, y mucho. Agacho la cabeza.

—¿Ves? Si tú no puedes sostenerme la mirada el tiempo suficiente, ¿qué te hace pensar que yo podré vivir conmigo mismo después de saber que la sangre de mi hermano mancha mis manos?

Sus palabras son el detonante que me hace perder el control por completo. Levanto la cabeza, me acerco hasta él y le doy una patada a su silla con todas mis fuerzas. Logro hacer que se tambalee, sin embargo, no llega a caer al suelo porque se pone en pie antes. Cuando lo hace, lo golpeo en el pecho con todas mis fuerzas. Esta vez sí que retrocede. Vuelvo a empujarlo una segunda vez.

—¿Sabes lo que es tener sangre en tus manos? —grito enfurecida—. ¡Sangre en tus manos es arrastrarte por el suelo hasta el cuerpo de tu hermana pequeña! ¡Sangre en tus manos es pensar que vas a morir a su lado y despertarte al día siguiente en un puto hospital! ¡Es saber que no hiciste nada para evitar ninguna de las decisiones que sabías que os iban a joder la vida! ¡Es lo que yo tenía sobre mis palmas mientras le suplicaba a mi hermana de doce años que siguiera a mi lado! ¡Eso es sangre en las manos, Dallas! ¡Lo que tú y Dom hicisteis esa noche es el gilipollas!

Me desahogo. Cuando termino de gritar, estoy tan nerviosa que me tiembla todo el cuerpo. Por primera vez desde que ha vuelto, le sostengo la mirada. Y lo hago con tanta furia que sé que no puede encontrar ningún consuelo en mis ojos. Aprieto los puños.

Girls prefer singers ✔️ [Singers #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora