Tal para cual

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Muy pocas veces pasaba, especialmente cuando esos dos eran el cable a tierra de los tres, yo siempre era el más rebelde y radical en todo, pero cuando pasaban estas cosas no sabía por dónde pensar, ya que yo pasaba a ser el puente para que esos dos se arreglaran.

¿Qué había pasado?

La señora embarazada de la casa, con una panzota de ocho meses, había estado haciendo ejercicio durante dos horas, cosa que Jean le dijo que bajara un poco el nivel de exigencia. Si bien, Mikasa siempre había sido deportista, su cuerpo estaba acostumbrado a cierta presión en el ejercicio físico, ahora estaba con otra condición, no había riesgo alguno, ambas chicas estaban saludables desde el último examen médico, pero Jean le producía algo de nervios ver a Mikasa levantar las pesas que tenía para mantenerse en forma o que saliera a trotar.

Yo había estado en le ducha luego de mi turno nocturno en el hospital, un accidente de tráfico y atender a los de urgencia fue la tónica de mi trabajo, pero al escucharlos gritarse fue aún más estresante. Jean había comenzado a trabajar desde casa por cualquier cosa que necesitara Mika, si fuera por él la metería en una burbuja hasta que nuestra pequeña bebé naciera. Yo dejaba a Mikasa ser, la conocía muy bien, prefería que se diera cuenta de sus acciones sola en vez de ganarme una mirada asesina y un silencio incómodo. Pero Jean jamás se quedaba callado cuando algo no le parecía.

Pero era muy rara vez que ellos dos discutieran, solo en tres ocasiones, contando esta, los he visto discutir o enojarse uno con el otro. La primera vez fue cuando Jean no recogía su ropa luego de bañarse, la segunda fue cuando Mikasa llegó al otro día luego de irse de copas con las chicas, hasta yo ese día me había asustado porque nadie nos respondía y no habíamos sabido de ella desde que se había ido a su trabajo, no la controlábamos, solo pedíamos un mensaje que iba a llegar al otro día, pero su teléfono a las cuatro de la madrugada apagado y sin saber de ella durante todo el día, con Jean ese día estuvimos a punto de ir a la policía hasta que Armin nos llamo diciéndonos que Annie había llegado junto a Hitch, había pasado a dejar a Sasha al restaurante de Niccolo y Pieck iba a dejar a Mikasa en la pasada.

Y ahora, la tercera vez.

Comprendía a Jean, sabía que estaba con los nervios de punta, por más que le había mencionado que Mikasa era una persona totalmente sana y con la condición para hacer ejercicio con su panzota, pero Mikasa últimamente andaba irritada y la sobreprotección de Jean no ayudaba mucho. Por lo tanto, debía ir primero con Mika.

Como Jean estaba encerrado en su oficina, uno de los espacios que ocupaba siempre nuestra señora esposa era la cocina, tenía algo que cuando estaba molesta, se ponía a cocinar.

Bajé las escaleras con calma hasta que sentí el aroma a carne horneada.

En la cocina estaba la mujer de mi vida con el ceño fruncido, con el mandil que apenas le cerraba y cortando la ensalada. Vi el reloj, eran las once de la mañana, hoy se iba almorzar muy temprano. 

-Mikasa. -La llamé casi con cautela mientras me acercaba a la isla de la cocina. Ella dejó su quehacer para mirarme, aún con el cuchillo en la mano.

-¿Más relajado con la ducha? -Comentó cambiando su expresión a una más suave.

-Si, muchísimo, lo necesitaba, pero veo que a ti ni con dos duchas se te pasa lo enojada que estás -Dije sin pelos en la lengua, provocando que volviera a fruncir el ceño.

-Si vienes a darme el sermón como Kirstein te puedes ir a la-...

-Tranquila, tranquila, nada de eso, solo que los escuché discutir y no quiero soportarlos todo el día con el silencio incómodo.

Ser dulce [Erejeankasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora