Cosquillas

1K 74 40
                                    


Nadie dijo que iba hacer fácil.

En nuestros años juntos, los tres, sabíamos que íbamos a tener que pasar por muchos problemas, muchas discriminaciones, prejuicios, malas caras, pero con toda la unión y el amor que nos teníamos, todo lo podíamos. Sin embargo, nadie nos dijo que una bebé de menos de dos meses demandaba tanto que ni los tres juntos podíamos gestionarlo.

Luego del parto, estuve un par de días internada con todo el protocolo post parto que necesitaba, y nuestra pequeña Louise tuvo sus exámenes rutinarios a la perfección, por lo tanto, éramos libres para regresar a casa.

Ahora ya no éramos tres, éramos cuatro.

¿Y qué era lo que no podíamos gestionar? Nuestra pequeña tenía el sueño cambiado.

Dormía casi todo el día y despertaba mínimo tres veces en la noche.

-Yo voy...-Dijo Jean medio dormido levantándose de la cama para ir hasta la cuna que habíamos puesto en la habitación de los tres.

-No... No te muevas... -Murmuré tratando de abrazarme al cuerpo del rubio cenizo, pero Eren me estaba deteniendo al estar prácticamente enroscado a mí con brazos y piernas.

Jean se levantó de la cama y encendió la lampara de la mesa de noche. Se pasó las manos por el rostro para despejarse y así auxiliar a nuestra bebé quién lloraba bajito.

Aunque estuviéramos muy cansados, era un regalo poder ver a Jean o a Eren cargar a nuestra hija, los dos eran demasiado amorosos con ella, la imagen de uno de ellos meciendo a Louise o hablándole a escondidas era de esos momentos que uno quisiera repetir todo el día.

-¿Qué pasa princesa? ¿De nuevo las pelusas de la noche te están molestando? -Susurró Jean tomándola con cuidado de la cuna.

-Pelusas de la noche... -Dije apenas tratando de mantener los ojos abiertos. Tenía mucho sueño.

-Esas pelusas que pasan frente a nuestros ojos y nos asustan de la nada, despertamos y queremos los brazos de papá ¿Verdad, Lou? -Dijo con una suave sonrisa al tiempo que comenzaba a mecer con mucha cautela a la bebé en sus brazos al tiempo que comenzaba a pasearse por la habitación.

Jean tenía más energía que nosotros dos. Eren apenas pudo tener dos semanas en casa, por falta de personal tuvo que volver a trabajar al hospital en urgencias, mientras Jean aún le quedaba una semana de los días legales de postnatal. Yo tenía para muchos meses, pero sentía que con los chicos a mi lado y las constantes visitas de mis suegras y madre tenía todo el apoyo deseable.

Poco a poco íbamos conociendo a Louise, poco a poco íbamos convirtiéndonos en padres.

 Luego de unos minutos nuestra nena se quedó nuevamente dormida, por lo que Jean dejó a Louise en su cuna con cuidado para volver a la cama. Apenas lo tuve cerca, lo abracé con posesión escondiendo mi rostro en su pecho, y él, con uno de sus brazos lo pasó por encima de nuestros cuerpos, alcanzando a tocar el torso de Eren y así acurrucarse nuevamente.

Todo iba en paz.

Pero habían pasado unos veinte minutos cuando Lou volvió a llorar, está vez, más fuerte.

-Voy, voy... -Dijo Eren restregando su rostro contra mi espalda en un intento de despertar.

-Voy de nuevo si quier-...

-No, Jeanbo, es mi turno. -Dijo Eren dándole unas palmadas en el brazo antes de despegarse de mí para levantarse de la cama y caminar hasta la cuna.

Yo y Jean nos acomodamos de mejor manera para mirar a Eren, lo cual era un espectáculo, ya que podemos ver a nuestro chico problema sonreír sin parar por diez minutos. Louise se había convertido en sus ojos, cada vez que llegaba de su turno del hospital, lo primero que era cuando salía de ducharse era pasar mínimo treinta minutos mirando a la bebé dormir, y apenas esta despertaba Eren jugaba con sus manitos, haciendo que ella le apretara el dedo índice entre sus pequeñas manos. Al igual cuando era el turno de darle el pecho, ahí tenía a Eren abrazándome por detrás al tiempo que me dejaba besos en el hombro que exponía al momento de despejar el camino de mi pecho, mientras miraba fijamente a nuestra pequeña de ojos miel.

Ser dulce [Erejeankasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora