🌒 La Leyenda De QUIOS 🌘

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Alrededor de todas las leyendas e historias, siempre se cuenta que algunos dioses castigaban injustamente  pueblos enteros, por la irreverencia de unos pocos, eran castigados todos, de aquello había surgido la creencia de que todo lo malo que albergara a un pueblo era culpa de un castigo divino, aquello había hecho que la gente temiera lo divino y buscara el estar en armonía con ello, pero cuando los humanos no entendieron que el mundo se rige por el equilibrio, que no puede ser todo bueno o todo malo, el resentimiento hacia algunas Diosas surgió.  

Pero mi madre de quien he heredado esta vieja leyenda me ha explicado que en ocasiones las diosas visitaban personalmente algunos reinos, cuando este representaba un peligro para sí mismo o para otros, y que incluso en algunos pueblos y naciones la visita de una diosa era considerada más que una bendición  una condena de muerte donde el verdugo tenía total poder. Una diosa no podía ser juzgada ni en una corte celestial y menos en una terrenal ya que sabían que cuando una de las hermanas destruía un reino, era porque se había llevado a cabo la votación final; como se le conocía en la tierra.  A los pueblerinos y habitantes de aquellas naciones escogidas para ser destruidas, solo les quedaba rogar por que la diosa encargada de su último adiós fuera la diosa de la noche, aquella encargada de las muertes más repentinas y poco indoloras, ya que  era una bendición morir por causa de ella y no de sus hermanas. 

Quise creer muchas cosas pues aún tenía fe en que las diosas no eran capaces de arrebatar la vida de aquellos seres que ellas mismas habían traído a este mundo, busque posibles causas por la cual aquellos actos se llevaron a cabo quería creer que aunque aquella raza habia sucunbido a los deseos de la carne o que incluso habían cometido injurias hacia alguna diosa; ocasionando así la destrucción de todo el reino. No había forma de que yo creyera en las palabras de mi madre, para mi las diosas eran una muestra de la infinita bondad del universo. Pero entendí que hay momentos en los que las diosas deben elegir entre el bien común y una nación, aquello me parecía un acto barbárico, un acto fuera del raciocinio. algo que mi insignificante ser no podía analizar, cuando ni siquiera era capaz de comprender mi propio entorno.

 Vivo con el miedo de que en mi entorno se desarrollen injurias a tal nivel que requiera la intervención divina, con el simple hecho de pensarlo hace que quiera  internarme  en la gran biblioteca y leer los hechos correspondientes a mi raza en busca de cualquier indicio que demuestre que merecemos un castigo, patético, yo no era quién para decidir que les ofendía a las diosas. podía ser cualquier cosa incluso el aleteo de una inofensiva mariposa podía causar la destrucción del mundo si una de las creadoras lo consideraba ofensivo o al menos aquello era lo que pensaba.

¿Quién soy yo para intentar ponerme en su lugar?

¿Que acaso no he sido testigo de cómo aquellos que intentan ponerse en el lugar de una diosa se les es arrebatada la vida como si de una simple mota de polvo se tratase?

Es confuso, nos han enseñado a no cuestionar las decisiones de un Dios, ¿pero no es acaso eso una irresponsabilidad de nuestra parte? , le dejamos todo el trabajo a las diosas, ¿De qué estoy hablando?, a lo largo de los años de las generaciones y de las eras han existido todo tipo de criaturas a los cuales hoy en día les llamamos los nefastos, aquello más que un trágico suceso era y son los hechos más escalofriantes de este mundo.

Todas y cada una de aquellas historias comparten un mismo patrón y un mismo destino. La destrucción y el caos  a mano de aquella hermosa diosa de aspecto delicado, ella quien está a cargo de la destrucción y de los infortunios de la historia es la encargada de llevar a las naciones el infortunio y la muerte. Y aquella nación no fue la excepción.

Mi madre se armó de valor al saber de memoria las pérdidas y tragedias que aquel pedazo de historia revelaría:

Hace muchos siglos existió un reino donde la gente no pasaba de un metro, eran alegres y todos los días tenían un motivo para celebrar, sus casas pintorescas le alegraban la vista y el alma a los visitantes de otros reinos. Aquel día había una extraña tensión en el aire, celebraban el nacimiento de 20 niños nacidos en perfectas condiciones todos estaban felices por las nuevas madres, pero aquella tensión era casi imposible de ignorar, casi. Lástima que aquella Raza tenía la particularidad de no escuchar las señales que les daban incluso los ancianos, los extranjeros salían huyendo ante aquella bruma, sabían que no era nada bueno lo que iba a acontecer. Nadie se dio cuenta de que los animales salían despavoridos de aquel lugar ni de cómo los lobos domesticados aullaban ante la presencia de la muerte en aquel lugar. Nadie siquiera preguntó qué pasaba cuando las aves dejaron de cantar, no prestaron atención a ninguna de las señales que les dio la naturaleza ni siquiera escucharon a aquel anciano que con su bastón en mano les decía que algo malo estaba pasando lo tomaron de loco. Sus hijos lo tildaron de paranoico, pero nadie le prestó atención a sus palabras.

En el pueblo no quedó ni un viajero de tierras extranjeras, y aun así aquellos seres desconocidos para mí no se daban cuenta de la extraña situación, ni siquiera cuando en el cielo se escuchó un fuerte estruendo no detuvieron aquella fiesta por la cual muchos no sabían ni que se celebraba, fue hasta que una exclamación de sorpresa colectiva paro la celebración que todos entendieron que algo estaba mal, muy mal.

En el espacio que debería de ser el  mercado en uno de los puestos de frutas un supuesto mercader sostenía una manzana ofreciéndole a una joven de pelo blanco frente a él. Ella tenía los puños apretados y miraba a aquel hombre   con ira en su mirada, aquel señor no había entendido que había hecho mal para causar la ira de la Diosa. Él solo quería regalarle la fruta como hacía con todo el que pasaba por allí, pues la había visto como ella había estado mirando con deseo desde hacía unos minutos. Quiso disculparse, pero cuando abrió la boca para decir algo la tierra tembló y una fuerte lluvia azotó el lugar, luego de unos instantes granizo del tamaño de sus cabezas caía con fuerza, corrieron desesperados a sus casas, pero estas caían por el temblor. 

La diosa tomó la fruta y dejó tres monedas de oro y se marchó dejando el caos en aquel reino.

Nadie sobrevivió. 

Pero aquel puesto con las tres monedas de oro fue lo único que se mantuvo intacto.

Pasaron muchos años para que alguien reuniera el valor y le  preguntara a una de las diosas el porqué habían destruido aquel pueblo, Isiq fue quien contestó dejando a todas las razas una gran enseñanza.

—Si un pueblo solo se centra en festejar y no en trabajar no es una buena nación, si explotan sus riquezas comprando alimento para regalarlo a todo visitante entonces solo se está llevando a la quiebra si  tienen tierra fértil y no la trabajan. ¿De qué sirve una nación que solo se lleva a sí misma a la miseria? .—

Desde ese día aquel acto dejó de ser visto como un acto de capricho realizado por una diosa inestable, los reinos entendieron el mensaje se trabajó el campo y la tela, se trabajó la artesanía y se llenó la tierra de reinos prósperos y llenos de manos trabajadora. 

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2023 ⏰

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