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Sería imposible para cualquiera intentar borrar la expresión de alegría que cargaba esa mañana cierto pelimorado que iba hacia el instituto. No sabía exactamente a qué se debía tanta felicidad, aunque en el fondo creía saberlo. Agarró con fuerza las tiras de su mochila mientras cruzaba el umbral de la gran entrada al edificio y, como si estuviera puesto en automático, se dirigió hacia su casillero. Se tomó el tiempo de sacar su llave y abrir la puerta metálica para tomar sus libros. Entonces su alegría se disipó.

No había ninguna carta.

Sintió un gran vacío en su pecho, las ilusiones que hoy lo acompañaban habían caído de bruces contra el suelo y se habían enterrado por sí solas. ¿Acaso aún no había pasado por ahí su admiradora? Tal vez era demasiado pronto en el día y tendría que esperar un poco más. Trató de repetirse aquello en su mente y evitar los pensamientos negativos.

— Tal vez sólo estoy exagerando— susurró con la mirada agachada—. A-Además, no sé ni quién es... Tampoco puedo esperar que me estuviera escribiendo todos los días...

Cerró la puerta con desgana y se dirigió a su clase con la mirada en el suelo. Realmente esperaba que hubiera otra nota más en su casillero, no sabía que lentamente estaba cayendo en los encantos de aquella persona que le estaba robando el corazón con sus palabras. Se sentó en la silla y esperó a que llegaran sus amigos, con su cabeza entre sus brazos cruzados sobre el pupitre.

En algún momento su soledad se vio interrumpida al sentir unas leves caricias en su cabeza, haciendo que levantara la vista encontrándose con un jovial rostro moreno cuyos labios curvados hacia arriba le hicieron sobresaltar.

— ¿Estás bien?— su suave y gentil voz le hicieron sentir nervioso, ¿por qué? Ni él lo sabía, simplemente le devolvió la sonrisa como pudo—. Pareces algo distante, ¿ha pasado algo?

— Ah, buenos días, Bon— saludó intentando sonreír lo más que pudo, pero en el fondo aún se sentía decaído—. No, no pasa nada, estoy bien.

— ¿Seguro? Sabes que puedes contarme lo que sea— el peliturquesa se recostó sobre la mesa para ver mejor al más bajito, haciendo que sus rostros quedaran bastante cerca, pero ninguno lo notó.

— Mmh...— Bonnie no evitó hacer un puchero, realmente no sabía por qué se sentía tan mal, no debía tomarse tan apecho el hecho de no haber recibido hoy una carta más, pero sabía que no podía ocultarle nada al menor en edad—. ¿Te acuerdas sobre lo que te dije sobre... las cartas que estaba recibiendo?— el moreno asintió con la cabeza—. Bueno... Hoy no vi ninguna en mi taquilla. Creo que después de todo sí era una broma...

En ese momento el rostro de Bon palideció. ¿No había recibido su carta hoy? Él recordaba haberla metido por la rendija del casillero de siempre. ¿Lo habrá soñado?

— N-No creo que sea eso, t-tal vez se equivocó o-o aún no la tenga lista...— Bon intentaba no tartamudear demasiado, pero los nervios lo consumían por completo—. T-Tú tranquilo, a-además, es muy temprano, espera al final de clases y luego miras otra vez.

— Mmm... Sí, tal vez tengas razón— suspiró intranquilo y volvió a recostarse—. Por cierto, ¿a qué habías venido?

— Ah— el moreno sintió cómo sus mejillas se enrojecían—. E-En realidad... Sólo vine a saludarte, quería ver cómo estabas.

Bonnie no evitó sonreír con ternura ante su respuesta, le gustaba mucho cómo Bon se preocupaba por él y lo muy gentil que era siempre.

— Jeje, gracias Bon, pero ya te lo dije, estoy bien, no te preocupes tanto— le devolvió una sonrisa esta vez más real y tranquila, haciendo que el más alto suspirara con calma.

— Está bien— se levantó nuevamente y volvió a pasar su gran mano por los lacios cabellos de su amigo—. Nos vemos después de clases, ¿sí?

El pelimorado asintió con satisfacción al sentir el suave calor que le transmitía su mano morena en su cabecita. Otra cosa que le gustaba era cuando Bon le acariciaba así los cabellos, lo relajaba mucho.

(...)

Bon estaba de los nervios, no encontraba su carta por ningún lado, así que sí o sí la había hecho entregar. Pero si Bonnie no la había recibido, ¿dónde estaba?

— Ayayay, creo que me he equivocado de casillero, ¿cómo he podido equivocarme así? Ahora Bonnie vuelve a creer que es una broma y ya no me tomara en serio. ¡Me rechazará, me odiará y ya nunca podré decirle mis sentimientos!

— Dios mío, nunca te había visto tan histérico, Bon— Joy veía cómo su amigo daba vueltas por toda su habitación sintiendo pena por él—. Pero tranquilo, no creo que sea tan malo, por un día no creo que se le vayan las ilusiones.

— He visto cómo estaba hoy y me moría por abrazarlo y decirle que yo era quien le escribía esas cartas— se abrazó a sí mismo mientras suspiraba—. Se veía que realmente le importaban, me siento un tonto...

— Ya, Bon...

En ese momento fueron interrumpidos por el sonido de mensaje que salió del móvil de Bon, quien lo tomó confundido y luego una gran sonrisa plantó su rostro enrojecido.

— ¡Es Bonnie, tiene mi carta!— se tiró sobre la cama al lado de Joy mientras ella se asomaba para ver.

— ¿Lo ves? Te dije que no debías preocuparte— le dio unos golpecitos en la espalda para que se le fuera la angustia que le quedaba.

— ¿Pero entonces dónde estaba...?

(...)

Bonnie había terminado por fin sus clases y se despidió de sus amigos para volver a casa. Ya había desistido de mirar más en todo su casillero y solo tomó su mochila para irse, cuando alguien lo tomó del hombro para hacerle girar.

— Disculpa, ¿tú eres Bonnie?— una chica bajita de largos cabellos castaños con un cubrebocas se acercó a hablarle—. Creo que nuestros casilleros están juntos.

— Oh, puede ser, ¿qué necesitas?

— Verás, esta mañana he encontrado esta carta en mi taquilla— la chica sacó aquel sobre beige con su sello de lacre que Bonnie reconoció al instante—. Pensé que era de mi novio, pero no me fiaba, y luego recordé que vi a alguien poniendo una parecida en tu taquilla, así que supuse que era para ti.

— ¡Ah, sí, muchas gracias!— tomó el sobre con cuidado y lo apretujó contra su pecho—. Un momento... ¿sabes quién la puso en mi taquilla?

— Hum... Bueno, no lo recuerdo muy bien, pero creo que era un chico— la castaña pareció pensarlo—. Bueno, eso era todo, ya debo irme, solo quería devolvértela y tranquilo, no la he abierto.

— G-Gracias igualmente...

En cuanto se fue, volvió a girarse para leer de una vez aquella carta, había estado esperándola todo el día y no podía esperar a llegar a casa. Separó delicadamente el sello y abrió la solapa, el olor a la tinta y el papel inundó su nariz y sintió cómo su corazón se aceleraba.

Sé que debes preguntarte quién soy, mas no puedo decírtelo. Aún no tengo el valor para mostrarme ante ti tan directamente, no me veo capaz de decirte todo lo que te digo en las cartas de frente. Tendrás que ser paciente, aunque ya sé que lo eres, es una de tus muchas virtudes que tanto me gustan.

Bonnie cerró los ojos con una sonrisa mientras abrazaba la carta, ahora comprendía que realmente esperaba cada día a encontrar una de esas hermosas cartas que estaban dirigidas únicamente hacia él. Se estaba enamorando irremediablemente del anónimo autor que con sus palabras lograban hacerle sentir tan feliz.

— Bon tenía razón— suspiró guardando la carta en su mochila—. Sólo debía ser paciente...

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Cameo especial de mi bestie izabella-sama uwu

Continuará...

¡Disfruten!

- Irene


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⏰ Última actualización: Sep 30, 2021 ⏰

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Queridas cartas (BxB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora