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La siguiente mañana  Klaus se levantó muy temprano para prepararle el desayuno preferido de su ama: Galletas de limón con la forma de distintas aves y un suave té con leche. En la cocina se encontraba el cocinero de la casa, quien se rehusó profundamente a dejar que el chico ocupara su cocina. Luego de una tranquila discusión el joven logró su cometido y preparó aquella comida.

La puerta de su habitación no fue un gran obstáculo, a pesar de que iba con una bella vajilla entre las manos. Dejó aquel objeto en una sencilla mesa que había sido situada en el cuarto y entró en la habitación de la joven.

-buenos días my lady-abriendo las cortinas de par en par- hoy es un hermoso día, su desayuno está listo, ¿prefiere comerlo en sus aposentos o en la mesa del comedor?- encaminándose hacia el ropero y encontrándose con las más finas telas y, por ende, los más bellos colores y accesorios.

-buenos días Klaus, preferiría tomar mi desayuno aquí, quiero estar presentable cuando salga-dijo sonriente mirando por la ventana

-el señor Phantomshire le dejó esta carta en su tocador-depositandola en sus manos

-¿qué será?-dijo abriendola curiosa

-hice sus favoritas-dijo enseñándole una galleta

-el mensaje puede esperar- sonrió dejando aquel mensaje en la mesita de noche

-sabes exactamente como me gustan-sonrió comiendo delicadamente una de ellas

-es mi deber recordar aquellos pequeños detalles-sonrió haciendo una reverencia

¿crees que le pueda pedir al conde que me deje aprender idiomas extranjeros?-mirando a su derecha

-estoy segura de que lo que le pida se lo concederá-sonrió

-¿qué será?-abriendo la carta

"Querida Helena:

Mi más sincera bienvenida a esta que será tu casa, espero que la estadía en ella sea lo más confortablemente agradable para tí. Cuando te levantes ý mires desde tu ventana, te percatarás de uno más de mis regalos de bienvenida, espero te guste la variedad de colores que escogí personalmente para tí

Con todo mi amor

tu Jack"

En ese mismo instante la joven se levantó rápidamente y la sorpresa que se llevó fue una de las más agradables a la vista: había un pasillo repleto de rosas de todos los colores, aquel corredor terminaba en una pequeña terraza de color blanco en la que ella podría disfrutar de comidas al aire libre. De esta sorpresa sólo una cosa le extrañó. Helena sabía que en esta época aquellas flores habían perdido sus pétalos, lo que le obligó a pensar que las habían traído del extranjero.

-¿le acomoda este vestido my lady?-enseñándole uno de color concha de vino con detalles en blanco

-todo lo que escoges me sienta bien, tienes un muy buen gusto- sonrió dándole la espalda y dejando que la camisola resbalara de su cuerpo

En cuanto se vió completamente vestida y peinada corrió como niña pequeña al jardín de la casa, interactuando con animales y plantas, miraba cada uno de ellos con la curiosidad de una niña de cinco años que sale por primera vez al jardín.

-espero estés disfrutando tu regalo esposa mía-sonrió Jack  de medio lado

-¡está precioso!, está tan bello que tengo ganas de cantar-rió de emoción

Amor, prohibido amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora