23 : LA REINA

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Por su culpa ellas se fueron ... - por lo menos eso quería creer, en su momento no se había dado cuenta de la repercusión que podía tener sus acciones, pero esperaba que sus compañeras comprendieran la razón de su actitud

Tenía que esperar, si actuaba en ese momento sería obvio, debía aguardar hasta que sea conveniente.

Un mes pasó cuando ya estaba todo listo, la escolta de la reina era controlada por el, las siervas igual, todo estaba de su lado, se había ganado a la mayoría y en sus excursiones al exterior había obtenido el favor del pueblo, era el momento para ocupar el lugar de la reina solo faltaba que ella desapareciera.

Esa misma noche dejaría todo listo y a la siguiente mañana ya iniciaría, de todos modos, no era novedad la gran tristeza con la que últimamente se le veía a la reina, tristeza que le era dada por un sedante que a veces se mezclaba en su comida o bebida.

Los paseos nocturnos que hacía Nayet lo ayudaron a pasar desapercibido, en la noche antes de dormir era común verlo entre los pasillos y encerrándose en la biblioteca una hora o dos, siempre con un guardia que lo proteja y vigile.

Al día siguiente cuando uno de los sirvientes cruzaba el jardín de atrás para llegar a donde se le necesitaba quedo horrorizado, en el balcón que se suponía que pertenecía a la alcoba de su majestad el cuerpo de alguien colgaba atado de las cortinas.

Nadie podía creer lo que veía, con sus cabellos cubriendo su rostro, descalza y con el vestido que usaba para dormir, no mostraba signos de haber luchado pero su rostro estaba deformado a causa del tiempo que estuvo ahí.

Los gritos atrajeron a más gente al lugar, las últimas personas en entrar a la habitación fueron el rey y Nayet, después mandó a que todos dejaran el lugar solo quedando unos guardias y médicos confiables los cuales solo confirmaron lo obvio.

- La reina ha muerto - asustado tras escuchar eso Nayet se escondió en el pecho de su amante sin poder evitar curvar sus labios, sonrisa que nadie pudo ver...

- Dahnn ve a tu habitación y no dejes entrar a nadie.

- Pero...

- Iré contigo cuanto antes - tras eso se separaron, uno estaba preocupado, muchas personas habían visto lo sucedido, ¿Cómo explicaría esto?, esa mujer no hacía nada más que darle problemas, no la amaba y hace años ya ni siquiera dormían en la misma cama, pero nunca se separaron oficialmente por lo que podía significar, inestabilidad, aparte que ganaría enemistad con la familia noble de su ahora fallecida esposa.

Que gran problema

Por su parte, el joven Géminis una vez en su habitación se regocijó, todo había salido según el plan, lo siguiente era casarse y ya en el poder cumpliría la promesa, solo le quedaba deshacerse del rey y su hijo, después una vez con todo para el sacaría a Aldair y los demás de aquel lugar

- ¿Cómo estarán?

El rey solo fue a comunicarle que no se preocupara y que en tres días se realizarían las ceremonias y demás.

- A ella no le agradaba, lo mejor sería no asistir, pero desde aquí te daré todo mi apoyo - se excusó para no ir - solo soy un concubino, no sería correcto estar ahí

- Una vez esto pase no deberás agachar tu cabeza ni avergonzarte, serás mi reina ... - selló la promesa con un beso y se retiró.

Aguanta un poco más...

Había algo que lo inquietaba, que, si bien desde su llegada fue tratado mal y tuvo que evitar más de una vez la muerte, soportó esos asquerosos besos y repudiables caricias, siendo cada vez más difícil evitar consumar, el rey lo había esperado casi una década, aunque eso no significara que conocía su cuerpo.

Asqueroso.

Era evidente que cuando se "casaran" lo harían, todavía no estaba listo ni física ni mentalmente, lo aterraba la idea y si quiera pensarlo lo hacía temblar de pánico provocando que le fuera difícil respirar.

Lo que no se esperaba era que su corazón lo iba a traicionar... 

Signos, la vida secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora