C5/ Sano y salvo

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La mañana había comenzado extraña, un poco bastante,  no soy de esas personas que andan chamuyándose a la primera persona que ven pero hoy, tampoco fue el caso aunque lo pareciera.  A penas lo vi, lo reconocí de la playa y creí que hacerle un par de cumplidos después de haber pateado su termo y despertarlo de una esplendida siesta, era lo menos que podía hacer, aparte de que el chico me caía bastante bien. Necesito urgentemente amigos en esta ciudad. 

Luego de dejarle la improvisada notita y retirarme de la cafetería, camine un tiempo largo por el centro donde me compre dos remeras cortas y un jean, también vi un par de zapatillas que me encantaron, pero sin trabajo era imposible gastarme los ahorros que tenia porque si. 

El típico sol de las 11 cegaba un poco mis ojos pero me abrigaba de la brisa invernal que había constantemente, me maldije por no llevar los lentes pero trate de hacerle caso omiso a los rayos que molestaban mi vista. 

Un local en el que vendían decoraciones para interiores me llamo la atención y le veía mas importancia que a las zapatillas, así que entre y de ahí salí con dos fundas para almohadones, cinco repasadores y un cuadro pequeño para mi habitación, la casa necesitaba un poco de vida, no podía vivir en un cuadrado blanco y negro con unos cuantos muebles y sin un poco de amor. Si debía vivir ahí, por lo menos que la estadía sea placentera. 

Con todo lo que había hecho en la mañana desde que vi al rizado que parece no tener nombre, ya eran las 11:56 y si mal no recordaba, su turno terminaba a las 12 por lo que apure el paso casi llegando a trotar pero cuidandome, no era un entrenamiento, no había entrado en calor y a eso sumarle que estaba en jean y todavía me faltaban tres cuadras. 

Di lo mejor de mi, sin si quiera entenderlo porque no tenia la "propina" que le había prometido, solo, ¿pasaría a verlo?. 

Todo fue en vano porque no lo vi. 

Cuando llegue, ya habían cerrado y no veía a nadie alrededor mío. Ok, perdí la pequeña posibilidad de tener a alguien en este lugar,  el rizado capaz trabaja los dos turnos pensé. Podía llegar a verlo a la hora de la merienda. A la tarde volvería. 

Que intenso sonas flaco . 

Doble hacia mi izquierda para volver a casa, no tenia nada mas interesante que hacer. El poco calor que tenia comenzó a molestarme así que mi buzo paso a segundo plano, lo guarde en la mochila donde estaba la ropa que compre. 

Conecte mis auriculares y puse el álbum humbug de artics monkeys. Caminaba despacio, no tenia apuro de llegar a casa, tampoco tenia hambre y al ser un lugar tan chico con menos de 100 cuadras, estaría en casa en menos de media hora. Por las calles no había mucha gente, la mayoría salían de los locales donde trabajaban para ir a almorzar y volver por la tarde el rizado hará lo mismo. 

Delante mío iban dos chicas , una pelinegra y la otra de un rubio oscuro, movían sus manos intentando explicarse de lo que hablaban, se empujaban y reían muy fuerte. A una de ellas se le cayo la billetera que llevaba en su mano, cuando se agacho a recogerla y subió la vista, recorrió todo mi cuerpo, sus ojos se abrieron como si estuviera viendo al payaso asesino en el momento que cruzamos miradas y ahí es cuando me di cuenta que era una de las compañeras del ojiverde. Luego de eso, se levanto rápido para susurrarle algo a la otra chica, supuse que la rubia seria la otra moza. 

Las dos pararon al mismo tiempo, como si estuvieran conectadas, lo mismo sucedió cuando se dieron vuelta y me encararon. ¿Qué hacían? .

Deduje que querían hablarme así que me saque los auriculares. 

- Holaaaa - hablo la morocha - ¿Vos sos el chico que le dejó una nota a Harry hoy? 

Harry...

El mar en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora