Cap.5 -No tocar

1.7K 181 88
                                    


Adiós dignidad, hola desmadre

Porque esta noche, no saldría temprano

La fiesta empezó a desatarse en la planta inferior, cuando se ponía el reguetón latino, palabras sensuales con un ritmo pegadizo, esos decentes japoneses podían desconocerse, siendo contagiados por los extranjeros ricos que disfrutarían como si estuvieran en el cielo, risas, gritos, ese carísimo piso estaría salpicado de bebidas, pulseras, relojes, anillos o algún billete travieso (hasta billetera entera)

Daki era clara: firmas, entras, disfrutas, sales, pero debías lidiar con las consecuencias del día siguiente

—¡Apúrate!— exigió, tirando de mala manera la bandeja en la barra, quería irse con Rui, agarrar un poco más de propina, seguro ese chamaco se volvió a encontrar un anillo de diamantes, si había suerte, tenía pensado remodelar la casa, comprar esos caprichos que siempre quiso ese viejo y por su estúpido trabajo no pudo darle— ¿¡Ya!?— realmente este lugar de VIP, solo tenía a personas con un poco más de dinero y la mayoría eran hombres mayores, aunque de mejor cara, Daki dijo que ya se había agarrado al suyo, Kaigaku solo hizo mueca de asco, porque ese "hombre" tan pálido con una mirada de terrorífico rojo sangre, fácilmente podía ser un vampiro, aparte, ¿no era esposo de la hija de un ministro? Bueno, su amiga siempre come cosas peligrosas—

—¡Paciencia ahora! el señor Douma es muy selectivo, no se debe cometer ni un error, ¿sabes que muchos desearía siquiera que les dirija la palabra? Yo tengo la fortuna de ser siempre halagado por él— rodó los ojos ofuscado, otra vez escucharía sus malditos e innecesarios discursos sobre lo muy apreciado que era, en especial por ese diseñador de modas— ¡Cambia de cara! ¡Vas a arruinar mi obra de arte!

—Le voy a gruñir, cortesía tuya— tomando la bandeja, sonríe de lado, sacando a relucir su pequeño colmillo con burla—

—¡¡No serías capaz-!!— hubiera gritado más, ya a presenciado sus rabietas en este poco tiempo, casi se sube arriba de la barra, pero inmediatamente algunas mujeres le lanzaron miradas asesinas, evitando algún escándalo mayor—

Kaigaku niega dando vueltas graciosas, queriendo coordinar con la música, su traje enmarcando el cuerpo esbelto, piel blanca siendo pintada por esas luces tenues, llevándose miradas indiscretas, silbidos y propuestas indecentes de algún tomado de copas, siempre amenazando con hacer caer la bebida, imaginándose el terror plasmado en la cara de Gyokko; pero es amigo de Daki, su confidente, su lado aburrido, ella dijo que no importará que tontería hiciera, este trabajo sería suyo de por vida, ¿porque no tomarle la palabra? Burlarse de un millonario quisquilloso, no es algo que se pueda hacer siempre

Ubica la mesa más alta, ahí donde hermosas mujeres sonríen coquetas, vistiendo atractivos conjuntos de colores, colmando de atención al único hombre entre ellas, sentado a sus anchas

—Oh, pero mira que sirviente tan adorable me han mandado— agita un gran abanico que oculta la mitad de su rostro, pero podría decirse que debe estar sonriendo—

¿Es normal odiar a una persona con solo escuchar su voz? Kaigaku nunca se a esforzado tanto por sonreír como ahora, esa voz melosa, rozando la falsedad, le envía escalofríos indeseados

—Su pedido, señor...— murmura entre dientes, sin hacer ninguna de las absurdas poses recomendadas, es solo un humano más, con dinero y potencialmente puede mandar a un asesino a matar, las veces que se le plazca, pero eso ya son detalles exteriores—

Un poco más de cerca y le da asco solo verlo

Cabello rubio platinado, ojos que tenían un absurdo arcoiris dentro (seguro son lentes de contacto)

—Eres tan pequeño— abanico hecho de oro, eso de menos te da aire y tener fuerza, para sostenerlo con una mano— una carita decente— rueda los ojos sarcástico, ignorando esas palabras tan banales— un buen maniquí al cual vestir— lo toma bruscamente de la muñeca, la bandeja cae en un sonido sordo, amortiguado por el temblor que ocasiona la música a todo volumen de abajo, impidiendo su retiro, acercándolo a su persona, prácticamente pegando mejilla con mejilla— Daki es muy egoísta al no venderte, Muzan-san dice que no le puedo hacer nada, una verdadera pena— escucha ligeras risitas, las mujeres miran curiosas, atentas a cualquier escenario para nada decente que se podría formar, quiere apartarse, siente ardor donde lo sostiene y empeora al asomar una sonrisa sádica, digna de un asesino serial—

𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐇𝐀𝐆𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐓𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora