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Luego de dos tediosas semanas, el día del casamiento estaba amenazando con llegar, sus hijas ya habían perdido todos sus pétalos, tal y como ella había perdido todas sus esperanzas de que el joven Phantomshire perdiera su interés en ella.

-Helena, querida mía, ¿deseas algo antes de convertirte en mi esposa?-

-que Klaus sea contratado en tu casa para servirme, no deseo que otra persona me sirva, estoy muy apegado a él-el semblante del mayordomo en cuestión estaba serio, pero por dentro tenía una sonrisa triunfadora y Jack lo sabía

-¿estás segura?, si tu lo deseas tendrás a las mejores sirvientas para que cuiden de ti toda la vida-dijo tomando sus manos

-no, yo quiero que el venga, es una más de mis pertenencias, como lo son mis libros o mis vestidos-el conde rió pues pensó que estaba denigrando al mayordomo como persona, pero lo que no sabía era el invaluable valor que ella le daba a las cosas nombradas

-si es una de tus pertenencias no puedo negarme-

-Klaus no se va contigo-dijo su madre- nosotros somos los que escogimos lo que se va contigo, no tienes ninguna jurisdicción sobre él-sonrió de medio lado hacia Jack, quien le contestó de la misma manera

-perdon madre pero le recuerdo que esta misma mañana despidió a Klaus por atender mis requerimientos primero que los suyos, por lo que debo decir que  este chico, desde el momento en  que lo sacó de la casa, es MIO-sonrió triunfal

-¿quién te crees para faltarle así el respeto a tu madre?-dijo su padre colérico

-en ningún momento se lo he faltado, sólo le estaba recordando los hechos ocurridos esta mañana, nada más-la joven se posó al lado de su esposo-además, ¿por qué debería de importarles un sirviente que se estaba haciendo cargo de la molestia que ustedes nunca quisieron asumir?, mañana me caso, ya no seré carga suya- tomando el brazo del conde

-nosotros no te criamos así-dijo su madre indignada

-ustedes no me criaron, siempre lo hicieron sirvientas. Los únicos momentos en los que me veían fueron cuando tuve la edad necesaria para asistir a sus reuniones de alta sociedad para casarme de una vez y lograr deshacerse de mi-su afilada lengua no dudo en lanzar cortes

-chiquilla insolente!-gritó de cólera su padre

La estrepitosa risa de Jack cortó súbitamente el ambiente, todos los presentes en la sala le quedaron mirando sin entender el porqué de su risa. Luego de unos minutos el joven logróo recuperar la compostura y habló

-no me equivoqué al elegirla como pretendiente, eres como una rosa roja, tus espinas clavan a todo el que te quiera hacer daño sin miramientos. adoro ese carácter suyo-le  tomó por el mentón y la miró fijamente- eres perfecta

-si es tan perfecta llévese en el acto si desea a esta chiquilla insolente, ya no la soporto más en esta casa-dijo su progenitora enfurecida

-no se preocupen, me la llevo en este mismo instante, mañana enviaré  a Klaus por sus cosas- le ofreció el brazo a la joven, quien lo aceptó de inmediato

-ah, se me olvidaba, despidanme del caballero ese que está en sus aposentos-dijo señalando el ala masculina

-¿no te despediras correctamente de mi hermana?-dijo Leonard caminando hacia la puerta

-hasta nunca hermano-dijo sonriente- espero que esa falta de delicadeza que te han enseñado los vetustos de la corte no se vuelva contra ti-rió de buena gana al ver el rostro furioso de su familia entera antes de salir por la puerta con su futuro esposo. su cuerpo se retorcía internamente de placer luego de haber dicho todas esas cosas que había tenido guardadas por años.

La boda fue algo pomposo y elegante, la iglesia y el banquete que hubo luego de la ceremonia estaba repleto de voces y caras que tendría que memorizar, debido a que ahora era la esposa del conde y, por ende, debería asistir con el a todas las reuniones que lo requirieran.

A pesar de ser un matrimonio bajo el amparo de la iglesia, Helena jamás hizo un juramento ante Dios, porque ambos sabían que esto no era lo que ella deseaba. Klaus se mantuvo al margen durante la ceremonia, mas en el banquete fue el mesero privado de la novia, no la dejó ni a sol ni a sombra.

Al llegar a su nuevo hogar se percató de que en su habitación había un librero el doble de grande que el que había en su habitación, pero lo que le alegró aún más, era que estaban todos sus libros, además de otros tantos nuevos que hacían falta para llenar el espacio restante. una bella cama con dosel de un color rojo italiano con detalles en plateado, lo mismo que las cortinas, muebles y alfombras que llenaban su pieza de destellos debido al reflejo de la luz solar, la que entraba en abundancia incluso, a esa hora del atardecer.

-¿tu habitación está muy lejos Klaus?-preguntó preocupada

-de hecho no-dijo señalando una puerta que estaba al lado derecho del tocador, al abrirla daba paso a una habitación pequeña, que tenía tanto salida hacia el pasillo como hacia el dormitorio de su ama

-¿le gustaron sus aposentos a mi dulce rosa?-dijo Jack observándola desde el dintel de la puerta

-me encanta, pensaste en todo, incluso en la ubicación de la habitación de Klaus, gracias-dijo sonriendo

-esa sonrisa es más bella que todas las que me has dedicado, es la misma que me diste en ese baile cuando nos conocimos-sonrió de lado

-¿nos conocíamos desde antes?-dijo asombrada, no recordaba sus facciones

-en una de esas reuniones, más específicamente tu presentación en sociedad-

-ese día yo le sonreí a todo mundo, no te recuerdo-

-¿recuerdas el chico que tropezó contigo para luego caer con el codo dentro de uno de los bebestibles?-dijo intentando no reír

-ah, el chico al que ayudé a esconderse para que no lo regañaran severamente frente a todo el mundo-dijo sonriendo

-fue muy osado de tu parte esconderme bajo tu vestido, yo estaba más que avergonzado-rió de buena gana

-siempre me ha gustado ayudar y tu te veías en apuros... había olvidado completamente ese hecho-posando sus delicados dedos sobre sus labios

-desde ese momento fue que supe que tenías que ser mi esposa, por eso en el momento en que mi padre se declaró tu pretendiente no podía creer que me hubiera timado de tal manera-dijo con tristeza- pero Dios da lo que merece cada uno, yo siento que es por eso que se enfermó de tal manera-mirando por la ventana

-perdón por hacerte recordar algo tan doloroso-dijo avergonzada Helena

-no te preocupes, no es tú culpa-sonrió con amargura-a dormir todos, mañana será su primer día como condeza Phantomshire-sonrió antes de cerrar la puerta detrás de si, saliendo de la habitación de Helena

-algo no me cuadra en la historia con su padre my lady, estaré siempre a su lado cuidando de usted  en caso de que el quiera hacerle algún mal-dijo Klaus antes de tomar su mano, besar el anillo en ella, para luego retirarse a su habitación

Amor, prohibido amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora