Capítulo 30: Confesión

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Crista decidió que era mejor tomar aire fresco y no quedarse en el comedor de las cabañas con los ojos curiosos de todos sus compañeros sobre ella. Por lo tanto, se dirigió hacía una zona apartada a la cual casi nadie iba, pues quedaba más lejos que los demás lugares.

Se sentó sobre el pasto y contemplo el cielo, mientras pensaba en lo ocurrido.

Creía que lo que había visto, esa parte de Heben que no conocía podía hacerla cambiar de opinión respecto a su relación con él. Y más aún, luego de sus palabras dándose cuenta de que él tenía razón. No lo conocía bien. Conocía sus ojos tristes, aquel semblante inexpresivo, su mirada de vergüenza y aquellos labios suaves. Pero, esa actitud violenta la había hecho sentir que era un tonto.

Sumió su cabeza en sus rodillas plegadas y suspiró. Sintió una opresión en el pecho y tubo ganas de llorar.

¿Acaso ya se abría enamorado de él? Pero ¿Cómo podía hacerlo, sí no lo conocía bien?

Levantó su cabeza. No sentía que no lo quisiera ver, ni que no lo quisiera más. Quería conocer aquellas facetas que aún no conocía, y quería saber por qué lo hacía. Quizás, no siempre era así. Quizás había algo más, pues a ella nunca la había tratado así.

Volvió a suspirar. No voy a darle la espalda, pensó.

Sin embargo, sabía que su relación estaba algo complicada. Pues, al parecer, él tampoco le había dicho a su Circo que estaba con ella.

¿Por qué soy tan complicada a la hora de elegir chicos? Se preguntó frustrada y casi ríe con amargura.

-¿Por qué estás aquí sola?-Preguntó Feuer apareciendo de repente a su lado.

Crista se sobresaltó de inmediato y se levantó en un segundo, mirando a Feuer con sorpresa. Realmente creía estar completamente sola.

Él también la miró con extrañeza.

-H-hola-Exclamó como si no hubiera escuchado su pregunta.

-Hola ¿Estas bien?-Le dijo él haciendo caso omiso al darse cuenta de que ella estaba más distraída de lo normal.

Crista sonrió, ocultando su desasosiego y asintió.

Feuer la miró con los labios fruncidos levemente, sabiendo que le mentía. Sin embargo, se sentó en el suelo y le indicó a Crista que hiciera lo mismo. Entonces, lo hizo.

-Así que, misteriosamente se empaparon unas artistas del otro Circo-Inquirió luego como si hablara con una niña pequeña que se había mandado alguna tontería.

Que suerte que no dijo, un pajarito me contó, pensó Crista haciéndose la tonta mientas miraba hacia otro lado.

Feuer la siguió mirando a la vez que esperaba que le contestara.

-Bueno…-Comenzó ella-Es que estaban molestando a alguien, y…

-No te contuviste-Concluyó él, conociéndola. Se acordaba cuando se metió en una pelea de unos niños que estaban molestando a una niña más pequeña, y para asustarlos hizo una gran estatua de hielo con una forma espeluznante.

-Ajá…

Feuer suspiró mientras se reía y luego revolvió la cabeza de Crista como si se tratara de un perro. Entonces, le sonrió de una manera que nunca lo había hecho. Una sonrisa de enamorado por lo que veía, más que como cariño de hermanos y Crista lo notó.

-Espero que nunca cambies-Le dijo él.

Al instante, quitó su mano de la cabeza de ella y se levantó, mirando hacía las cumbres de las montañas. Ella lo siguió mirando sorprendida por su actitud y otros pensamientos complicados surcaron su cabeza.

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